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tres puntas.

Caminábamos por las calles nocturnas del barrio en el que ambos habíamos crecido. De a ratos, me atrevía a mirarlo, admirando su nariz, siguiendo por su boca y mandíbula. Su sonrisa resaltaba tanto como sus ojos que formaban una línea cuando éste reía.

—Nana, ¿vos te acordás cuando nos veíamos a escondidas?— preguntó Jeno. 

—Sí, ¿cómo me voy a olvidar?— respondí. Mí todo de voz se coloreó de un tono triste, absorbiendo la angustia del ambiente. 

—¿Te acordás por qué era?— continúo Lee, mientras sonreía de lado. 

Jaemin arrugó la nariz y esbozó un puchero notable. 

—Porque mamá y papá creían que vos y… bueno, estaban metidos en cosas raras— contestó titubeante.

Jeno lo miró y tomó su brazo como si quisiera aferrarse a él. Sus ojos estaban bastante oscuros, un poco más de lo normal. Podía ver en ellos la necesidad desesperante de continuar con aquella charla. 

—¿Yo y quién?— interrogó casi rogando una respuesta. 

—Y… Renjun— respondió Na. Su voz se apagó al nombrar a su tercer punta (como solían llamarse).

El pelinegro frente a él dejó salir una gran sonrisa, una que no mostraba felicidad ni alegría, era un gesto macabro, casi atemorizante. Miró al cielo, que al instante se tornó oscuro, como si los amenazara una gran tormenta eléctrica. Las sombras desaparecieron fundiéndose en una silueta negra que poco a poco iba tomando forma y color. 

—Por fin— murmuró Jeno —. Otra vez juntos, Nana— prosiguió tomando el rostro del nombrado entre sus manos. 

Jaemin estaba quieto, pálido y sin saber qué hacer. Se encontraba petrificado ante la reacción de su contrario y la aparición de un tercer espectro. 

—¿Ren?— preguntó saliendo del shock, observando la figura que terminaba de formarse. 

Un gran trueno resonó entre las nubes, haciendo que el pelirosa pegase un salto, siendo rodeado por Jeno, quién no dejaba de sonreír impaciente. 

—Hola, mí amor— saludó Renjun una vez acabada su aparición —. ¿Me extrañaste?— interrogó acercándose a sus dos puntas. 

—No… no comprendo, estás muerto, ¿cómo es posible?— miró a Lee, buscando su consuelo —. No es real, ¿cierto?, él no… no está acá, no hay manera— decía, mientras se acurrucaba en su compañero, quién le abría los brazos al recién llegado. 

—Oh cielo, no te asustes, es real. Nuestra tercer punta, Renjun, está con nosotros nuevamente— sonrió tomando la mano del nombrado, quién abrazó a un asustado Jaemin. 

—Los extrañé mucho, ¿saben?. Ahora ya podremos estar juntos— murmuró besando las cabezas de ambos chicos —. Pero esta vez… será para siempre— dicho esto, se aferró a los mortales y desplegó sus alas para luego despegar hacia el cielo. 

Los tres muchachos desaparecieron entre las nubes, alejando a la tormenta de aquel lugar. Los tres se fundieron en su promesa de amor irrompible que se habían realizado años antes de la muerte de Renjun. Sus corazones ahora latían en sintonía, bueno, no latían mejor dicho. Se unieron entre miedo, cariño y lágrimas. 

Años después, sus familias emprendieron la búsqueda de Jaemin y Jeno, quienes luego del fallecimiento de su amado, se entregaron un poco a la locura, claramente uno más que el otro. Lamentablemente nunca supieron nada de ellos.

—No me daré por vencido, príncipe— susurró Jisung mientras observaba su fondo de pantalla, donde se plasmaba una hermosa fotografía de su novio, Na Jaemin—. Sé que estás en algún lado, voy a encontrarte, lo prometo— dicho esto, un trueno quebró las nubes y una gran tormenta se desató sobre la ciudad, sellando una nueva promesa.