Sus ojos...

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La piel se me erizaba cada vez que sentía su mirada y esta chocaba con la mía, desde lejos mis ojos siempre enmarcaban todos sus movimientos y sobretodo su rostro, su hermoso rostro, ¿quién iba a pensar que algún día ese rostro tan perfecto podría fijarse en el mío, uno tan imperfecto?

Y sí, desde la lejanía yo veía como la luz del sol se hacía mas bella cuando caía directamente en él, y mi cara de tonta siempre sobresalía. A veces me perdía tanto en toda su belleza que me quedaba totalmente inmóvil por varios minutos, lo único que me despertaba de mi hipnosis, eran sus ojitos y su sonrisa, esa perfecta combinación que deslumbraba mi corazón, siempre una detrás de la otra, como si disfrutara y se divirtiera al notar que mis ojos estaban fijos en él. Algunas veces era yo, la que lo sorprendía mirándome, y en mi mente sonreía gozando la forma en que eramos tan diferentes en esa simple cosa, mientras yo me apenaba, tanto porque se diera cuenta de mi forma de verlo, como de cuando era yo quien lo descubría; él simplemente sonreía, satisfecho de causar que alguien como yo bajara la mirada y obtuviera un sonrojo por su culpa.

Esos escasos segundos en los que nuestras miradas chocaban se sentían eternos y puedo jurar que ambos nos perdíamos en la mirada del otro, que el mundo desaparecía en ese instante y que en ese pequeñísimo momento ambos nos decíamos lo que nuestras bocas nunca fueron capaces de comentar.Sé que él podía leer mi mente con tan solo mirarnos y que en mis ojos se leía un claro "Te amo" que iluminaba su alma. Sé que amaba leerme, tanto como yo amaba hacerlo con él, porque siempre buscábamos la mirada del otro, y aunque yo muriera de pena siempre regresaba a él, a sus ojos, a su sonrisa, al libro que escribía su pupila cuando me lograba ver.Sé también, que nunca jamás me enamoraré de una mirada tan sincera y yo jamás encontraré a alguien que despierte tantas cosas en mí, con tan solo sus ojos, porque en la conexión que tuvimos no fue necesario usar palabras, ambos ya las sabíamos, así que la voz estaba de más, pero quizás su nombre, sí, quizás su nombre me habría servido para recordar con un poco más de propiedad a mi primer amor.

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