Nacido en cuna de oro, sin voz ni voto para dar la contra a sus padres. Harto de todo eso lo único que ansiaba era obtener su libertad demostraría que podía lograrlo, incluso si debía pasar por encima de los reyes.
No me baso en los personajes de C...
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Nacido en cuna de oro, criado con lo mejor. Eso aparentaba ante la sociedad y sus padres se encargaron de que así fuera.
Bueno, si comparaban la cantidad de sus riquezas con la de otros eran superiores. Sin embargo, al comparar un duque con un rey... la diferencia es inmensurable.
Sus padres desde que se comprometieron ya albergaban la preocupación por querer tener más; económicamente hablando e intentaban diversas maneras para que así fuese. Los años pasaban y ellos se quedaban sin posibilidades. El tiempo comenzaba a cobrarles cuota y la edad con el paso de los años les aplastaba.
Su única solución era su hijo. Tal vez ellos ya no podían hacer mucho como les hubiera gustado cuando recién contrajeron nupcias pero su hijo, su único hijo aún era joven.
Él fue educado fácilmente con lo que ellos con esfuerzo pudieron tener en su juventud, al menos la juventud de la madre –todo debido a que la mayoría del dinero fue para su hermano menor- razón por la cual su padre tuvo que conformarse con el dinero con el que contaba.
Su hijo representaba todas las oportunidades y sueños frustrados que tuvieron, entonces... ¿porque él se quedaría en la misma situación que ellos? El debería ser mejor y por supuesto al ser mejor ellos podrían subir eslabones con pasos apresurados siendo cargados por él. Para ellos mejor que hablaran de su hijo; así ellos podrían darse todo el mérito por educar a un caballero honrado. Gracias a ellos su hijo era lo que es ahora.
Ademas...
¿Porque conformarse con lo que tienen cuando podrían tener más, ser los primeros de su clase?
No estaban equivocados, su hijo se convirtió en lo mejor. Observaban con orgullo su creación, en lo que lo convirtieron. Sus pechos se rebosaban de orgullo ante las palabras de sus allegados. Aquel joven era su hijo, su orgullo y la envidia de todos. Ellos estaban obteniendo su felicidad, al fin todos sus proyectos comenzaban a concretarse pero... ¿y qué hay del hijo?
Sin voz ni voto para dar la contra a sus padres. No decía nada porque temía decepcionarlos, no quería que su madre sufriera. Su padre, un hombre completamente estricto y manipulador detrás de esa amable sonrisa. Su madre: una mujer chantajeadora y buena actuando a tal grado que no sabían cuándo fingía y cuando no.
El doctor llegaba a su hogar a diagnosticar el estado de su madre cada fin de mes y aquella vez el resultado no fue favorecedor. No se arriesgaría.
Recordó cómo fue su infancia, como lo trataba su abuelo; era feliz. Conforme sus cumpleaños pasaban sus padre ser mostraron más estrictos, y le inculcaron sus valores, responsabilidades y sobretodo sus obligaciones como el hijo único.
Intentaba alegrarse al observar la felicidad de sus padres pero esta nunca llegaba. Era de entender, los sueños no era de él, sino de sus padres. Pensó muchas veces lo que quería más nunca lo dijo. De que servía si nunca se le permitió dar opinión alguna.