UNO.

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Eber bajó del pequeño escenario con una sonrisa gigante en su rostro, mirando lo feliz que estaba Joel con su discurso.

Yoandri y los demás comenzaron a molestar a Zabdiel, insitándolo a que diera su discurso. Rodando los ojos se levantó de su asiento luego de unos diez minutos, cuando ya todos habían vuelto a sus conversaciones, pensando que el pelirrojo había sido el último.

Soltó una risita cuando sus amigos comenzaron a festejar el verlo de pie, y caminó pensando qué decir.
Al estar ahí, frente al micrófono, no se le ocurrió una mejor idea para llamar la atención de todos, que utilizar al ídolo de Joel.

— I found the love... For need. Darling just no me la sé —canturreó y todos rieron—, follow my lead. I found the man... Beatiful and sweet. And never new you are the somewhere, waithing for me... ¡Basta! Esto es muy difícil... —vió a Joel reír, escuchando a los demás hacerlo también y sonrió— ¿Ya ves que te quiero? Tú siempre dices que no.

—¡Me amas! —gritó el moreno tirándole un beso y Zabdiel sonrió un poco incómodo, al no saber que hacer con eso.

Le guiñó un ojo.

—Por supuesto, eres mi mejor amigo.

Guardó silencio un momento, concentrado en la sonrisa de Joel y luego retomó la voz en el micrófono.

—A ver, yo creí que esto de los discursos había terminado y no sé qué decir justo ahora —rió para sí mismo—. La verdad es que no quería pasar porque no tenía nada planeado y justo me acordé de mis días de estudiante, cuando no ponía atención y me escondía para que el profesor no me preguntara nada, pero terminaba haciéndolo porque me veía sospechoso.

Escuchó más risas, posiblemente su discurso sería así, un tanto divertido.

—Estaba tan feliz, yo pensé: "sí, Joel no me dijo nada sobre un discurso, ya la hice"... Pero no. Perdonen mi vocabulario, pero debo culpar a esos idiotas de allá —señaló al pelinegro y otros de sus amigos—, me obligaron a subir aquí, y sé sus intenciones, pero le voy a fallar, aquí voy a hacer el ridículo con provecho y no por quedarme callado.

Sus amigos sonreían ampliamente, estaban tan felices como Joel.

—Ahora sí —miró a la mesa principal—, antes que nada, Joel, Eber, felicidades por esta unión. Soy testigo que esto lo esperaban ambos hace mucho, no sé exactamente de qué forma lo deseabas Eber, pero Joel... ¡Dios santísimo! —pasó una mano por su cara recordando a Joel y los novios rieron— Estaba emocionadísimo aún antes de la propuesta. Cada cita que tenían, él corría a mí y me decía con su voz chillona: “... ¡Zab! ¡Gordo! ...” ¡Óigame no! —se interrumpió él mismo, negando al recordar que le decía gordo y todos carcajearon con fuerza— Bueno, ya, serio. “... ¿Que crees? Hoy, estoy seguro que es hoy ...”, y cuando yo le preguntaba que iba a pasar ese día me respondía; “... ¡Que hoy me pide matrimonio, hijo! ...” —sonrió divertido haciendo los cambios en su voz—. Y sí, cada vez que su frase iba a terminar con hijo usaba un tono bien ñero. Pero jamás entendí esos cambios repentinos en su voz, y además no sé por qué emocionado por Eber sonaba muy agudo, si cuando se emociona por otras razones siempre sale su voz normal... Pero bueno, supongo que es parte del enamoramiento.

Pudo mirar con detalle como los recién casados se miraban con un brillo en los ojos cuando decía eso, ambos se sonrieron y unieron las manos, entrelazando sus dedos.

Volvieron a mirarlo luego de un corto beso.

Sonrió y los señaló.

—¿Ven? ¡Se los dije! Esto es amor puro gente... ¡Dímelo papi! —escuchó un chillido de Yoandri a lo lejos y rió, al pelinegro le daba ternura su frase— Búsquense un amor así, fuerte y real, algo que valga la pena.
A veces uno puede pensar que está con la persona correcta, pero por una u otra razón, ya sea decepción o porque te encuentras a alguien que te hace ver las cosas diferentes, te das cuenta que no eres feliz, o sí, pero no con quien deberías. A veces uno puede confundirse —miró a Joel con una sonrisa y negó cuando el moreno bajó la mirada—, en ocasiones puedes querer tanto a alguien, que llegas a pensar que estás enamorado, lo enamoras y cuando te das cuenta que te confundiste simplemente te vas, antes de causar un daño, aunque talvez ya lo has causado... —su voz bajó bastante y todo estuvo silencioso, hasta que sonrió nuevamente y con entusiasmo habló—¡¿Pero este no es el caso, verdad?! Aquí, éstos dos se aman, y hay que aprender de eso. Digo, no todos, muchos se han amado desde mucho antes que tuvieran que cambiar los pañales del virgo... —rió mirando como la boca de Joel se abría, sintiéndose ofendido—. No, mentira, de Joel chiquito, precioso, bebé, mi vida.

