El rey blanco

22 1 0
                                    

Ya había pasado antes, el echo de que ella llegará por sorpresa a su refugio ya no le parecía tan extraño como al inicio que solía alarmarse por todo; después de todo una visita sorpresa siempre es bien recibida y más aún si se trataba de ella.

Esa noche en particular se encontraba reunido con el único hombre que era capaz de sembrarle terror aunque a él le gustaba describirlo como un cosquilleo de incertidumbre: Cross Marian era su padrino y también (aunque no le gustara) su socio en algun que otro negocio sucio pues el bajo mundo no descansa y cada día era una nueva oportunidad para producir dinero.
Dentro del refugio de Walker se encontraba un lugar apartado dónde siempre se reunían, la sala se fundía en el aroma de tabaco y alcohol fino que se contaba por varias botellas, copas llenas de Borbón los mantenían hidratados y animados al igual que dispuestos a la charla amena, si bien no estaban ebrios seguían lo suficientemente lúcidos como para seguir hablando de los temas que realmente les importaban pues los problemas que surgían en su negocio no se solucionarían solos; Los excesos y las cosas finas, trajes caros y joyas ostentosas ese mundo era así y Allen lo sabía, el echo de crecer, criarse y formarse al lado de esa clase de capo que era Marían le daba cierta ventaja sobre algún otro contrincante, sus pocos años eran la máscara perfecta para ser un blanco difícil de encontrar, su rostro joven no era impedimento para cada pensamiento que estaba fundamentado en la experiencia adquirida y la cicatriz que cruzaba su ojo izquierdo mostraba que no la había tenido fácil justo como debía ser para el jefe del mundo subterráneo del tráfico de armas y drogas. "El rey blanco".

Cross se puso en pie con algo de pesadez y copa en mano se encaminó a la barra que funcionaba esa noche como único testigo de ambos pues siempre que se encontraban lo hacían a solas y sin ningún personal sercano salvo la inmobiliaria que los rodeaba pues al fin de cuentas los muebles son mudos. –entonces te irás, al norte– soltó de pronto el mayor– no es un lugar precisamente cómodo para el negocio.
–es verdad que no lo es –el chico dio una calada a su cigarrillo para después continuar mientras sacaba el humo por las fosas nasales– pero será seguro mientras las cosas se calman un poco aqui.
–no puedes culpar a nadie salvo a ti, esa acción de sacar a Cristian del juego…
–fue repentina, lo se– hizo una pausa para dar un trago a su copa y continúo– pero si no lo hacía ahora el nos daría más problemas que dinero con sus ideas de meter más de nuestra gente en la policía.
La charla fluida fue interrumpida por tres golpes ligeros –señor, la señora Lee, esta aqui– anuncio uno de los hombres de Walker que sin abrir la puerta continuó– quiere verle en privado, esta ahora mismo en el estudio.

Marian le lanzó una mirada curiosa, en todos sus años de camaradería jamas le había conocido a alguna mujer y justo ahora escuchar por primero "señora" sabía que después de todo el chico no era tan inocente como aparentaba.
–¿señora Lee? ¿Alguna ves has tomado una mujer sin dueño? –replico Marian– ahora comprendo el porque tienes que irte, si ella no pertenece a este círculo no solo tú te pones en peligro, mocoso.
–deja el sermon, ella sabe que hago y lo que soy, así que no es ningún secreto, además su marido es un inepto.
–nungun hombre es lo suficientemente despistado como para darse cuenta que es otro aroma el que ahora rodea a su esposa.

Allen se puso de pie pesadamente del mullido sofá en el que ya tenía un par de horas tumbado. acomodo su saco, su copa la dejo un momento olvidada en la mesa pequeña de centro y a paso lento salió de la sala no sin antes lanzar un gesto a Marian, un gesto con su mano de que lo esperara.

Su refugio era una de esas casas que esperas que tenga por propietario a un inversionista en lugar de un mafioso al estilo del "padrino" o un remedio de Alcapone. Muros pulcros en acabados lizos y pasillos que siempre se iluminaban a media luz, eso le agradaba y también le inspiraba sueño y calma; para el sin duda alguna era el mejor sitio del mundo.

Sus pasos lo dirigieron hasta el estudio y apenas cruzó la puerta sus ojos se encontraron con el moretón que ella llevaba con vergüenza en la cara, el rastro de sangre en sus labios y la forma en que ella se veía inusualmente más pequeña, tragó en seco en un mantra piadoso por mantener su imagen y serenidad pues aquello le bajó un tanto lo ebrio mientras por su espalda subia el escalofrío que acompañaba a su rabia; No dijo nada al momento, cerró la puerta tras de si y se tomó un par de segundos para poder admirarla con detenimiento, su mirada gris se tornaba más oscura por cada recorrido que hacía en ella de arriba a abajo solo para después de unos momentos encontrarse con la mirada agena. Dos pasos cortos le bastaron para tenerla de frente, le tomo de los brazos tratando con todo su ser el no explotar y salir corriendo y disparando en busca del mal nacido –què ah pasado–murmuro–quien te hizo esto.

Lenalee tomo aire despacio, podía escuchar el crujido de los músculos tensos del chico, sabía que sentía y no lo culpaba pues ella no había sido lo suficientemente valiente como para poder enfrentarlo pero si que lo fue para poder escapar con vida,  Ojos violetas llenos de miedo no soportaron más y tampoco sus piernas por lo que apenas sintió flaquear se abrazo con fuera a el mientras sus lagrimas se desbordaron contra el pecho del hombre, estaba asustada y cansada de escapar pues estaba segura de que alguien le seguia, como pudo aclaro su garganta para dar explicaciones rápidas mientras intentaba con sus manos limpiar su rostro.
–dice que lo engaño, descubrió las argollas que mandaste y se a puesto un tanto violento–sus ojos derramaban lágrimas gruesas y continuas, Walker comenzaba a apretar los dientes–  espero a que llegara a casa para lanzarlas a la calle y comenzó a golpear todo.
–y en ese todo vas incluida tú– respondio– ¿Dónde está él ahora?
–en casa. por favor no vayas, el esta armado y sus amigos llegaron a casa justo cuando yo estaba escapando.
–crees que puedo quedarme aquí después de verte y como te dejo– la bomba había detonado, su voz era como un rugido estruendoso– ¡ese sujeto va a pagar por cada lágrima que has venido a derramar por él!
–si tú vas podrían matarte, Allen por favor solo quédate conmigo– Lenalee sonó lo más serena posible aunque de ante mano sabía que por mucho que suplicara él no se iba a detener.

Walker ordenó que se preparará el chófer con el auto y solo tres hombres de su confianza lo seguirían, era un trabajo rápido pero se haría cargo de que se realizará como deseaba. –vendras conmigo– dijo tomando de la mano a la china– deberas ver esto.

Lenalee entendía que al llegar con Allen su esposo tendria un destino muy poco agradable, lo comprendía desde el momento en que comenzó a escapar de su casa e ir directamente a los brazos del albino. No dijo nada y solo asintió para seguirlo, Allen recordó a Marian y mando a que se le siguiera atendiendo, después de todo solo serían unos minutos fuera de casa, solo el tiempo suficiente para cumplir con el trabajo que más había esperado.

El Rey blancoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora