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El español tocó la puerta, las ovejas se veían a lo lejos junto con el pastor que se dedicaba a cuidarlas, España levantó la mano hacia el hombre y la movió para saludarlo y este también le saludo desde la distancia
España volvió a fijar su mirada a la puerta de madera y abrió la puerta la joven chica, Perejil
Cuando la niña abrió la puerta levantó su mirada encontrándose con los ojos esmeralda del español, ella se quedó mirando unos instantes y de inmediato sonrió, en un pestañeo la niña se abalanzó contra España abrazandolo fuertemente
—إسبانيا!
La niña sonrió mientras abrazaba a España
—Mi niña... ¿Como has estado? ¿Como esta tu hermano?
La mirada de la niña se entristece
—Vélez esta fuera... como siempre, el esta muy ocupado en la zona de la milicia de su territorio que no habla con nadie sus superiores me dicen que ni siquiera quiere descansos asi que... no viene aquí
España acarició la cabeza de la chiquilla
—Tranquila mi niña...
España también estaba preocupado no iba a mentir, Vélez no quería hablar con nadie, tal vez... nunca podría superar el echo de que Al-Andalus nunca lo acepto como su hijo, el echo que su padre le negara le dejó marcado de por vida
Entonces la niña se giro y señaló la distancia
—España... ¿Que es eso? ¿Trajiste a uno de las CCAA?
El español se giro extrañado mirando a la figura que se acercaba
—No... yo no traje a nadie
La figura se acercaba España puso detrás de él a Perrjil para protegerla en caso de que sea necesario pero...
—...¿Vélez?
España abrió los ojos, si, era el niño que entró a la milicia, el niño olvidado por todos
Perejil corrió hacia su hermano el chico estiró sus brazos y sonrió mirando a su hermana
Ambos hermanos se fundieron un un gran abrazo entre sonrisas y lágrimas de los dos chiquillos
