Orgullo y Prejuicio

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"Es mejor saber tan poco como sea posible los defectos de la persona con la que estás a punto de pasar tu vida"
Charlotte Lucas
Orgullo y Prejuicio

"Es mejor saber tan poco como sea posible los defectos de la persona con la que estás a punto de pasar tu vida"Charlotte LucasOrgullo y Prejuicio

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Todos los niños estaban encantados con el Padre Tom. Era un hombre bueno, amable, jugaba con ellos y les daba consejos. Siempre estaba a su merced, eso les encantaba.
Solía leerles libros y cuentos, no era como las aburridas monjas que solo recitaban la Biblia.

El único niño que no se acercaba a Tom era Harry Potter, tenía nueve años y era muy retraído socialmente. Pasaba todo el tiempo en la biblioteca, encerrándose en libros de fantasía, historias de amor, novelas históricas y ciencia ficción que lo llevaban a otro mundo. No se acercaba a nadie, no hablaba y le aterrorizaba que lo tocaran. Todos sabían el por qué: antes de que lo dejaran en el orfanato, sus tíos lo maltrataban de todas las maneras posibles. Y ellas incluían la violación. Vernon y Petunia Dursley fueron apresados por negligencia y abuso infantil poco después de que Grindelwald ascendiera al poder por medio de un golpe de estado. En cuanto a su primo Dudley, terminó en un orfanato al igual que el pelinegro.

El niño fácilmente llamó la atención de Tom. Tenía cabellos negros desordenados, ojos verdes esmeraldas, mejillas rosadas y piel blanca. Su mirada, a pesar de todo, reflejaba inocencia. Las expresiones de su rostro cuando leía eran increíbles y también el único momento en el que su rostro no se mantenía estoico.

Pronto se vio frecuentando a la biblioteca para ver al chico. Intentó hablarle, pero fue en vano. Harry ni siquiera se atrevía a mirarlo a los ojos, cosa que lo frustraba. Pensaba que se debía al trauma dejado por sus tíos, pero no era del todo cierto.
La verdad era que los demás niños le prohibieron a Potter estar con Tom, sabían el interés que tenía el padre por él y no les gustaba.

Los problemas comenzaron cuando el padre supo el nombre del niño de la biblioteca. Harry James Potter.
Sabía quien era ¿Cómo no saberlo? Él mismo había asesinado a sus padres.

James Potter fue el único idiota en desafiarlo. Un policía recién licenciado que descubrió que la mafia manejaba al cuerpo policial. Se alió con Dumbledore e intentó derrocarlo. Lo único que ganó con eso fue su propia muerte, así como la de su esposa y sus amigos, uno policía y otro veterinario. Sin embargo, Voldemort no se atrevió a asesinar a su hijo. Por muy hijo de puta que fuera él no mataba bebés.

Él había matado a sus padres, por lo tanto el niño le pertenecía. Por alguna razón se volvieron a encontrar y él no lo desaprovecharía.

- ¿Qué estás leyendo, Harry?- le preguntó alguna vez. Procuró que su voz sonara suave y amable. El menor se encogió en su asiento con miedo, encerró su rostro aún más en el libro y lo levantó lo suficiente como para que el padre viera la portada. "Orgullo y Prejuicio" rezaba en la tapa de aquel desgastado libro. Tom sonrió, recordaba esa obra.- ¿Te gusta la literatura clásica?- el niño no sabía que hacer. Esperaba que luego de aquella acción el hombre se fuera, pero no lo hizo. Temía lo que le harían los otros niños si desobedecía sus órdenes, pero también sabía que no debía ignorar a los adultos. Comenzó a temblar sin siquiera darse cuenta, sacó la mirada del libro y dirigió sus esmeraldas llenas de lágrimas hacia Tom, quien se sorprendió por aquella exagerada reacción «¿Qué mierda hice para que el mocoso llorara?». Tensó la mandíbula y observó como Harry asentía. Sus mejillas estaban empapadas en lágrimas. Voldemort maldecía al mocoso en su interior por ser tan apetitoso, quería tomarlo allí mismo y darle verdaderas razones para llorar, pero se contuvo. Hizo la mejor cara preocupada que pudo.- ¿Por qué lloras? ¿Hice algo malo? ¿Te duele algo?- preguntó escandalizado. Potter negó con la cabeza y limpió sus lágrimas con su brazo izquierdo, mientras que con el derecho tenía su libro.- ¿Por qué lloras?- repitió. El pelinegro se tensó ante la pregunta directa. Muy a su pesar, debía responder.

- No lo sé.- sollozó. Tom sonrió encantado al escuchar la voz del chico.- No lo sé. Yo...- dejó el libro en la mesa. Su rostro estaba muy pálido.

- ¿Qué pasa, Harry? Sabes que puedes contarme lo que sea, será un secreto entre nosotros ¿Bien?- el de ojos esmeraldas asintió y tapó su cara con ambas manos.

- Ellos no quieren... Que me acerque a usted.- murmuró, ahogando sus palabras en las palmas de sus manos. El castaño, sin embargo, pudo escuchar aquello.

- ¿Quienes?- interrogó. Tomó con falsa dulzura las muñecas del ángel que tenía en frente suyo y las movió un poco para que le dejaran ver su lindo rostro. Obtuvo una mirada de miedo del chico como respuesta. Sabía que no debería tocarlo, pero era demasiada tentación para él.

- Todos.- respondió en un sollozo. Riddle tomó al menor y lo envolvió en sus brazos, regalándole un abrazo que solo intentaba hacer desaparecer aquella insana necesidad de estar en contacto con Harry. Sintió al niño tensarse en sus brazos, pero eso no lo detuvo. Debía adaptarse a él, porque no lo esperaría por siempre. Y tenía aquel capricho de que si tenía sexo con el menor, éste fuera consensuado. Se negaba a hacerle lo que hicieron con él, o lo que ya le hicieron anteriormente. Finalmente, Potter se relajó y se deshizo en su pecho. Lloró a cántaros aquella tarde bajo los fuertes brazos del padre, los suaves mimos en su espalda y cabello, y las tranquilizadoras palabras profesadas por éste.

Lord VoldemortDonde viven las historias. Descúbrelo ahora