Una Visita Inesperada

1 0 0
                                    

Un café, una tarde fría como todas las demás. El invierno se ha auto invitado una vez más a mi acogedor (por no decir pequeño) apartamento y con sus vientos me susurra la llegada de su visita sorpresa. No es que sea mi visita favorita pero a pesar de todo prefiero optar por la educación y la decencia, de modo que lo invite a tomarse un café. Como viejos amigos nos sentamos a intercambiar anécdotas pasadas. El trataba de venderme viejas y monótonas historias navideñas, de béisbol caribeño (que tanto extraño) y de hallacas venezolanas (que tanto me extrañan). A todas estas yo, extrañado, me limite a responder con ojos desconfiados y miradas sospechosas, preguntándome repetidas veces ¿por qué has venido tan temprano?

Su visita fue larga y fría, debo confesar que anhele su partida desde el primer susurro sorpresa, sin embargo cuando el momento llego no sentí emoción alguna. Solo sentí una niebla cubriendo mi frente, un peso cargado por mis ojos y, súbitamente comencé a sentirme cansado de ser yo mismo. Ante tal fatiga resolví por prepararme una taza de té (porque mucho café no es saludable) y trate de recostarme mientras meditaba en posibles opciones para dejar de pensar. Sangre ansiosa empezó a recorrer mis venas y arterias, mi mano temblorosa derramo el té, pero no me importo. La primavera me saludó emocionada, el verano me abrazó como buenos amigos que somos, pero yo permanecí siempre inmóvil como un ser inanimado en mi sillón siempre en el mismo estado fotosintético. ¿Qué me está pasando? Esto definitivamente no es normal, es como si faltara algo... o alguien.

En un instante de lucidez una sospecha me dejo nervioso y así fue que decidí dirigirme a la comisaría.

- "Comisario, vengo a declarar una desaparición" le dije.

El comisario, quien se noto sutilmente sorprendido desde su sillón, demostró dotes de burócrata frustrado haciendo aparecer por arte de magia una docena de formularios y un bolígrafo, seguidamente me pidió que prosiguiera.

- "La víctima se trata de mi fuerza de voluntad quien lleva meses sin ser vista"

El comisario detuvo el vuelo de su bolígrafo (que nunca impacto su objetivo final) y cuestiono mi cordura. Le confesé que en lo personal yo también la cuestiono, pero que en esta ocasión tenía a la primavera y al verano de testigos. El comisario permaneció meditando en silencio sobre la situación por unos segundos hasta que, eventualmente, admitió el hecho de que tenía un buen argumento y me aseguro que sería atendido... solo que no por él.

- "Lamento mucho la desaparición de su voluntad, pero este es un caso fuera de mi jurisdicción. La victima aquí es usted, no su voluntad ya que la voluntad en si no es un ser vivo. Me temo que debe dirigirse a la sección de robos"

Con estas palabras el comisario se transformo en mago una vez más y me mando a llenar una serie de planillas. En la división de robos se repitió la misma escena donde me mandaron a la división de secuestros, alegando la voluntad si es un ser animado y que muy posiblemente secuestrado.

Empezaba a dudar si eran comisarios o burócratas desempleados con vocación de magos pues en cada división hacían aparecer docenas de formularios e indefinidos intervalos de tiempo. Sin embargo la división de secuestros realizo un trabajo exhaustivo. Mi despedida del verano fue interrumpida por un timbre monofónico y fue así como me convocaron a la comisaría. Me informaron que descubrieron quien era el secuestrador y que estaba siendo solicitado a nivel internacional por robos, secuestros y estafas y que además había una orden de arresto emitida por la INTERPOL. El delincuente se trataba de nada menos y nada más que el invierno. El plan era sencillo, todo lo que tenía que permanecer tranquilo a la espera del invierno mientras que un equipo de fuerzas especiales se encargaba del resto.

Ojala hubiese sido tan sencillo, pero la magia de burócratas de la policía fue incapaz de detener la llegada del chismoso y ambicioso otoño justo en nuestra reunión. Lo escucho todo y comprendió la oportunidad que representaba para él, por fin dejaría de vivir bajo la sombra del invierno, que como un hermano consentido se lleva toda la atención y halagos, solo porque tiene nieve en vez de lluvia, porque tiene a un tal Santa que lo ayuda y por si fuera poco hasta tiene el honor de despedir al año veterano y recibir a la sangre joven. Dudo que le haya costado mucho elaborar su plan malévolo, fue por ello que decidió seguir el ejemplo de un tal Judas y le informo todo al invierno apenas pudo.

Y así fue como el invierno, a sabiendas que había sido descubierto, decidió no regresar nunca más. Opto por pedir asilo político en países que hoy en día denominamos como tercer mundistas, donde utilizando las mismas viejas y monótonas historias logro ser acogido. Está de más decir que estos países han quedado ya sin fuerza de voluntad alguna (y si no es solo cuestión de tiempo), al igual que yo, que ante la ausencia de nieve ahora me dedico a tomar café con un otoño prepotente quien viste su característico blazer de nubes grises, solo que ahora lo complementa con su complejo de invierno. Mientras tanto los burócratas (o comisarios, supongo que a estas alturas da lo mismo) permanecen muy ocupados en cuidar su imagen, pues tremendo problema que han causado. Fue así como surgieron con la magnífica idea capaz de exonerarlos de cualquier culpa, descubrieron que bastaba con culpar a un tercero de bajo perfil... es esta la razón por la cual en el noticiero de las 11 siempre hablan del calentamiento global.

Una Visitia InesperadaWhere stories live. Discover now