El Bufón Escarlata.

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A lo lejos en una de las residencias apartadas de west village, zona perteneciente a la región sur de new York, ya hacían eco los Cristales rotos que volaban de los ventanales de cuanta habitación estuviera disponible, puertas violentamente azotadas y algún que otro mobiliario lo suficientemente pequeño para ser lanzado contra las altas ventanas, dentro de la mansion todas las luces encendidas, sombras dibujadas que iban y venían anunciaban el caos y la desesperada y patética forma de desquitar el orgullo herido de un hombrecito. Su nombre es Bak y era sin duda alguna un sujeto listo de fina estampa pero también un poco tardado de razonamientos, tambien algo brillante pero no lo suficiente como para saber cuándo detener el circo que tenía armado esa noche.

La traición o las infidelidades siempre tendrán un alto impacto en las acciones de cada una de las partes afectadas pero la respuesta de Bak era la más ridícula en representar, él creia que habia descubierto las pruebas de la infidelidad de su esposa y lo cierto era que la forma en la que creía haberlos descubierto era de lo más absurda, después de todo un par de anillos de lujo no eran una razon en concreto para asumir la aventura que tenía su esposa, sin embargo el simple echo de hacer un gran escándalo y poder pasar como la víctima ya le daba un tanto de cuartada en caso de tener que deshacerse del "problema" con sus propias manos.
Lenalee era la hija menor de los que habían sido parte de la fundación de la empresa mayoritaria de exportación de telas finas y tinturas textiles, Bak era conciente de que la mujer valía una fortuna ya fuese viva o muerta, aunque era una a la cual no estaba dispuesto a renunciar tan fácil después de tantos años de fingir un matrimonio funcional delante de todos y sobre todo del hermano idiota de ella.

–bien, y que haremos –solto de pronto uno de los sujetos dentro de la casa, un hombre un tanto regordete, de cabello corto algo grasoso y manos torpes– ¿Vamos a esperar a que tu mujer vuelva?
–¿eres imbecil?, Ella no va a volver a esta casa en un buen rato.
–¿Y por qué no fuimos tras ella?
–porque si vuelve no lo hará sola y vamos a esperar a que eso pase, ¿has escuchado de la recompensa que ofrece la familia O'Nell por la cabeza del gánster ese? Sí ella vuelve con él podemos enboscarlo y entregarlo.
–¿Realmente estás tan seguro de que él es su amante? Es decir, debe ser cosa del destino como para que sea precisamente ese sujeto, Bak quizá solo estás confundiendo al tipo con el que te engañaron a ese mafioso.
–es él, estoy totalmente seguro que fue a el a quien vi ese día con ella.

Bak estaba totalmente enterado de la identidad del amante de su esposa; para el era fácil hacerse el tonto y desentendido cada que escuchaba los murmullos que se formaban cada que llegaba a alguno de los clubes nocturnos que frecuentaba, con el tiempo los rumores eran tan fuertes que en algún momento comenzó a tomarlos más en cuenta. Al inicio no quería creerlo e incluso hacia menos las características atractivas de su esposa sin embargo desde aquella ocasión que le aseguraban que le vieron subir en un auto deportivo no tuvo más duda. El rubio conocía bien el historial del sujeto y la descripción fisica de quién era y también a lo que se dedicaba, principalmente estaba enterado de cuan buscado era el tipo y de lo mucho que valía entregarlo a cualquier mafia.

Su plan tenía fallas y muchos huecos de razonamiento y otros tantos de ejecución pero confiaba en que eso lo compensarian las múltiples granadas de fragmentación que tenía en la entrada de la casa.
–si quieres morir aquí hazlo tu solo– el otro de los hombres que acompañaban a Bak respondió– sabes perfectamente a quien esperas y ese sujeto no tiene un pelo de tonto; ten por seguro que no tiene ningún inconveniente para que tú o alguno de los que estamos aquí termine con alguno de sus verdugos.
Bak tragó pesado, eso tenía mucho de verdad aunque no creía que su mujer tuviera la suerte de que el jefe mafioso se metiera en un lío tan escuálido por solo una mujer, es decir, el tipo estaba loco y eso no era ninguna sorpresa pero seguía y seguiría tentando la suerte que ahora mismo algún Dios muy bromista le concedía.
Dentro de la casa dio un último vistazo y del bolsillo interno de su saco extrajo un cigarrillo, se lo llevó a la boca mordisqueando un poco el filtro y con total calma se dispuso a esperar, suspiro pesadamente e hizo el recorrido mirando por las ventanas, especialmente las frontales y las del estudio que daban una vista más despejada, esperaría a ver algún auto extraño o sospechoso y después atacar con lo que sería su única ventaja: el factor sorpresa.

Un Roll Roice negro cruzaba las calles sin pudor alguno, pasando luces rojas y altos sin importarle, las patrullas viales que estaban en el camino estaban al tanto de quién se trataba y evitarían a toda costa el toparse ese auto en particular. Dentro del vehículo una más calmada Lenalee se aferraba con fuerza al brazo del albino que no había dejado de fumar en el camino, su cuerpo pequeño se repegaba buscando protección que claramente Walker le proporcionaba abrazandola a su costado. Por su cabeza corría la idea de que sería lo que pasaria y de lo que aquello significaba, el echo de involucrar a Allen era un cierre de malas experiencias definitivo; no podía seguir sintiendo miedo de si misma y mucho menos de su esposo, o más bien de su finado esposo próximamente.
La china se escurrió las últimas lagrimas con el ante brazo, y suspiro tratando de ponerse a la altura –toma– dijo Allen extendiendo su pañuelo para ella– mi señora no debe llevar lágrimas en el rostro, eso habla mal de mí.
–¿Tu señora?
–si, te había advertido que si el llegaba a  atentar contra ti entonces serías mi señora, mi responsabilidad, mia –a cada palabra Allen cortaba su respiración como si se saboreara la frase entre sus labios– estoy cumpliendo mi promesa.
–aun no sabes si yo estoy dispuesta a ello.

Apenas escucho su respuesta devolvió una mirada de reojo a la mujer a su lado, eso sonaba fuera de ella como si fuera un pequeño destello de esperanza en su cascarón fragil, era extraño en ella pero le agradaba, necesitaba a una dama con carácter y sabía que dentro de esa tierna mujer existía aquello que buscaba, el carácter y temple que se requiere para estar con alguien como él. Su boca se mantuvo entre abierta para su muestra de incredulidad pero que más daba, podía esperarla todo el tiempo del mundo a que aceptara llevar esa responsabilidad, le sonrió por un momento y después se llevó el cigarrillo a la boca para darle otra calada.

Allá afuera la noche se cerraba entre los edificios con algunas luces extintas y otras tantas que pertenecían a oficinas vacías, oscuras calles con algunos cuántos autos que buscaban su camino a casa o cualquier que fuera su destinó o su motivo del cual estar en camino. Ojos grises que veían sin motivo en especial por la ventana a la espera de hubicar la avenida y la casa correcta, ojos grises que se pasean por los pocos transeúntes que van caminando sin preocupaciones, apreto el puño ansioso, su corazón y mente desean llegar lo más pronto posible a su destino y terminar con el asunto de una ves por todas.
–¿Estas haciendo tiempo a propósito?– soltó de pronto el albino– porque tardas tanto, la maldita ciudad no es tan grande.
–señor…
–¿Es que tengo cara de ser muy pasiente?
–pero, señor.
–¡si no te apuras te vuelo la cabeza aquí mismo!
-Señor...-interrumpio el otro acompañante.
-¡¿que carajo quieres?!
El chófer detuvo el auto con delicadeza frente a una entrada de grandes puertas talladas en madera con detalles en hierro fundido, después el hombre un tanto nervioso hizo medio giro con su cuerpo y se quedó callado unos instantes, se encontró con la mirada feroz de un lobo listo para lanzarse al cuello de su presa… aún no actuaban y el hambiente olía a pólvora y sangre.
–hemos llegado, señor.

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⏰ Última actualización: Feb 24, 2020 ⏰

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