El invitado de honor

Capítulo 72: Justicia

Arco de asesinato

Justicia

Libertad.

Después de todos esos años, finalmente volvió a ver la noche estrellada, con sus propios ojos. El aire fresco y frío le llenó la nariz. La sensación satisfactoria de edificios derrumbados debajo de sus patas. Ocho colas, sería más que suficiente para erradicar esta aldea patética. Si el niño fuera sabio, incluso estaría de acuerdo con su juicio. Kurama podía sentir la malicia a su alrededor, sabía cuánto le dolía al niño. Estos humanos, estos idiotas justos de sí mismos, afirmaban ser "buenos", pero ¿cómo podrían hacerlo si vivieran encima de la oscura organización que hacía su trabajo sucio?

Le había dicho al niño que Danzo no era el origen de la oscuridad dentro de esta aldea. Matar a Danzo no sería la solución. Danzo tenía seguidores. Partidarios que querían a Naruto fuera del camino. ¿Quién quería controlar el impredecible jinchūriki? Quien quería reducirlo a un simple arma, un esclavo leal y sin emociones. Kurama lo encontró inaceptable. El chico era un tonto ingenuo, pero ¿cómo podría compararse una criatura humilde bípeda que apenas había vivido más años que Kurama en siglos?

Al menos estaba empezando a ver la sabiduría de matar a aquellos que eran demasiado viles, aquellos que estaban más allá de la redención. Había dudado contra el Uchiha, pensando que la gente como él podría cambiar. Como el chico Hyūga. Que las personas puedan ver sus errores y cambiar sus vidas. Quizás algunos puedan. Pero en otros ... la convicción de los fanáticos no se sacudió fácilmente. Un verdadero fanático nunca cedería realmente. Un hombre como Danzo nunca renunciaría a sus objetivos. Claro, esas personas podrían ser golpeadas hasta la sumisión, obligándolas a abandonar sus objetivos, pero una vez que su oponente fuera débil, volverían a atacar.

Después de todo, nunca se podía confiar en una alianza con los poderosos.

Esa fue una lección que Kurama había aprendido cuando era muy joven. Los humanos lo usaban, los humanos le temían, pero los humanos nunca confiaron en él. Por extensión, tampoco se podía confiar en los humanos.

Al ver las emociones negativas en ellos, Kurama siempre había estado solo, presenciando el mismo ciclo repetitivo de eventos una y otra vez. Siempre habría algún defecto en su personalidad, esperando crecer y corromper al humano. El chico Hyuga había logrado superar ese defecto, pero otros no eran así, no serían tan fuertes; El niño Hyuga fue un raro ejemplo. Esos molestos Uchiha eran lo contrario. Cuanto más oscura se volvía su personalidad, cuanto más crecía su poder, mayor era su hambre de poder. Siempre necesitaban más poder para superar los obstáculos que creaban en su propia locura ...

Idiotez.

Los pequeños roedores corrían alrededor, escondiéndose entre edificios, esperando que llegaran sus superiores. Estaban congelados por el terror, con más de unos pocos perdiendo el control de sus funciones corporales. Era una desventaja de su perfecto sentido del olfato, algo que Kurama nunca apreció.

Era tentador ahora, oh tan tentador, simplemente empujar más.

Tomar el control total podría incluso considerarse bueno. Este pueblo se consideraba diferente, equivocado en su creencia de que aún seguía los sueños tontos de Hashirama, pero en el fondo era tan vil como los asentamientos humanos. Al igual que los demás, Konohagakure ganó su dinero a través del conflicto. La violencia no era una amenaza para ellos; fue bien recibido como una oportunidad. La violencia y la codicia crearon corrupción y un número cada vez mayor de rencores. Y mientras vivieran de ese trabajo, nunca cambiarían.

Después de todo, aquellos en el poder nunca lo entregarían voluntariamente.

Ocho colas estaban fuera, y el niño estaba inconsciente. Los sueños del niño estaban llenos de odio, llenos de dolor y un deseo de vengar a aquellos que eran preciosos para él. Sería fácil manipularlo ahora, hacerlo arrancar ese sello molesto y abrir las puertas. Nueve colas ... si salía la novena, no habría nada en el mundo capaz de detenerlo. Nada excepto los gustos de Hashirama o Madara.