—¡Ya párale, lambizcón!

Gritó el bebé de los Pimentel, Gabriel, y Zabdiel soltó una carcajada.

—Bueno, ya... Sigan comiendo mientras hablo porque me voy a tardar —Joel sonrió para él, como pocas veces lo hacía desde que comenzó a salir frecuentemente con su esposo, aún en el noviazgo.

Le correspondió, gustoso.

—¿Saben? Hace un momento recordé las canciones de Juan Gabriel, nada tú harás en la vida, nada lograrás, nada lograrás, sin un amor... —cantó—, luego esa de yo no nací para amar, nadie nació para mí, tan sólo fuí un tonto soñador no más, y estaba a punto de tirarme a chorar, pero me dije; no, no, no, no Zab, tú estás bien guapo, ponte a buscar alguien que te guste... Y que miró pa' todos lados y no encontraba nada, pero miré junto a mí y ya iba a golpearme por lo ciego que soy... Yoyo, te alabo, eres lo más bello que he visto hoy, deberías casarte conmigo —le sonrió coqueto y Yoandri se sonrojó, mirándolo fijamente—. La verdad es que sí, yo jamás te había prestado tanta atención y me sorprendí cuando lo hice. Joel —lo miró de nuevo—, a tí te observé mucho desde que te conocí, y pensé lo mismo, ahora puedo decir que Eber y tú tienen suerte de tenerse, porque chico perfecto mas chico perfecto, es igual a pareja, vida, bebés y familia perfectos.

Carraspeó, recordando lo que había pasado poco antes de subir ahí.

—Yo tuve un reloj de pulsera que amaba demasiado cuando era niño, era del hombre araña... —soltó un suspiro, las emociones comenzaban a llegar a su cabeza—, mi madre decía —Joel estaba atento, pero al escucharlo hablar de su madre no quiso ni moverse, sabía que si la mencionaba más de tres veces lloraría— que mis ojos brillaban cuando lo veía, yo jamás creí que eso fuera cierto, pensaba que ella era mentirosa porque los ojos de todos brillan con la luz del sol o los reflejos de cualquier cosa, pero papá dijo que era verdad, que cuando algo te gusta mucho tus ojos brillan, y si no le creía sólo debía ver sus ojos al mirar a mi mami —"mami", esa era la forma de llamarla como una advertencia de su subconsciente para que dejara de hablar de ella—. Le dije que me daba cuenta que era así, pero sólo fue una mentira para que no me dijera nada, porque jamás capté ese brillo que tanto mencionaban.

Paró para alzar un poco el micrófono, ahora que le dolía un poco el cuello se daba cuenta que estaba más bajo de lo que él soportaba.

—Hoy, pude darme cuenta que es verdad.
Jamás antes, a pesar de que siempre lo veía con detalle, había podido ver que sus ojos brillaran con nadie. Sí gente, mientras él se peinaba yo lo escuché cantar, mientras se ponía esa rara corbata lo ví bailar y cuando tomó la mano de su esposo, el señor Joel sonrió, demostrándome que he sido bien distraído todos estos años cuando estoy cerca de una o más parejas de enamorados, porque sus ojos brillaban de forma radiante, como estrellas. Y me demostró también, que nunca antes había amado a alguien, como lo ama a él.

El pelirrojo besó el cabello de Joel, sin percatarse que cuando comenzaba a sonreír con las boberías o palabras cursis de Zabdiel, su gesto era borrado por él mismo, haciéndole sentir culpable con sus frases tristes.

—Arreglando los planes de la boda me dí cuenta que no se había preocupado tanto, ni cuando tenía exámenes en la universidad y no estudiaba. Yo no puedo creer que Joel se haya graduado, si nunca hacía su tarea por quedarse a ayudarme a mí, y cuando iba a verlo a su facultad, parecía mucho, muy tranquilo. A excepción de esa vez, cuando vió por primera vez a su loco —rió—, pero eso lo diré después, voy a poner orden.
Él me pidió que fuera su padrino, ¿Y saben qué dije? —negaron— ¡Por supuesto que saben, no sean chismosos!

Rieron fuertemente, haciéndolo sonreír.

—Bueno, pero hay una razón para haber dicho que no...

Cuando te amé || Jobdiel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora