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—Ya he arreglado todo —le avisó a la muchacha entrando a la recámara.

Ella estaba acostada en la cama y al momento de escuchar su voz, se enderezó para poder verlo mejor.

—¿A qué te refieres? —respondió con su ya característica voz baja, con cierta confusión.

Llegó hasta el borde del colchón y se tumbó junto a ella sobre su espalda, estudiando su rostro cansado. No se percató rápido de que estaban realmente cerca uno del otro. Fácilmente si ella se agachaba hacia su rostro masculino o si él levantaba un poco su cara, podrían besarse.

—Por fin podré ayudarte en serio.

La chica se le quedó viendo un segundo y se apartó, sentándose sobre la cama.

Comenzaba a sentirse invadida por él y su presencia, cada día era más difícil controlar sus sentimientos, sus sentimientos hacia Darrell.

—Ayudarme —pronunció viendo al vacío, quizá ella ni siquiera quería ayuda, ¿o sí? No lo sabía.

—Me refiero a llevarte con un especialista —también se sentó y sin importarle incomodarla, se acercó a ella, tocando su cabello—, recuerda que yo dije que te ayudaría y así lo haré.

Tragó saliva y decidió no hablar, se sentía cansada y abrumada, sin saber qué hacer, qué decir, cómo actuar. Ya no sabía ni quién era o qué quería o sentía con exactitud. La confusión se instaló en su mente.

Esa mala costumbre de alejarse del moreno floreció como cada noche, así que con sutileza se deslizó a un lado, mientras él quería seguir tocando la cedosidad de su cabello color miel.

—¿Aún tienes hambre? —cuestionó, quería que hablase, quería oírla.

—No, en realidad no.

—De acuerdo. Posiblemente el jueves te llevaré a una terapia especial para tí, será por la tarde con una psicóloga que conozco desde niños, interesante, ¿no? —explicó con una sonrisa, se sentía sereno y útil en la vida de la castaña, sentía que ya todo por fin tomaría un rumbo mejor para ambos.

Su corazón de repente empezó a latir rápido, ¿terapia? ¿Psicóloga? ¿Hablar con alguien sobre cosas que no quería recodar? Volteó a verlo a los ojos, mostrando que estaba asustada con esa posibilidad.

—¿T-terapia? N-no, yo no quiero, Darrell —negó con la cabeza, uniendo sus propias manos en su regazo en un gesto tímido.

—¿Cómo que no quieres? Esto te ayudará mucho, Felixia, sé que tal vez te asuste pero es para tu propio bien —intentó tomar su mano pero ella se quitó con brusquedad, parándose de la cama.

—¡No, no quiero que me toques! —exclamó sintiendo que le quemaba la piel del terror, al recordar el miedo y el dolor que le había causado tanto maltrato.

Lo tomó por sorpresa la reacción, poniéndose también de pié, pero entendió al instante por qué ella se ponía así ante su contacto.

—Perdón. No volveré a hacerlo sé que-

—No, perdón —interrumpió ella, tratando de tocarlo pero en realidad no se atrevía, agachó la mirada—, yo... Yo lo siento. No creo que sea buena idea que me lleves ahí, no quiero —negó con la cabeza.

Sin darse cuenta de ello, el joven de ojos negros se puso serio, sus labios formaron una línea recta, entonces hizo que lo mirara, levantando su rostro hacia él.

—Yo prometí ayudarte, joder, y tengo qué llevarte, Felixia, no quiero que estemos así, no más —dijo firme, mientras la observaba y acto seguido, besó sus labios de imprevisto.

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⏰ Última actualización: Oct 21, 2019 ⏰

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