El Astro Pedido Y El Chico Que No Podía Ser Definido

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Nota:
Los personajes no tienen nombres como "Mariana" o "Oliver" tienen nombres más inusuales, esto ya que creo que así serán únicos y tendrán un nombre que solo les pertenece a ellos.
Además, este micro relato es LGBT +
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Él, El Astro Perdido que se encontraba extraviado en la azul inmensidad de sus pensamientos, en ese oscuro mar del que nadie puede escapar; se ahogaba, lenta y silenciosamente. Se había descarrilado ya hace mucho, en las galaxias del silencio, en el mar de penas, en sus azules pensamientos, tan azules como sus ojos. Él era un astro, no brillaba para nadie, su luz se apaciguaba poco a poco, con cada pensamiento. Una estrella perdida en la galaxia de la nada. 

Nuestro astro, leía, escribía; creaba mundos ruidosamente silenciosos, vívidamente muertos. Tenía un don para mirar esos pequeños detalles de los cuales ya nadie se apercibe, notaba cuantos cubos de azúcar le ponía al té La Acróbata de los Números, o cuando La Chica que Arregla el Mundo Mientras que Este No Mira le pide a la Luna que mueva un poco los hilos del destino. Esos diminutos detalles de los cuales ya nadie nota mas estos hacen de este mundo un lugar más llevadero. 

Pero esta historia no se basa en El Astro Perdido, esta es la historia de dos chicos, sin sentido, sin rumbo ni destino; ambos perdidos, sin nadie por quien brillar. O así pensaban. Cuando El Chico que no Podía Ser Definido conoció al Astro Perdido le pareció un loco, un insensato, tal vez por el hecho de estar en un techo a muy altas horas de la noche (pero ¿Quién es él para juzgarlo? Si él también se encontraba allí). Por un instante El Chico que No Podía Ser Definido pensó que el otro muchacho iba a saltar, por eso subió, escaló hasta llegar donde El Astro Perdido se encontraba (puede haber sido una de las mejores decisiones que ha tomado). Ahí comenzó, todo con un “no saltes”, a lo que El Astro Perdido rio así el otro chico se dio cuenta que estaba en lo incorrecto, así los dos se carcajearon. Cuando se conocieron era una noche fresca, era una buena noche.

Desde ese día se encontraban en ese techo, aunque lloviera, aun con ese polvo y olor a moho. A veces solo miraban las estrellas, otros días hablan de cosas que a oídos mundanos podrían parecer incoherencias (en cierto modo lo eran)

Una vez El Astro Perdido le preguntó al Chico que No Podía ser Definido:

-    ¿Por qué la gente se empeña tanto en definir las cosas, en categorizar todo, por qué le quieren poner un nombre a todo?

-    Porque la gente no sabe lo que son, por eso definen todo, porque definir es limitar; y ellos limitan todo. – replicó el otro.

-    Por eso nunca te voy a definir, porque eres El Chico que No Podía Ser Definido. Porque eres inefable, no te voy a limitar. - dicho esto el Astro Perdido sonrió, de esas sonrisas que brillan, y esta brillaba para El Chico que No Podía Ser Definido. En ese momento los ojos de ambos relucieron, con ese brillo que habían perdido, este destello había vuelto. Los ojos marrones del Chico que No Podía Ser Definido se vieron más claros, más vivos, sus facciones parecían más suaves igualmente que sus camanances se veían más seguido, las pecas del Astro Perdido parecían estrellas, salpicadas en un lienzo más pálido de lo normal. Ahora sus pensamientos eran de un azul más reluciente, al igual que sus ojos, su oscuridad tenía una luz, y su denso mar tenía un ápice de vida, de rumbo. 

El Chico que No Puede Ser Definido dijo: 

-    Y tú, amigo mío eres El Astro Perdido. Una estrella de la cual nadie repara, pero yo lo hice. Un astro que se perdió en la infinidad de la galaxia de su silencio, una estrella lejana, pero a la vez tan cercana de mí. 

