Shasha miraba las flores que habían en el jarrón de su cuarto con seriedad. Recordaba toda su vida pasada, llena de desgracia y de muchas cosas. Miró su calendario y lo cogió con cuidado, y sin mirar señaló un día en concreto, 25 de septiembre. Recortó con unas tijeras los demás días exceptuando el 25 de septiembre y puso en el último día. Fue a su trabajo temporal y le dieron la paga que le daban, ella trabajaba en un almacén donde le pagaban 100 Euros a la semana. Se marchó del trabajo y luego volvió a casa y reunió todo el dinero en un sobre para su madre.Ya era 25 de septiembre, Shasha fue caminando hasta llegar al bosque, escuchaba el sonido del viento haciendo movimientos en las hojas de los árboles. Se acercó al acantilado del bosque, decían que en aquel lugar, mucha gente había muerto. Ese lugar tenía mucha fama de aquello y lo empezaron a llamar "El acantilado de los muertos". Para Shasha, era un billete hacia la libertad y tranquilidad, tanto para ella como para todo el mundo.
- Bueno... Nadie se preocuparía por mi... - decía ella
Caminó un poco más al borde de aquel acantilado, estaba a punto de caer, pero alguien le agarró del brazo evitando que cayera al oscuro acantilado.
- ¡Demonios! ¡¿Qué diablos pensabas hacer?! - le gritó un chico del que ella ya conocía
- ¿T-Tim? ¿Que haces aquí? - cuestionó Shasha mirándolo fijamente
- Te vi entrar en el bosque, pensé que ibas a sacar fotografías o a dibujar, pero cuando noté que no llevabas la mochila donde llevas tus cosas... Pensé lo peor... - decía Tim con la cabeza baja
Ella le miro fijamente, parecía arrepentido. Shasha con duda le preguntó:
- ¿Acaso le importo a alguien? A nadie le importa que hubiese muerto ahora mismo, hubiese sido una carga menos en mi familia y en este mundo... ¡Maldita sea Tim! ¡Entiéndelo de una buena vez! ¡A NADIE LE IMPORTO! - decía ella entre lágrimas y empujándole levemente
Ella le empujaba flojo, ya que ella no tenía mucha fuerza que ejercer. Tim veía las lágrimas de Shasha caer por aquellas mejillas, rojas como su nariz. En eso Tim le dijo:
- Yo... Lo siento... No quería causarte estos problemas en tu vida... -
Ella se secó las lágrimas y con seriedad le miro y le dijo:
- Deberías haber dicho eso cuando necesitaba ayuda... -
Tim, miro con asombro a la chica y ella se fue. Volvió a su casa y al llegar, le llegó a sus fosas nasales un olor bastante dulce. Olía a chocolate caliente. Llegó a la cocina y vio a su madre preparando chocolate.
- Hola mamá - dijo Shasha saludando a su madre
- Oh, hola cariño - respondió la madre con una sonrisa mirándola - He preparado chocolate caliente, ¿quieres? -
Ella asintió y se sentó en la mesa de la cocina con su madre.
- Cariño - dijo la madre llamando la atención a su hija - Quiero hacerte una pregunta -
La madre parecía seria en ese momento, a Shasha le recorrió un escalofrío por la espalda y miro fijamente a su madre
- ¿Por qué en un calendario pone en el día de hoy "último día"? - preguntó ella
Shasha se puso pálida y un montón de cosas le empezaron a rondar en la cabeza.
- E-Es que... hoy era el último día de un trabajo de Fundamentos del arte - decía ella temblorosa
- ¡Estas mintiendo! - gritó la madre dando un manotazo en la mesa
Shasha se asustó cuando hizo aquella acción, la madre tenía los ojos llorosos.
- Dime la verdad... ¿te ibas a suicidar? - decía la madre aún con la mirada fija en ella
Shasha bajó la mirada, varias lágrimas caían de sus mejillas. Ese silencio le indicó que le estaba dando la razón. La madre se levantó y se dirigió hacia su hija y le agarró de los hombros con fuerza.
- ¿¡Por qué has querido hacer eso?! !A caso no sabes que hay gente que te quiere! - gritaba su madre mientras agitaba los hombros de Shasha
Shasha aún no la miraba a la cara. A ella nunca le ha gustado mirar a la cara, se siente muy nerviosa cuando le pasa eso. Su madre aún seguía gritando a la chica y Shasha sintió por primera vez que iba a explotar muy enfadada a su propia madre. Podía aguantar las ganas, hasta que su madre, le hizo un comentario.
- ¡Nunca nos cuentas nada! ¡Siempre te encierras en tu cuarto y no te relacionas! ¡Nunca voy a entenderlo! -
Eso ya le hizo explotar a Shasha. Se soltó del agarre y empezó a explicar muy enfadada.
- ¡¿No sabes el motivo del porque no me relaciono?! ¡Muy sencillo! ¡Me empezáis a juzgar y decirme cosas que pueden desanimar a la gente! ¡Me empezáis a juzgar mis gustos! ¡TODO! ¡SIEMPRE HACÉIS LO MISMO! - gritaba Shasha llorando por la frustración - Y yo quedándome callada como una idiota... -
La madre se quedó callada y se volvió a sentar. El silencio empezó a invadir en la sala. Shasha se levantó y se dirigió a su habitación. Cogió una mochila y se fue al parque.
Mientras iba caminado, Shasha se quedaba pensando en lo que dijo: "me he quitado un peso de encima... me siento un poco más ligera al haber soltado algo de lo que sentía..."
Sus pensamientos fueron interrumpidos, por una voz que le resultó familiar, era su antigua mejor amiga Angi. Estaba hablando con sus nuevos amigos, era de esperarse, ya no estaban en el mismo instituto y tiene nuevos amigos. Shasha saco de su mochila su libreta y empezó a dibujar y a tararear.
- ¡Vaya! Cuanto tiempo sin verte Shasha - dijo una voz
Ella miro hacia donde se dirigía la voz, era Angi
- ¿No vas a saludar a una amiga? - dijo ella con una sonrisa un poco arrogante
Eso le hizo fruncir el ceño a Shasha, estaba harta de tanta falsedad. Cerró los ojos y suspiró frustrada.
- ¿Ahora quieres hablarme? De todo este tiempo que me podías haber hablado y preguntarme cómo estaba o si había hecho amigas en mi nuevo instituto - decía Shasha desviando la mirada a su libreta, evitando hacer contacto visual - Me quedé esperando un mensaje tuyo como una idiota -
Al parecer, eso hizo enfadar a Angi.
- Yo al menos miro a la cara a la gente cuando me hablan, no como tú, que miras siempre al suelo evitando hacer contacto visual - dijo Angi enfadada y con tono de burla
Shasha cerró su libreta y guardó sus cosas.
- Si me disculpas, "amiga", me voy a casa, tengo cosas más importantes que hacer, que escuchar a alguien a quien no le importo - decía Shasha mientras se levantaba y se iba caminando
Llegó a su casa, Shasha no quería entrar por la discusión que había tenido con su madre, pero no tuvo más remedio. Suspiró y entró en casa recibida por los gritos de su madre hacia ella, llamándola estúpida, vergonzosa, payasa... Shasha tenía la mirada baja y caminó por su lado ignorándola por completo, pero cuando llegó a su habitación empezó a llorar en silencio, mientras se abrazaba a sí misma.
No sirves para nada... Nunca vas a encajar... No eres buena en nada...
Esas palabras nunca se le fueron de la cabeza, esas palabras que le hacían daño. Ella siguió llorando hasta que se quedó dormida.
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Mirada al suelo
No FicciónUna historia basada en la rutina de Shasha Castro en su día a día, lleno de muchos recuerdos del pasado y de muchas cosas más.