matrimonio arreglado.

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—Idiota —susurró al verlo practicando en el Ground Beta de la academia

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—Idiota —susurró al verlo practicando en el Ground Beta de la academia.

¿Cuál era la razón de su odio? Era simple. Dos palabras: "matrimonio arreglado". Seguro ya te imaginas a dónde nos dirigimos. Desde que era una niña, siempre había soñado con encontrar el amor verdadero, como en las historias que leía bajo la luz de la luna. Pero sus sueños fueron destrozados el día que sus padres le anunciaron su compromiso con alguien a quien ni siquiera conocía.

«¿Por qué me comprometerían con alguien que ni siquiera conozco?» era lo que se preguntaba a diario. 

Cada vez que lo veía, practicando con su espada en el Ground Beta, recordaba el peso de las expectativas y las tradiciones que recaían sobre sus hombros. Él, ajeno a sus sentimientos, parecía concentrado solo en mejorar sus habilidades, ignorando por completo el caos emocional que su presencia desencadenaba en ella.

«Comprometidos». 

Detestaba la idea, tanto, que al recordar cómo se enteró le producía mal sabor de boca.

—¿A dónde vamos? —preguntó, con curiosidad creciente, después de unos minutos en que el auto comenzó a rodar.

—Nos dirigimos a la casa de los Todoroki —respondió su madre con un tono que intentaba ser casual, pero que llevaba consigo una carga de indiferencia que no pasaba desapercibida.

—¿Para qué? —insistió ella, acomodándose en su asiento y cruzando los brazos detrás de su cabeza en un intento de relajarse mientras la ansiedad la invadía.

—Ah —suspiró su padre con un desdén palpable—. No te lo habíamos mencionado antes, pero hace siete años te comprometimos con el hijo de Enji Todoroki: Shoto. Tenemos algunos asuntos pendientes que resolver —añadió, con una seriedad que no dejaba lugar a dudas.

—¿Qué? —su voz se quedó atrapada en la incredulidad—. ¡No! ¡Yo no lo conozco! No quiero. No lo haré —protestó, luchando por asimilar la noticia y sintiendo cómo el mundo se desmoronaba a su alrededor.

—No estoy pidiendo tu opinión —dijo su padre con firmeza cortante—. Lo harás, y no hay más que discutir. Vamos allí para oficializar el compromiso.

—¡Pero, papá! Yo...

—Esta es mi última palabra —la interrumpió, haciendo que se callara de inmediato, su voz implacable como un decreto inapelable.

Ella soltó un bufido de frustración. Conocía a su padre lo suficiente como para saber que cuando él se mantenía firme, no había forma de cambiar su decisión. Se sentía completamente traicionada, como si la hubieran «vendido» a cambio de un acuerdo que no había solicitado. Aquel compromiso la hacía sentir como un objeto en lugar de una persona, como si sus sentimientos no tuvieran valor alguno frente a las decisiones de sus padres.

escenarios | todoroki shotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora