Capitulo 12

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Pensamiento oscuros

La eriza se acurrucó entre las sábanas de algodón, su vista inundada de lágrimas y sus cuerpo temblando ligeramente. Había tenido otra pesadilla, y cada vez que sucedía, la experiencia se volvía cada vez más vívida.

Recordó las palabras de Vainilla a la vez que se secaba las lágrimas, en un vago intento por detener el llanto.

'Puedes hablarnos cuando quieras querida, estamos aquí para ti'

Esas palabras le habían dado ánimos, los primeros días, sin embargo ya no tenían tanto efecto ahora y eso hacía que el sentimiento de apoyo se convirtiera en un sentimiento de soledad. Cerró sus ojos, más lágrimas saladas corriendo libremente por sus mejillas, pensando sin parar, sin desenfreno.

'¿Por qué había sido tan estúpida? ¿Por qué se había metido en un trabajo como ese conociendo las consecuencias? ¿Por qué tenía que ser ella? ¿Por qué no fue alguien más? ¿Por qué no fue Wave--?'

Se detuvo, abriendo los ojos de par en par. Un sentimiento agrio calandose en su sistema, la culpa atorandose en su garganta prohibiendole respirar con normalidad. Apretó los puños estrujando las sabanas en el proceso, sintiendo asco hacía su persona. ¿Cómo podía desearle el mal a otra persona inocente?

¿Qué me está pasando? – susurró desconsolada, deseando que sus pensamientos la dejaran por unos minutos.

La puerta sonó ligeramente, llamándole la atención. Probablemente era Cream otra vez, llevándole comida o algo por el estilo.

Pase – Habló en susurro, deseando que la persona del otro lado de la puerta no haya escuchado y que la dejara en paz.

Para su desgracia la puerta se abrió dejando ver al erizo cobalto con un plato de sopa en su mano, una mirada preocupada en sus facciones.

Pensé que podrías tener hambre – dijo, mostrando su típica sonrisa ladina, tratando de aligerar el ambiente.

La eriza se sentó ligeramente en la cama, sintiéndose avergonzada de que el azulado la viera de esa forma tan descuidada. Sonic se acercó y se sentó al borde de la cama para verla al rostro.

¿Cómo te encuentras?

– He estado mejor – Dijo tratando de sonreír, sin mucho éxito.

Lamento oír eso – devolvió susurrando, mirando como el humo salía de la sopa con ligeras ondulaciones.

El lugar se quedó en silencio, ambos desviando la mirada lejos del otro y actuando de manera distante. Desde lo que había pasado en aquel prostíbulo no tuvieron oportunidad de hablar personalmente sobre el asunto, sin mencionar que la eriza se había estado aislando de todo contacto con el equipo, simplemente evadiendo el tema.

Mira... No voy a obligarte a decirme nada que no quieras, pero, sabes que puedes confiar en mi ¿no? – la miró fijamente, dejando el plato de sopa en el regazo de ella – quiero ayudarte... Y no sabes lo inútil que me siento ahora mismo.

Los jade de la rosada descansaron un minuto sobre aquel plato caliente sumergida en su mente, reproduciendo las palabras del erizo una y otra vez.

– Lo lamento no quise ponerte incómoda, dejaré que disfrutes tu comida en paz – dijo a la vez que se ponía de pie, una expresión entristecida en su rostro.

– Espera...

Paró en seco, regresando sus esmeraldas hacía la pequeña figura encogida de la joven, quien ahora tenía pequeñas lágrimas rodando por sus mejillas. El cobalto volvió a sentarse y con sutileza colocó una mano encima del hombro de Amy, la cual se sobresaltó al sentir el tacto ajeno.

¡Lo siento! – retiró su mano rápidamente – N-no fue mi intención.

– ¡N-no, está bien! – movió sus manos nerviosamente, sus mejillas ligeramente ruborizadas de la vergüenza.

Silencio cayó nuevamente sobre los dos jóvenes, quienes ahora apartaron la mirada hacía el colchón donde estaban sentados. La risa del cobalto hizo que las orejas de Amy se movieran ligeramente deleitandose con el sonido y a su vez contagiandola en una risa reconfortante.

Bueno, esto no es para nada incómodo – dijo entre risas el azulado, mientras su mano acariciaba su nuca.

Jeje no, para nada – devolvió con el mismo tono, liberando un poco de estrés mediante pequeñas risillas.

Después de que las risas cesarán el silencio volvió, sólo para ser roto por el erizo cobalto.

¿Sabes que te amo verdad?

La cabeza de la chica subió de golpe, interceptando sus orbes con los de él, viendo como el azulado apartaba la mirada avergonzado por la atención.

¡So-Sólo quería que lo recordaras! – dijo rápidamente, rascando su mejilla con su dedo índice en un intento por relajar sus nervios.

Inconscientemente, una sonrisa pequeña apareció en los labios de la eriza, y con firmeza tomó una cucharada de sopa y la introdujo en su boca.

Gracias Sonic – Le dio otra sonrisa, sus mejillas ahora bañadas en un sonrojo adorable.

Del odio al amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora