Capítulo 4

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Capítulo 4

No me costó mucho irme a vivir con él, yo ya era adulto y mi madre apenas estaba pasaba por casa. Aunque la quería como cualquier hijo quiere a su madre, nunca le cogí demasiado apego por el hecho de estar todo el día trabajando.

Cuando mi padre murió en un accidente automovilístico mi madre y yo nos quedamos solos, y desde los trece años me estuve cuidando sólo, ya que a ella sólo la veía algunas noches que llegaba pronto de trabajar y algún domingo salteado. Claro que la quería, pero ni ella me conocía a fondo a mí ni yo le conocía a ella. Ahora mismo, apenas nos vemos por la diferencia de nuestros horarios laborales, y a pesar de ello la sigo queriendo.

No llevé todas mis cosas al pequeño apartamento de Jacob –el cual estaba sólo a unas calles de mi casa-, sólo lo más importante e indispensable; mi ropa, objetos personales, libros… Me encantaba leer, incluso ahora me gusta en mis ratos libres. Me entretenía con todo tipo de escritos, desde novelas románticas o de terror a las etiquetas que ponen en los envases de tetrabriks. Que no me gustase estudiar no quería decir que no me gustara leer, después de todo, estaba estudiando para poder ser un gran escritor algún día, uno conocido internacionalmente. Gané muchos concursos con mis pequeños relatos, tenía talento y lo sabía. Y eso sumado al hecho de que adoraba escribir, hizo que quisiera dedicarme a ello.

Me acostumbré en seguida a tener a Jacob a mí alrededor, y a los pocos meses todavía me hormigueaba todo el cuerpo al despertar por las mañanas y verlo a mi lado, profundamente dormido. Puede que en parte todavía lo estuviera asimilando, porque se sentía como si estuviera en un sueño, un dulce sueño del que no quería despertar. No perdía oportunidad de enredar mis dedos entre sus mechones negros, suaves y ondulados, y su sonrisa no hacía más que enamorarme cada día más. Dicen que el amor se apaga a los dos años de estar con una persona, pero cada año que pasaba yo lo quería más que el anterior.

Al acabar de estudiar, pude sacarme la carrera de periodismo, y publiqué algún que otro libro que se hizo bastante famoso. Jake se licenció en medicina, y empezó a trabajar de enfermero en un hospital de Barcelona. Pero no todo es perfecto en una relación.

Un día, después de mi jornada laboral, regresé a casa. Estaba ansioso porque había comprado varias cosas para hacerle la cena al peli-negro, era nuestro segundo aniversario de vivir juntos y quería sorprenderlo. Lo que me encontré en el interior hizo que las bolsas de mis manos cayeran al suelo emitiendo un ruido sordo. Salí de nuestro cuarto lentamente, tapándome la boca con manos temblorosas evitando que cualquier sollozo pudiera salir de ella. Las lágrimas corrieron por mis mejillas, la imagen de Jacob acostado con otra mujer en nuestra cama me confundió y entristeció, pero sobre todo me enfadó. Decidí empezar a hacer la cena e ignorar momentáneamente lo que acababa de ver, intentando serenarme y no llenar la comida de lágrimas. Confiaba ciegamente en Jacob, pero aquella situación era para malpensar y desconfiar, me costaba a aquellas alturas creer que no me engañó.

Al poco de terminar de hacer la cena, una mujer que rondaba mi misma edad, rubia y de ojos azules se plantó en medio del salón, mirándome confundida. Me sorprendí al verla tremendamente pálida, parecía realmente enferma y débil. Dirigí mi mirada al hombre moreno que se posicionó a su lado y que, en verme, una sonrisa iluminó su bello rostro. Jake vino hacia mí y me abrazó, susurrándome un “te quiero” en el oído. Y no pude apartarlo, aunque estaba realmente enfadado sólo lo abracé contra mí sin dejar de mirar a la chica, que parecía realmente desorientada.

-¿Quién es?- le pregunte al separarnos.

-Luego te cuento, ahora tenemos que ponerla a dormir.

Fruncí el ceño sin dejar de mirarlos a ambos acusativamente. Jake pareció darse cuenta, ya que soltó una suave risa y me hizo un pequeño gesto con la cabeza, que en él significaba que todo estaba bien. A regañadientes, le ayudé a traer mantas y acostamos a la mujer en el sofá, quien se quedó dormida al poco tiempo de que su cuerpo contactara con la calidez de los cojines de terciopelo negro.

A SOUL UNDER THE RAIN (Homoerótica)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora