Hogar.

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✴️Contenido: Universo canónico del anime y manga.
✴️Aclaraciones: no continuará fielmente la trama del anime/manga, la relación de algunos personajes del anime/manga Kimetsu no yaiba seran modificada.
✴️Genero: Flulff, H/C.
✴️Advertencias: un poco de Out Of Character, posible lenguaje soez.
✴️Extensión: Oneshot.
✴️Notas: Leer bajar su propio riesgo, sobre aviso no hay engaño.
✴️Summary | El hogar dejo de ser un lugar, para pasar a ser alguien a quien ama |





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Hogar.

Los acontecimientos y sucesos a lo largo del día habían logrado un cometido por demás horrible. Su día apestaba a frustración y cansancio mental, emocional y físico. El papeleo había sido un monstruo horripilante y su compañero no había estado ahí para que le ayudase, véase de otro modo que lo hiciera por el y en cambio el se encargaría de lo demás. Así era el trato no implícito qué tenían con respecto al papeleo cuando era extenso. Así que le había tocado hacer todo el. A su frustración se le sumo más frustración por los nuevos reclutas, eran tan incompetentes que su alma lloraba sangre y su puños ansiaba golpearlos a todos, no podía creer posible que una niña demonio resistiera más el entrenamiento que los próximos a Cazadores de demonios. Para rematar su pobre y desgraciada existencia su hermano había pasado la maldita prueba final y ahora tenia que ver como su hermano asfixiaba a su pareja con que le entrenase.

En conclusión, Sanemi estaba harto de la vida y los demonios, de todo en general solo deseaba llegar a casa y tirarse en el suelo a llorar simbólicamente (porque, diablos no lloraría de verdad) su día de mierda.

Así fue, logro llegar sin inconvenientes ni ningún llamado de su cuervo a su morada compartida, lo recibió la barda de concreto y piedra sólida que otorgaba más seguridad sobre la que se encontraba el mugriento gato que amaba a su pareja. El desgraciado se divertía haciéndole caras raras y robándole la atención de su compañero, ¿Que se creía ese pequeño engendro?. Ignoro por completo al animal y abrió las pesadas puertas dobles para cerrarlas tras de si y comenzar a avanzar hacia la entrada, el ambiente tranquilo y relajado de la enorme propiedad le instó calma instantánea llevándose con el viento sus mayores frustraciones.

Se sentía relajado.

Una súbita alegría violenta brotó de lo más profundo de su pecho cuando se encontró frente las puertas de la casa, estaba feliz a su manera de estar de vuelta por lo que conteniendo esa alegría y emoción violenta abrió la puerta que siempre se encontraba sin ningún tipo de seguro a su llegada. Le sabia tan exquisito ese privilegio que era extraño.

Lo recibió la imagen del genkan¹ ligeramente iluminado que solo le provocaba el burdo deseo de sonreír. Dejo aquello de lado y se dispuso a descalzarse en el tataki² donde claramente pudo reconocer el par de calzado dejado ahí como si el propietario de dichas sandalias estuviese más ocupado en entrar qué dejarlas bien colocadas pero optó por dejarlas así, era una pequeña señal de que la soledad se retiraba poco a poco. Ingreso en su totalidad echándole una mirada de reojo a la ilustración que recibía en el corredor principal pero continuo de largo hasta llegar a la estancia donde provenia un aroma por demás exquisito, olía a comida y atrapó a su compañero caminando hacia la sala de donde provenia el ligero vapor, no pudo evitar sonreir y suavizar su expresión. Ahí, entre la privacidad de su casa el parecía resplandecer con su sola presencia, era genuino y amaba eso. Aunque no hablase mucho.

El joven que se había quedado a medio camino de ir a la cocina tradicional de la casa le dedico una mirada confusa a su compañero, le veía fijamente con su habitual ceño fruncido pero no tenia la mueca en los labios qué indicaba qué estaba enojado sino que parecía sonreírle sutil y suavemente, del tipo de sonrisas que debes saber como leer. Estaba a nada de decirle algo acerca de la cena pero fue tomado por sorpresa por un par de brazos fuertes que lo envolvieron por el torso estrechandolo con fuerza como para incluso hacerle ponerse de puntas compensando la diferencia de alturas.

Era un abrazo fuerte, de los que se dan cuando extrañas a alguien amado. Con ganas de no soltarlo más y saber que estarían juntos, eso comunicaba el abrazo silencioso de Sanemi.

El joven de ojos azul oscuro devolvió el abrazo rodeando los hombros con sus dos brazos permitiendose peinar el rebelde cabello blanco de su pareja, paseaba sus dedos como sabia le gustaba y procuraba no colocarse más nervioso de lo que ya estaba pero esa calidez que con violencia y rapidez se expandia por su cuerpo fue inevitable, se sentía dichoso y alegre.

— Giyuu, estoy en casa. —susurro bajo Sanemi contra la piel de su pareja para terminar sonriendo sobre esa pálida y cálida piel que tanto ansiaba recorrer con besos empero solo deposito un suave y corto beso escuchando con gusto la exhalacion qué dejo salir.

Amaba su voz, aunque nunca lo dijese en voz alta.

— Bienvenido Sanemi.

Su hogar ya no solo eran paredes sino alguien, alguien que amaba con toda su ser y era Tomioka Giyuu, el era su hogar y la calidez qué tanto había soñado. Era su hogar...

SaneGiyuu Zone...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora