CAPÍTULO 01 | Amistad o algo más

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Un día más de escuela para nuestros protagonistas, ambos inician el día de manera que cada uno demuestra que tienen rutinas completamente diferentes

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Un día más de escuela para nuestros protagonistas, ambos inician el día de manera que cada uno demuestra que tienen rutinas completamente diferentes. 

Iniciemos contando la rutina de Leonardo, al ser un chico muy organizado con cada aspecto de su vida, suele tener una rutina de mañana muy clara que sigue día a día; pero al quedarse despierto por gran parte de la madrugada no puede evitar hacer dicha rutina muy somnoliento por lo que luego de ir al baño a cepillar sus dientes siempre toma religiosamente su taza de café preparado por su madre antes de ir al trabajo. Luego de desayunar, va por una ducha para luego colocarse el uniforme ya planchado y organizado desde la noche anterior. Finalmente, arregla su cabello, se coloca perfume y alguno que otro accesorio. Hoy que hacía algo de frío, decidió colocarse una bufanda.

Ahora pasemos al intento de rutina de nuestra pelirroja, si es que podemos llamarlo rutina... Suena la primera alarma y como puede intentar apagarla, aún con los ojos cerrados. Suena la segunda alarma y esta vez simplemente baja todo el volumen del teléfono y se acomoda bajo sus sábanas calentitas y acogedoras. Pasan alrededor de veinte minutos hasta que alguien abre la puerta de su habitación sin hacer mucho ruido, dicha persona camina hasta ella de manera sigilosa, mira a Ramón de reojo que solo lo miraba desde su camita sin darle mucha importancia; acto siguiente, el chico se lanza sobre ella haciendo todo el ruido posible. La pelirroja se queja con su gemelo y lo empuja botándolo de su cama e intenta seguir durmiendo; pero él al conocerla muy bien sabe que tiene que botarla de la cama por lo que lo hace y para esto ella ya está lo suficientemente despierta.

       — Te odio. — menciona ella de camino al baño para darse una ducha.

       — Me amas. — afirma Marco, su salvador de llegar tarde a la escuela.

Termina su ducha, se coloca su bata y va a su habitación a vestirse con el uniforme que está arrumbado sobre la silla de su escritorio. Pasa su mirada por toda su habitación buscando de su mejor amigo, Ramón.

       — ¿Ramón? ¿En dónde estás? — pregunta mientras lo va a buscar por el apartamento, habitación por habitación. Llega a la cocina y encuentra a su madre preparando el desayuno, su amorosa madre la saluda con un fuerte abrazo y un beso en la mejilla, para luego preguntarle porqué aún no tenía puesto el uniforme y regañarla porque solo le quedaban veinte minutos antes de salir de casa. — Es que no encuentro a Ramón, mamá. — dice mientras mira dentro de los gabinetes, su mamá ríe y la golpea en la frente. 

       — ¿En serio crees que Ramón esté ahí? — pregunta riendo su madre, mientras la ve revisando dentro del horno. — A lo mejor salió. — El recuerdo de lo que pasó la noche anterior llega a su mente y se hace una idea de en donde puede estar su felino. — ¡Ya ve a cambiarte! ¡No quiero que me vuelvan a llamar por tardanzas! — dice mientras la empuja fuera de la cocina.

       — ¡El vecino! — dice para luego correr a su habitación a colocarse su uniforme y rápidamente bajar al departamento de Leonardo. Algo avergonzada pensando como terminó la conversación la noche anterior piensa si realmente es necesario hablar con él o simplemente llamar a Ramón y esperar a que el gato regrese a casa. Para su buena o mala suerte, el vecino pasa por la puerta de la oficina de su madre y ve a la pelirroja en la ventana perdida mirando algún punto fijo; mira al felino en sus brazos muy cómodo.

Solo por las nochesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora