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Se rompió una guitarra negra contra una pared de color verde en un departamento en el centro de Londres.

Se escribieron un mínimo de quince canciones de amor sobre una cama llena de pañuelos que debajo de las sábanas ocultaba rabia.

Se lloró susurrando un nombre que ya no ocultaba nada.

Y se maldijo miles de veces el no haber sido solista en vez de crear una banda.

Let's kill love, but kiss me #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora