Encuentro

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*Narra Spike*

Una luz me llega directo al rostro.
Abro el ojo y veo como el sol se filtra a través de la ventana.

Me pesa todo el cuerpo y el dolor no ha disminuido ni un poco.

Estoy tirado en el suelo de la habitación de Robin.
Por la proyección del sol en la ventana debe estar amaneciendo, estuve inconsciente prácticamente un día entero, maldito cuerpo débil.

Observo el desorden que me rodea mientras acumulo fuerzas para ponerme en pie.

La atmósfera está rodeada por un particular olor a galletas.

Debajo de la cama un par de arañas compiten por devorar una mosca, en el forcejeo la terminan partiendo en dos y cada una se aleja para desayunarse su pare.

También debería comer, no he probado bocado en más de un día.

Doy media vuelta, me apoyo sobre la cama y me levanto despacio.

Cambio el tanque vacío del bolso y le pongo el que encontré, reviso que todo esté en orden y me lo cuelgo en la espalda.

El tanque está lleno hasta un poco más abajo de la mitad, no se si estaba así desde que lo encontré o en el afán abrí de más la válvula haciendo que saliera oxígeno en exceso.

Avanzo un poco esquivando cosas, más que todo juguetes de Ein, de los cuales la mayoría están intactos ya que al maldito perro solo le gusta entretenerse con mis cosas.

Me detengo frente a la biblioteca de Robin, la cual siempre me ha llamado mucho la atención ya que lo normal sería que estuviese ordenada en orden alfabético o por temas, pero esta está ordenada por colores. Es como ver un arcoiris cuadrado de dos metros de alto por dos de ancho, iniciando en la parte izquierda por los tonos más ocuros, pasando por diversos tonos de violeta, azul, verde, amarillo, rojo y así hasta el blanco.
Todo encerrado en gruesas repisas de vidrio cerradas con llave, que evitan cualquier ataque de Ein.

Observo en el reflejo de la biblioteca que una resequedad me cubre la mitad de la cara, es una larga película de sangre que baja hasta mi clavícula y parte del hombro.

Al menos se detuvo el sangrado, pero la erida no se ve para nada bien.
Las cortadas y el ojo presentan una gran hinchazón, acompañadas de una elevada temperatura corporal.
Necesito tratarlas pronto antes de que aumente la infección.

Salgo del cuarto y camino un poco hasta el baño.

Odio estár sucio.

Abro el lavabo y limpio con cuidado mi cara, el cristalino chorro pronto se convierte en un torrente rojizo.
Intento no humedecer las heridas ya que no quiero hacer que sangren de nuevo, ya he perdido suficiente sangre.

Busco una camisa limpia en mi cuarto para luego
bajar tambaleando las escalas y me dirigirme a la cocina.

El especial del día es... un emparedado, solo tengo fuerzas para preparar un emparedado.

Tomo un pan francés mientras me pregunto donde dejé el cortador de pan.

A la mierda el cuchillo de pan, en este momento no eres el chef Spike cocinando para un refinado comensal que se fije en que sus rodajas de pan estén cortadas a la perfección.

Agarro un cuchillo al azar entre los muchos que tengo y divido el pan en dos.

Saco de la nevera un poco de peperoni, queso mozarela, un tomate y un par de hojas de lechuga.
La comida se echará a perder pronto, la del restaurante debe estár igual, kilos y kilos de comida de primera que en un par de días serán despojos putrefactos.
Bueno, como diría Robin, no puedo hacer nada.

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⏰ Última actualización: Jun 13, 2020 ⏰

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