El Astro Perdido, olvidando el hecho que los dos fueran hombres, que tal vez El Chico que No Podía Ser Definido no le agradara, tomó sus manos, las entrelazó y apoyó su cabeza en el hombro del otro; este solo observó esas delicadas manos, esas manos que amaba y rodeó al chico con su otra mano, esperando que este momento fuera sempiterno. 

Ahora lo que cruzaba la mente del Astro Perdido era El Chico que No Podía Ser Definido. Este chico acaparaba toda su mente, recordaba su voz, su aroma a libro viejo y a colonia, sus camanances; cada vez que lo evocaba sentía como si se desplomara en una caída libre, sin ayuda, sin paracaídas, y le gustaba. Siempre le gustó sentir como su estómago se encogía al caer, por eso disfrutaba las alturas, disfrutaba de la caída no por ser caída, sino por ser culpa del Chico que No Podía Ser Definido, le gustaba el efecto que producía en él. Él le gustaba. El Chico que No Podía Ser Definido le gustaba. Tenía miedo, sí, no sabía si caerían juntos o no, o si la caída duraría mucho o poco, o si solo se estrellaría contra la realidad. Fuera como fuera, le gustaba. 

¿Qué pensaba El Chico que No Podía Ser Definido?

Bueno, él que había prometido no enamorarse lo volvía a hacer, volvía sentir como su corazón se aceleraba al verlo. Lo que le atormentaba más era que se había enamorado de un hombre, otro hombre ¿eso era correcto? ¿qué pensaría El Astro Perdido?, ¿Él también se sentiría así?

Los dos pensaron que era mejor no decir nada sobre sus sentimientos, ninguno podría soportar otra decepción. Así continuaron, amándose en silencio, fingiendo no sentir.

El Chico que No Podía Ser Definido sabía que las estrellas por más cerca que parezcan que estén no se les puede tocar, no podía tocar al Astro que tanto amaba, por eso lo miraba, lo observaba en silencio apreciando cada facción, intentando encontrar una imperfección, ya no le sorprendía el hecho que no fuera capaz de encontrar ni siquiera un pequeño detalle que le desagradara. El Astro Perdido lo notaba, advertía que lo observaba, sin embargo, él nunca dijo nada. No le quiso privar de ese pequeño placer. 

Una noche, cuando se encontraban en el techo y el viento removía sus cabellos El Astro Perdido Habló:

-    ¿Nunca te has enamorado, pero sabes que es incorrecto, pero aun así lo sigues haciendo? Cómo cuando sabes que vas a caer, pero aun así saltas. 

-    Sí, ¿tan incorrecto es eso?

Cuando El Astro Perdido escuchó eso saltó a los brazos del otro. 

-    Me gustas. - Casi fue un susurro, específicamente en su oído para que El Chico que No Podía Ser Definido lo escuchara. Cuando lo percibió se quedó helado, un escalofrío recorrió su espalda. Ambos sintieron que no se iban a estrellar contra la realidad, que ambos tenían un paracaídas, y que, si caían, caerían juntos. 

No les puedo contar como fue que se tocaron. Pero cuando lo hicieron crearon galaxias ruidosamente silenciosas. 

No fue el mejor beso que la historia vio, pero fue un beso memorable. Se dieron un rumbo, un sentido y un destino.  Un beso un poco torpe, un beso imperfectamente perfecto.

Ahí estaban ellos, El Astro que Ya No estaba Perdido y El Chico que Nunca Sería Limitado, brillando el uno para el otro. Eran como el amor, no puede ser definido y por ende no puede ser limitado. 

Dos chicos (un astro y otro como el amor) que se habían dado un rumbo y un sentido, se habían enamorado y ahora creaban galaxias, sus galaxias del todo y de la nada.

Cuando se tocaron era una noche fresca, era una buena noche.
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Chicxs, esta historia nació de un poema que cree hace ya mucho, estoy trabajando en una novela (basándose en este micro relato), si gustan leerla me lo hacen saber.

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