Capítulo siete: Pesadillas.

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||Aviso importante: Este capítulo tiene contenido explícito que podría herir la sensibilidad de algunos lectores.
Si este tipo de lectura no es de tu agrado, puedes pasar de esta si lo deseas. Sin más por el momento, gracias.||

El tiempo en que estuvieron juntos, había sido cambiante y constantemente inestable. En realidad, era un estado de dominación y sumisión extrema en ocasiones, lo cual provocaba que su desdén hacía Alfred se hiciera cada vez más y más grande con el paso de los años en que estuvieron juntos. 

Estados Unidos tenía normalmente todo el control; los contratos que se veía obligado a firmar lo limitaban constantemente y le creaban una enorme dependencia en su política y economía, pero él, en una especie de fantasía que Alfred lo protegería, no decía nada, limitándose a acatar órdenes tanto del contrario y de sus propios gobernantes. Además, si se era sincero... Amo en su momento al rubio e intento todo, con tal de que las cosas funcionaran. 

Estaba sentando en una de las mullidas sillas de la oficina de Estados Unidos, sabía que no estaría del mejor humor debido a su desacato en la última junta, pero ¿Qué se suponía que hiciera? Habían un montón de hombres, mujeres, niños y ancianos padeciendo el hambre en su mayor esplendor y ya cerca de cinco millones de personas habían muerto. Cuando vio a Rusia por pura casualidad, le vio tan mal que se identificó; cuando él se había encontrado en condiciones similares, quizá no tan desastrosas, pero lo comprendía y no podía quedarse de brazos cruzados y seguir a los demás como parte de un rebaño. 

Su presidente había hablado con Mijael, enviado directamente por el actual dirigente de Rusia, Lenin. No sabía muy bien de qué habían hablado, pero cuando vio a Obregón tan decidido a ayudar, él también formo parte de todo eso sin chistar, preocupado genuinamente por el país ruso, pero también fue un acto de rebeldía. 

El mensaje que le dio en aquella junta fue claro e incluso amenazante, pero no cedió, y se mantuvo apacible y seguro de su decisión, así que al terminar, los hombres de Estados Unidos lo llevaron a aquel sitio, en donde ya llevaba un buen rato esperando. 

— Tu y yo tenemos que hablar —. Escuchó de inmediato en cuanto se abrió la puerta del lugar, pero él no se inmuto, bebiendo un poco del café ya frío que tenía frente a él. Su falta de sumisión provocó que Alfred afilara la mirada y sin más ni más, le dio un manotazo en la mano, pero no soltaste la taza, pero si la bajaste poco a poco, antes de ser tomado por una de sus manos por la quijada, pudiendo notar los dedos del contrario clavarse en tu piel canela.

— ¿Y de qué quieres hablar? —. Cuestionaste, haciéndote el desentendido, cuando claramente sabías qué era lo que tenía de pésimo humor a Alfred.

— Ahora que lo pienso: de nada —. Respondió, algo que te extraño bastante ya que no era la clase de frase que esperabas de él, ya que o iba al grano o intentaba convencerte de que, al ser un "héroe" debía tomar en cuenta lo que le decía.— No quiero hablar nada. Te estoy ordenando que obedezca las cláusulas.  

— ¿Ah? No me hagas reír —. Dijiste de inmediato, empujando la mano que aún te sostenía, antes de levantarte de la silla, viéndole apenas unos momentos aún hincado frente a ti, antes de que Alfred diese un brinco para ponerse de pie.— Yo obedezco mi propia democracia y no necesito de tus permisos. Ya me tengo que ir, tengo mejores cosas que hacer. 

Solo bastó darle la espalda, antes de provocar que el contrario le tomara con fuerza del brazo para regresarlo y llevarlo hasta una de las paredes, en la cual lo azotó con fuerza, sacándole el aire debido al impacto en su espalda. 

— Darling, me estás dejando como un idiota frente a los demás. Como tú héroe, es necesario que me dejes protegerte —. Insistió Alfred con un tono demasiado chillón que no coincidía con su rostro amenazante. 

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⏰ Last updated: May 08, 2021 ⏰

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