El aura de Neptuno invadía el lugar, todos veían sorprendidos al Demonio frente a ellos. Suzie se limitó a sonreír.
Kenshí dio la orden:
— ¡Ataca, Neptuno! —gritó
El Demonio le obedeció. Tomo su tridente firmemente y lo giro un par de veces en al aire, lo atrapo con su mano derecha y comenzó a emanar algunos rayos azules los cuales dirigió a Suzie quien no movía dedo alguno.
El ataque de Neptuno fue detenido por aquella espada que emanaba rayos de color amarillo. El demonio angelical que apareció en el campo de batalla llevaba por nombre <<Zeus>>.
Detrás de Suzie, apareció Takato con su celular brillando, acababa de invocar a un demonio.
—Takato —dijo Eris —. ¡¡Takato!!
El chico se limitó a escucharla. Su mirada apagada apuntaba a sus pies.
—Bien hecho, Takato —sonrío Suzie—. Lo hiciste bien. Ahora, sin más —pateo el cuerpo de Tagiru —. Entrégame a mis chicos
— ¿Tus chicos? —Sonrió Yuki con una lágrima recorriendo su mejilla derecha y limpiando la sangre sobre su barbilla —. ¡No son tus armas, Suzie! —gritó. Suzie lo abofeteo. Kenshí reacciono ante aquello. Observo como <<Neptuno>> y <<Zeus>> se observaban fijamente. Estuvo a punto de saltar hasta el campo de batalla pero Eris lo tomo por el brazo, un extraño portal comenzaba a aparecer detrás de ellos.
Suzie recibió una llamada. Contestó.
— ¡Suzie! —. El demonio está apareciendo
—Ya lo sé, imbécil —soltó, colgando el teléfono.
El portal aumentaba su tamaño, la fuerza que comenzaba a emanar se volvía mucho más poderosa constantemente. Vientos huracanados comenzaron a generarse en el lugar, hasta que aquel aro de cristales apareció.
—Phecda —dijo Yuki
Aquel septentrión que llevaba por nombre “Phecda” comenzó a dar algunos giros extraños.
—“Usted ha recibido un nuevo Death face” —se escuchó repetidas veces
El celular de Kenshí recibió uno.
—Yuki…—dijo casi en un susurro
Yuki lo observo por el rabillo del ojo.
—Takato, atácalo —dijo Suzie
Takato obedeció, movió su celular activando ese resplandor en su puño de nuevo. <<Zeus>> dejo de observar a <<Neptuno>> y se giró para toparse a <<Phecda>> el cual seguía inerte.
— ¡Ahora, <<Zeus>>! —ordenó Takato
El imponente ángel blandió su espada y lanzo una potente cantidad de rayos hacía el septentrión, generando una explosión.
— ¿Lo destruyó? —pregunto Eris mientras limpiaba el polvo de su cara
—No —dijo Kenshí
<<Phecda>> seguía en su lugar. Sin algún rasguño, con aquella electricidad rodeándole, comenzó a girar hasta que cada uno de los cristales en su cuerpo comenzaba a brillar tan intensamente que justo por el centro del gran aro, se creó una energía, y la disparó.
—<<Neptuno>> —grito Kenshí.
El demonio obedeció los deseos de su amo, fue lo suficientemente veloz como para tomar a Takato y quitarlo del camino.
— ¡Takato! —Eris corrió hacía él
La explosión del ataque había dañado la parte trasera del área, aquellos que se encontraban ahí, habían sido aplastados.
— ¡<<Neptuno>>! —gritó Kenshí
El demonio junto al gran ángel, comenzaron a atacar al septentrión, pero no le provocaban ningún daño. Al parecer el demonio lograba absorber la energía de cada uno de sus ataques y regrésalas con mucha más potencia.
— ¡Es inútil, Kenshí, esto no está funcionando! —dijo Takato poniéndose de pie. Kenshí giro a verlo y lo volvió a ver por segunda vez en aquel día.
Aquel resplandor en la pared, el Death face lo mostraba. Sus pupilas se dilataron. Su rostro se tensó, Eris sabía a qué se debía aquello.
—¡¡Detente, <<Neptuno>>!! —intento gritar, pero el demonio atacó. Energía que el septentrión absorbió de nuevo y disparó. Disparó justo donde se encontraban Yuki y Suzie, y Yuki empujo a Suzie fuera del ataque, pero él lo recibió todo de lleno, sin tener oportunidad alguna de salir vivo de él.
Kenshí cayó de rodillas.
Suzie se puso de pie algo sorprendida, harta por todo esto. Por primera vez, tomo su celular y su puño comenzó a emitir energía color negra y aquel fiero león negro de ojos azules aparecía, <<Leo>> atacó al septentrión y lo partió en dos con sus garras.
Todos los demonios desaparecieron del campo de batalla.
—Ustedes —dijo Suzie observando la sangre a sus pies —. Vienen conmigo —. Kenshí y Eris, no estaban en sí.
