Narra Álvaro
Bajé las escaleras con los puños cerrados en un intento de controlar mis impulsos. Mi madre me había interrumpido justo cuando me dignaba a castigar a mi chica. ¿Por qué siempre tenía que fastidiarme? Desde que tenía memoria recordaba los muchos chantajes que usaba para conseguir que yo hiciera lo que ella quería: sacar al perro, tirar la basura, darle un masaje, etc. Lo odiaba. Aun así nuestras relación no era mala, solía acudir a ella con mis problemas, al igual que lo hacía con Anabella.
Tomé la mano de mi chica al entrar en el salón y vi como ese imbécil sonreía con malicia. Había millones de chicas, ¿por que tuvo que fijarse en la mía, en la chica a la que amo, en la que sería la madre de mis hijos? Esto no sería fácil pero al menos pasaría unos días de viaje con mi pequeña.
-Hola chicos- dijo con esa maldita sonrisa.
-Hola- saludó sonriendo la morena e impulsivamente la pegué a mí.
-¿Que coño quieres?- dije serio.
-¡Cariño!- me riñó mi chica.
-Vaya, que maleducado- rió- Tu madre me ha invitado y como no tenía planes he aceptado.
-¿Por qué no te vas a tu nueva habitación a pajearte? Todos ganaríamos con eso- bufé.
-Nah, creo que mejor me quedo.
-Solo para tocar los huevos.
-¿Eso te estaba haciendo? Ahora entiendo la tardanza- rió.
La mejillas de Anabella tenían un rojo intenso. Me acerqué a él y lo empujé. Nadie hablaba mal de mi chica y menos él.
-¡Callate la puta boca!- grité.
-Cariño por favor- susurró en mi espalda- No me gusta verte así.
Cerré los ojos y apreté los puños. No quería que llorara, me destrozaba verla mal y el tono de su voz me hizo saber que en unos instantes lo haría. Me giré lentamente y la rodeé con mis brazos.
-Lo siento- susurré- No llores por favor- dije mientras miraba esos ojitos color miel que me volvían loco.
-S-Sé que no quieres que esté aquí pero...¿Por qué no aguantamos un poco? En unas horas él se irá y yo me quedaré aquí, contigo- susurró con las manos en mi pecho. Suspiré y asentí antes de besarla.
-¿Puede hacerme caso la parejita?- dijo llamando nuestra atención.- Bien, ¿vamos a cenar?
-Hay una pizzería nueva a la que me gustaría ir, ¿podemos?- dijo Anabella.
-Mientras pague él no me importa- dije encogiéndome de hombros.
-Esa era mi intención- bufó.
-Entonces vamos- sonreí y le dí la mano a mi chica.
********
El camino hacia la pizzería fue algo incomodo, al menos para mí. Anabella parecía haber olvidado todas mis palabras, hablaba con él alegremente. Jake quería ser pintor y se ofreció a enseñarle sus obras junto con pintarla. Ella aceptó encantada y yo no hice más que soltar un bufido. Agradecí que el establecimiento estuviera cerca de casa. Al entrar se adelantó y movió una silla para ofrecerle a mi chica asiento, haciendo que sus mejillas se tiñeran de rojo. Tras eso se sentó a su lado, dejándome a mi frente a ellos. Había bastante gente para ser nuevo, tal vez las pizzas estaban bien.
-¿Que pizza vas a pedir Anabella?- preguntó Jake.
-Creo que la de barbacoa, es nuestra favorita- respondió mirándome con una de sus preciosas sonrisas.
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¿Listo señor?
General FictionTras conocerse gracias a una amiga en común, Álvaro Smith y Anabella Turner se convierten en dos locos enamorados adictos a ellos mismos. Una historia llena de humor, amor, misterio y sexo que te meterá por completo en el mundo de estos dos adolesce...