Capítulo 22 - Spoiler

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Silencio. Nada más sentarse en el sofá del salón, los tres Hernández se miran en silencio sin saber muy bien cómo empezar. "Será porque no hay cosas que decir..." afirma Agoney irónicamente para sus adentros.

Primero se para a observar a su padre, sentado frente a él. Cabizbajo, con los hombros caídos y la mirada perdida en un punto aleatorio del suelo, desprendiendo indiferencia y pasotismo por todos sus poros. En su línea, vaya.

Es cuando deja caer su mirada en el cuerpo de su madre cuando se sorprende de verdad. La mujer tampoco lo mira a él, pero su vista se fija en sus propios dedos entrelazandose con nerviosismo entre ellos. Se la ve preocupada de verdad, quizás algo agobiada también. Si tuviera un poco menos de orgullo, el canario se abalanzaría sobre ella para que dejara de temblar.

No le cuesta mucho imaginar a quién se le ha ocurrido la idea de la charla.

-No puedo más -rompe el silencio el canario en vistas que sus padres no tienen pensado hacerlo, llamando así la atención de ambos que lo miran inmediatamente después de pronunciar sus palabras- ni Marilia, ni ustedes, ni yo podemos seguir así

-Tienes razón -asiente su madre- yo... bueno, tu padre y yo, queríamos disculparnos por nuestra reacción de ayer, estuvimos toda la tarde reflexionando sobre ello y no lo hicimos bien, lo sentimos

-Peeero... -interviene Agoney conociéndose de sobra el tono de su madre al hablar

-Pero necesitamos que comprendas que también es difícil para nosotros -afirma la mujer ganándose una mueca de desacuerdo por parte de su hijo que le hace rectificar al segundo- no me malinterpretes, te queremos aunque no seamos los mejores demostrandolo y te vamos a seguir queriendo, eres nuestro pequeño -sonríe la mujer con los ojos cristalizados causando el mismo efecto en Agoney, quien inevitablemente recuerda a Susana llamando "mi pequeño desastre" a Raoul- pero nos cuesta comprenderlo

-Por primera vez en mucho tiempo soy feliz, mamá -confiesa el canario secándose una lagrima rebelde que se resbala por su mejilla- no hay nada que comprender

-Por eso mismo, cariño, eres feliz y ese muchacho parece buen chico -afirma su madre ganándose un "lo es" susurrado como respuesta- además por lo visto tu hermana lo adora -argumenta la mujer haciendo reír al contrario- así que aunque no acabemos de entenderlo y nos tengamos que acostumbrar, quiero que sepas que te apoyamos

Y eso, de momento, al canario le parece más que suficiente. Así que volviendo a secarse las lágrimas asiente y abraza a su madre.

-Gracias por intentarlo -dice el hijo a sabiendas de la educación que ha recibido su madre

-No las des -corresponde el abrazo la mujer

Agoney desconoce cuando fue la última vez que había hablado así con su madre, la última vez que la abrazó de verdad... por ello, se promete disfrutar de ese abrazo y atesorarlo para cuando las dudas sobre si de verdad es querido se le hacen insoportables en su cabecita loca.

-¿Y tú qué piensas? -pregunta en dirección a su padre cuando se separa de su madre

-Mientras no traiga problemas -se encoge de hombros su padre

"Puto ficus..." alza una ceja Agoney algo indignado. Pero todo mal se le pasa cuando desvía la mirada hacia su madre que rueda los ojos como diciendo: "no tiene remedio".

-Yo... quería hablarles de otra cosa también -interviene el pequeño

-Claro, di

El canario se dispone a hablar cuando es la pequeña Marilia la que irrumpe en la habitación vestida sólo de cintura para abajo.

WHAT'S UP? (Ragoney) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora