CAPITULO 1

16 6 2
                                    

Hace algunos días, durante aquellos rayos del sol que hacen iluminar los días tan alegres como decían la gente, las nubes decoraban el cielo, los pájaros cantaban, los seres humanos se despertarían temprano, pocos tarde.

Durante esa época, una joven de cabellos negros, esos cabellos azabache que brillarían durante un rayo del sol, tan sedoso como las plumas de un cuervo, sus ojos marrón se abrirían terminando su sueño, su ligero cuerpo se levantaría de la almohada, aún en la cama, se estira sus brazos del cansancio y del descanso que obtuvo durante aquella noche relajante.

Su habitación lleno de papeles por los duros trabajos que se desvelaba, aquellos proyectos estrictos que la hacían torturar su mente y nunca detenerse hasta terminar sus responsabilidades durante las 24 horas.

Sus ojeras marcadas por el cansancio, sus pecas decorados en sus mejillas que la hacían caer en su poca belleza que guardaba.

Su expresión puso de fruncir el ceño por tener que despertar, donde se levantaría, estira sus piernas que fueron entumecidas, sus pasos se dirigieron hacia un mueble con espejo, ella se acercaría, se sienta, mira su rostro.

Se toca las ojeras marcadas, y suelta un suspiro, aquella joven le daba cierta molestia de torturarse por sus responsabilidades.

Se peina ese cabello negro como la tinta, peinando en una trenza francesa, la joven, caminaba de ese mismo momento hacia al baño, necesidades, lavarse el rostro.

Segundos después, caminaría como una ebria hacia la cocina donde vería a sus dos hermanos, Jocker y Alaska.

A sus dos hermanos, que tienen los mismos cabellos negros como el plumaje de la mascota de la muerte, el cuervo, aquellas miradas penetrantes que cuando te miran de una manera despreciable, son como dos agujas que se clavarían en tus ojos.

Ellos observaron a sus hermana mediana, y simplemente sonreírte, pero la joven, lo hizo, les devolvió la sonrisa, aunque en sus adentros, le carcomía la maldad de la envidia.

Ella desayunaría cereal, mientras los demás desayunan de manera nutritiva y saludable.

Mientras que minutos después, se despediría del hermano mayor que se iría a trabajar, mientras observa entrar a su cuñada, Adelaide, una joven mayor de edad de cabellos rubios, en ese momento siente un tremendo odio interno hacia ella.

Sus padres y hermana menor le entregaron su confianza, excepto ella, sus celos la habían cegado totalmente, aquella joven azabache la odiaba, desconfiaba de ella, siempre que se metía en problemas con ella, aquella chica que le había conquistado el corazón del hermano mayor, esa envidia eterna que la carcomía en sus adentros, aquel enojo relacionado con la rabia que era peligroso para su cuerpo.

Apretó sus puños del enojo, mientras miraba a su cuñado sonreír, mientras se lo llevaba a su hermano tomándolo de su brazo y abrazarlo, donde lo llevaría en un auto y ahí se iban al trabajo.

La hermana menor, se prepararía para irse a su escuela, todavía siendo menor de edad sabía las consecuencias que sería meterse con la hermana mediana, así que ella no dijo nada.

Con el uniforme listo, se despediría de su hermana, por la cual, Alice, devolvió su saludo de despedida aunque en sus adentros estaba gritando de la furia por su cuñada que tanto la odiaba en esos inmensos celos.

Horas más tarde, ya eran las 12:00 y la joven preparaba su baño, donde se relajaría y al mismo tiempo, se libraría de sus hermanos que les tenía tanta envidia, aquella joven de cabellos azabache los odiaba tanto, tanto que no podía aguantar un momento más con ellos.

Luego de eso, se acercaría a su habitación semidesnuda y encerrarse en su cuarto, cerrar las ventanas con las cortinas y seguro, y desde al mismo tiempo ponerse su uniforme tranquilamente, sí que esta chica está más decente que ellos.

UN GRITO SILENCIOSOWhere stories live. Discover now