1.

692 80 270
                                    

Edd siempre, desde que lo habían conocido había mantenido la cabeza gacha, siempre con una sonrisa tímida y con el flequillo cubriendo sus ojos.

Matt por otra parte era extrovertido, galante, atracción principal de las chicas. Un completo modelo.

Fue hasta preparatoria en que el rechonchito de cabello castaño captó su atención. Le causaba gracia la timidez que este mantenía con el exterior. Como se apaniqueaba en la salida cuando la ola de estudiantes pubertos amenazaba con aplastarlo. La forma en que su rostro se ponía cual tomate a la hora de pasar al frente.

En cierta forma, el británico de ropajes verdes, le parecía adorable.

—Matt— habló su mejor amiga. Una pelirroja que se parecía en exageración a él. Más de una vez se les había confundido con hermanos, incluso gemelos. Simplemente Matilda era su mejor amiga.
La chica siguió su mirada por el salón y se topó con una sorpresa. —¿Porqué ves a Edd?.

El pecoso enrojeció, no era mentira que Maty era pésima guardando secretos. Y lo que menos quería era "arruinar su reputación". Aunque muy en el fondo sabía de sobra que si Edd se enteraba que él era su nuevo acosador, se pondría aún más nervioso.

—¿Qué?, ¿De qué hablas?, Y-yo no estaba viendo a nadie... Menos a Edd.

La pelirroja entrecerró los ojos no muy segura de lo dicho.

La clase se dio por terminada. Todos recogieron sus libros con ansia de salir. —No olviden contestar las paginas 46-49 de su libro de física— dijo por último el profesor a sus apresurados alumnos.

Matt terminó de guardar sus útiles. Por unos ligeros segundos se sintió observado, alzó la cabeza y se topó con el rostro del castaño en su dirección. Éste pareció entrar en pánico, sus mofletes se pintaron y salió casi corriendo del aula, dejando una triste y solitaria libreta bajo su pupitre.

•°°°•

—¿Cómo que la perdiste?— el joven sin ojos de brackets le reprochaba a su mejor amigo, quien buscaba y rebuscaba hasta el fondo de su mochila como si una libreta profesional de cien hojas pudiera estar bajo las basurillas del sacapuntas.

—Hola chico... Wow— el noruego de cuernos se acercó a ambos.

Thomas bufó. —¿Qué quieres Tord?.

El estudiante de intercambio le mando una mirada asesina. —No venía por ti, testigo de Jehová— regresó su vista al mas bajo —Edd, ¿Necesitas algo?.

—¡MI LIBRETA!— ambos se sobresaltaron por el grito del chico emo. Era muy raro que el dibujante tuviera las agallas para gritar. Lo que menos buscaba era llamar la atención.
—¡¡ESO NECESITO!!.

—Tranquilo, podemos comprar otra— el de cuernos trató de bajarle la preocupación.

Edd se volvió y lo tomó del cuello del uniforme. —¡Tu no entiendes!, ¡Tenía cosas ahí que NADIE puede ver!.

—¿Qué?, ¿Dibujos de tu amor platónico?— comentó el de brackets, cruzándose de brazos sin darle importancia.

—¿Chicas hentai con pene?— Tord imitó el tono sarcástico que el anterior.

El británico sinojos hizo una mueca y miró al de cuernos. —Tienes un problema.

Tord sonrió. —Gracias, lo sé.

Ambos se callaron al no ver reacción del más bajo. Sus mofletes rojos e inflados, con la cabeza gacha y puños apretados. Fue cuando Tom captó lo sucedido.

¿¡Dónde está mi libreta!?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora