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Cuando el teléfono por fin estuvo en las manos del líder los segundos empezaron a sentirse como minutos o incluso como horas. DongPyo miraba nerviosamente como el contrario veía la pantalla de su teléfono imaginando lo peor.
Luego de encontrar aquello nunca lo volverían a ver igual, aunque claro ya lo veían como un bicho raro.
Si bien SeungWoo aún no entraba a la galería DongPyo sentía que iba a morir.
La sala entera pareció contener la respiración al ver como el pelinegro abría sus ojos y luego formaba una sonrisa algo tímida.
Su rostro se iluminaba de tal manera por el brillo que parecía que se podía ver claramente lo que había en la pantalla.
—¿Y bien?
Preguntó HanGyul cortando con la tensión que se había creado.
—No hay nada.
Habló rápido para después apagar el celular y entregárselo al bajito. Su cara se veía algo incómoda pero a la vez había un atisbo de diversión en ella.
Si bien DongPyo no sabía con certeza que era lo que había visto el mayor sabía que debió ser algo muy malo. Tanto que SeungWoo salió corriendo a su habitación.
—¿¡Qué!?
Gritaron los nueve chicos sobrantes mirando a DongPyo.
—¿Qué?
Contesto el menor despreocupado, llendo a su habitación igual que quien se había retirado antes.
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