Capítulo 4 "Delirio y Desconsuelo"

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YVAINE

Capítulo 4 "Delirio y Desconsuelo"

El mar...

No podía tratarse de otra cosa más que el mar...

La temperatura tan baja, que recorría su cuerpo entero, le llevaba a tiritar, mientras su carne amenazaba con sucumbir al congelamiento. De continuar de aquel modo, se cubriría de escarcha, pero todo aquello a su alrededor... todo aquello destruyéndolo, no importaba. Estaba seguro que nadie podría sacarlo de ahí. La oscuridad era tan profunda que solo podía dejarse engullir, mientras caía en medio del flote en las aguas que lo mecían en medio de su quietud. Estaba seguro que su piel desnuda no soportaría el ataque del hielo de tal forma.

No había rey, no había bestia, solo él, con el veneno que lo recorría por entero y que finalmente lo había derribado, cual buscara su final ineludible. Después de todo ese tiempo asustado y ocultando su sentir de su amor... su gran y único amor. Había terminado... podría descansar.

Separó los labios al sentir el alivio recorriéndole el pecho, con lo que el poco de aire que aún guardaba, se escapó, chocando de inmediato con los componentes del agua, reflejado en algunas burbujas.

Mismos labios que yacían separados y jadeantes, escurriendo líquido grumoso oscurecido por el paso del tiempo. Con los colmillos sumamente pronunciados, volviéndolo un ser de sangre, garras y carne.

La bestia, con todas sus características vigorizadas, yacía parado en una rama de un cedro alto, en el que sus alas se confundían con la frondosidad de los árboles en lo nocturno. Sus músculos tensos, cuyas fibras asemejaban al estiramiento, brindaban espasticidad a sus movimientos, notándose entre dolorosos e innaturales, cual el alimento que había logrado obtener finalmente se hubiera adaptado a su interior, acrecentando su fuerza dentro de aquel cuerpo una vez esbelto como un delicado pero aguerrido príncipe, ahora pavoroso guerrero.

Los pantalones ceñidos a su figura, deshilados por la brusca racha de acontecimientos que lo han llevado de un lugar a otro en aquella condición, parecían no poder contenerlo más en tal estado. Deslizados un tanto más abajo de las crestas sobresalientes de su cadera que al haber perdido su fajín, revelaban su bajo vientre, mientras el ocupante entre sus piernas mostraba un crecimiento equivalente con su imponente presencia, cual buscara su propia liberación y satisfacción, denotando la incomodidad que le acompañaba con aquella respiración desigual.

Las gemas doradas resplandecieron al nivel de su rostro, apenas visibles entre sus mechones lacios, que, mecidos por el viento de la noche, le cubrían. Pero siguieron el movimiento de la manada de perros con que los soldados se habían adentrado en el bosque. Las antorchas resonaron en sus pupilas, como un temor anidado en su pecho desde pequeño. Ser perseguido para ser asesinado... era algo que conocía muy bien.

Estaba por tirarse desde tal altura, cuando la sensopercepción le atinó a voltear a la izquierda, para esquivar una flecha, seguida de dos más que no pudo más que repeler de un golpe con el ala. Blancura que lo había delatado, para recibir una cuarta en el hombro al quedar descubierto. El rugido que salió de garganta se escuchó por toda la zona. Obligando a los soldados a cambiar de rumbo y dirigirse con pasos rápidos hasta el lugar.

—¡Puede volar! ¡Esa cosa puede volar!

Los gritos ensordecedores se acrecentaban a medida que el espacio que la separaba de su víctima se reducía. Corría con todas sus fuerzas, mientras el sonido de los alaridos humanos, inundaba el lugar.

¡Por favor resistan!gritaba en su mente, mientras su larga cabellera castaña se mecía al viento, a su paso. Con la espada desenvainada y el látigo listo, detuvo el paso agitado que llevaba, con el llegar a la basta planicie rodeada de árboles. Miraba a los alrededores y no notaba nada. Los hombres tras ella, empezaron a amontonarse esperando órdenes.

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