El jabón, el otaku y el emo

Capítulo 3: "Luciano y Rodrigo"

Rodrigo conocía a Luciano desde hace muchos años, prácticamente desde el comienzo de su infancia.
Desde pequeños el uno estaba para el otro, y nunca se separaban. La unión era tan fuerte que si Luciano necestiaba algo Rodrigo ya sabía que era, aunque no le haya dicho qué era.
O cuando sus miradas se cruzaban y ellos decifraban lo que querían decir; tenían -y tienen- esa conexión tan envidiable por ser perfecta.

Su relación comenzó cuando ambos se encontraban en 2do año de secundaria. Experimentando muchos cambios y demás ambos se dieron cuenta de que estaban enamorados, uno del otro.
Y una tarde de sábado cualquiera, a mitad de año, Luciano se encontraba camino a casa de Rodrigo, con el preciso plan de confesarle sus verdaderos sentimientos hacia él , y la pequeña esperanza de que estos sean correspondidos.
Al llegar a casa de Rodrigo, Luciano tocó la puerta esperando una respuesta, a lo que salió Rodri a abrirle; le invitó a pasar y se quedaron jugando a algún jueguito virgo por dos horas.
Dos horas en las que Luciano pudo relajarse, los habitantes de esa casa se fueron  y, luego de que Rodrigo vaya a buscar algo que tomar, Luciano encontró la oportunidad para decirlo todo.
Cuando Rodri regresó su invitado especial le pidió que se sentara en la cama, junto a él. Y así ambos quedaron frente a frente.
Luciano lo soltó todo sin pensarlo dos veces; le dijo que realmente estaba enamorado, toda la felicidad que sentía cuando lo tenía cerca y cuánto lo necesitaba.
Y cuando terminó de hablar, levantó su cabeza, mirando a los oscuros y extraños ojos manchados de Rodri, quien estaba demasiado cerca, y en un segundo ya ni siquiera estaba lejos o cerca, pues casi era parte de Lu, cuando ambos labios se juntaron y dejaron de ser dos almas; eran una.

Luego de esa tarde de sábado, una tarde hermosa en la que el sol se escondía en el cielo rosado/anaranjado, Rodrigo y Luciano sellaron su amor eterno, su amor secreto y tan eterno como Mirtha Legrand.