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Las cortinas revolotean con el viento, llevo tanto tiempo mirando el gris del cielo.
Todo el día he sentido pasos por toda la casa. La madera cruje y las paredes se golpean.
No es mamá y tengo miedo de que vuelva el monstruo.
Asegure mi puerta con la llave y cerrojos, pero para él nunca es suficiente.

No he vuelto a ver al niño desde hace ya una semana. Estoy confundido. ¿Él es real?. No entiendo porqué quisiera ser mi amigo...
A mamá no le gusta que salga.
Incluso en mi fuerte tengo miedo. Mamá parece un fantasma que deambula por toda la casa, a veces está pero no. Ella solo se tambalea con sus botellas. Me ha dejado un tazón y la comida. Siempre dijo estrictamente que debo comer todo.

La lluvia golpea y los relámpagos me aturden, demasiado. Siento mis orejas estallar y me cubro debajo de las sábanas. Me siento dar vueltas y vueltas, la cabeza me estalla. Nadie puede calmarme.
"Ding Dong", suena el timbre, quién podría visitarme en esta tormenta.

Es el niño. Espio por las cortinas y me mira otra vez desde abajo. De verás está empapado.
Abro mi puerta y el corazón me palpita rápido. La casa parece más sola que siempre.
Abro la puerta principal y ahí está él, más empapado que siempre y más sonriente que nunca. Sus ojos son muy hermosos.

-¿Quieres pasar?- Me mira.
-¿Estás seguro de dejarme entrar? - Asiento, y en unos segundos está quitando el barro de sus botas en la alfombra.

El niño raro... he estimado que tiene unos años menos que yo, quizás doce.
Me llega al mentón, su cabello es un poco alborotado y mojado por la lluvia.
Subo a mi habitación y él me sigue. No sé porqué tan de pronto le tengo confianza.
Él se sienta al costado de mi cama. Le ofrezco abrigo y un café pero no acepta nada.

- ¿Entonces nunca me vas a decir tu nombre?
- Te dije que no tengo -replicó. Supe que no había sido un sueño. -pero si lo prefieres, puedes llamarme como desees.

- Uhm...-realmente nunca le puse nombre a una persona.

-No tienes que pensarlo ahora.

- Un gusto entonces. Yo soy... -me interrumpe.
-Eliot. -abro con sorpresa los ojos. -No te alteres, muchos te conocen aquí.-me mira atentamente- Estás a salvo conmigo.

El día transcurre rápido y se va haciendo de noche. El niño me ha contado muchas historias maravillosas que dice que solo sabe. Es un joven muy extraño.

Lo despido en la puerta principal. Aunque le he dicho que se quede, él insiste en volver al bosque, yo no puedo ir, mamá seguro me espera.

- No abras la puerta si él toca.
Asiento y cierro con llave, lo veo desde el ojo cruzar la carretera.

Subo las escaleras a mi habitación.
La casa en oscuras luce siempre deshabitada.
Cierro con llave mi puerta y me arropo en la cama mientras miro el techo.

"Toc-toc"

Alguien llama a mi puerta...

El niño de cristal Donde viven las historias. Descúbrelo ahora