𝘾𝙪𝙖𝙣𝙙𝙤 𝙡𝙖 𝙥𝙖𝙨𝙞𝙤́𝙣 𝙨𝙚 𝙙𝙚𝙨𝙘𝙤𝙣𝙩𝙧𝙤𝙡𝙖

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ᴘᴀʀᴛᴇ ᴜ́ɴɪᴄᴀ

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Snamanderaves

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El pequeño omega gemía entre besos en la boca del pelinegro, aquel que no era su alfa y que le restregaba a su verdadero alfa, el placer que le estaba prodigando con sólo unos besos.

No podía explicar cómo había acabado así: sentado sobre un alfa extraño, excitado y siendo visto por su alfa.

Graves sólo veía la escena con expresión tranquila, aunque por dentro su lobo clamaba por reclamar a su pareja y terminar con la tortura de ver a su pequeño omega ser atendido por otro alfa.

Severus estaba disfrutando de lo mejor. Con un omega tan tierno como lo era Newt Scamander, con los pequeños jadeos saliendo de sus suaves labios cada que lo besaba, y la mirada penetrante del auror americano Percival Graves, la pareja del omega al que estaba besando sin pudor.

Los besos lentos y cariñosos, los suaves roces pronto pasaron a ser movimientos rápidos y profundos, que entremezclaban saliva y lengua, chupones y mordidas. Los jadeos se convirtieron en gemidos rápidamente. Ambos, alfa y omega, comenzaron a rozarse por sobre la ropa que cada vez se volvía más innecesaria.

Pronto, las manos inquietas comenzaron a remover la ropa, a recorrer las extensiones de piel que quedaban a la vista.

Severus comenzó a besar el cuello de Newt, a lamer su mejilla y morder con delicadeza uno de sus lóbulos, obteniendo gemidos de placer que lo enardecieron mas de lo que ya estaba.

Percival no podía mantenerse más tranquilo. Se removía inquieto en el sillón en donde estaba, frente a la pareja, excitado a más no poder, sin poder hacer más que acomodarse mejor, bajarse la cremallera de su pantalón ajustado y tomar su miembro, realizando movimientos suaves y precisos, de arriba a abajo, gruñendo de placer.

El omega ahogó un grito al sentir la mano de Severus agarrar sus nalgas, ya sin ropa de por medio, amasarlas y separarlas, dejando a la vista su rosada entrada que palpitaba de expectación por ser llenada.

Un dedo, fino y largo, se abrió paso por la fruncida entrada que lo acogió con poca resistencia, provocando que ambos, alfa y omega, gimieran acompasados, oyendo los gruñinos de placer del auror.

No hacía falta mucho para que Newt se corriera, gimiendo con fuerza en la boca del profesor de pociones, con su ano siendo dilatado con diligencia no por uno, sino dos dedos, que lo expandían con movimientos de tijera que lo enloquecían, meciéndose en el regaso del alfa, rozando deliciosamente sus erecciones necesitadas de atención, gimiendo dentro de esos labios pecaminosos que le robaban el aliento.

Su pareja, ya desquiciado por la suculenta escena que ambos estaban montando frente a el, se levantó haciendo desaparecer su ropa y la de Severus, soltando su hinchada y enrojecida erección, que rebotó contra su bien marcado abdomen, para avanzar hasta la pareja y posicionarse a espaldas de su omega, sin apartar la vista de los oscuros ojos del pocionista.

El olor del sudor de los tres ante el acto que estaban haciendo llenaba la estancia, sus cuerpos perlados de sudor siendo alumbrados por el brillo del fuego de la chimenea, el calor que sus cuerpos emanaban aumentando con cada segundo. La pasión desbordándose, robándoles la cordura, extasiandolos a tal punto de querer más.

Percival paseó sus manos por la suave piel de la espalda de su amado, pegando su cintura y su incipiente miembro a la espalda de éste, obteniendo jadeos de placer que se perdían entre los gruñidos que Severus dejaba salir de sus labios entreabiertos, justo en la oreja del mas pequeño. El auror, llamado por la intensa mirada que el profesor le entregaba, se inclinó sobre el hombro del magizoologo y atrapó los labios de Snape en un beso rudo y apasionado, que hizo pitar sus oídos, acompañando los movimientos de cadera de la pareja, colando también uno de sus dedos en la pequeña entrada del omega, haciéndolo sollozar de placer.

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𝗖𝘂𝗮𝗻𝗱𝗼 𝗹𝗮 𝗽𝗮𝘀𝗶𝗼́𝗻 𝘀𝗲 𝗱𝗲𝘀𝗰𝗼𝗻𝘁𝗿𝗼𝗹𝗮Donde viven las historias. Descúbrelo ahora