Cap 3.

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Damian estaba harto, llevaba años aguantando, preguntándose donde estaba su madre.

Una vez se atrevió a preguntarlo.

Grave error.

Ese día la tortura fue extrema por culpa de dicha pregunta.

¡¡Bastardo!!-. Gritó con fuerza Rotber desde la cocina, era así como llamaba a Damian.

Rápidamente fue con el, sin mirarle a la cara y aterrado.

Le ordenó prepararle el desayuno, como cada mañana. Damian había aprendido a cocinar realmente bien para satisfacer a su padre.

También había aprendido a preparar bebidas alcohólicas para el.

Nuestro pequeño azabache se escabullió de ahí.

El hacía algo que su padre aún no había descubierto.

A esa hora, siempre se escapaba al desván, ansioso de satisfacer sus ansias de conocer, de conocer más sobre su horrible vida.

Hasta ahora había encontrado un diario, perteneciente a lo que parecía ser su madre. Dicho objeto se lo llevó a su cama, donde cada noche leía una página hasta quedar dormido.

El solo aprendió a leer y escribir en esos espacios de tiempo en los cuales escapaba.

El no sabía nada, ni su nombre, ni su edad, no sabía ni el nombre de ese hombre que le maltrataba, al que no consideraba su padre.

¡Bastardo! —se escuchó el ronco berrido de Rotber.

Rápidamente, sin dejar huellas, Damian bajó las escaleras llegando hacía el.

Tengo un juguete para ti —le dijo a Damian, con una sonrisa que no denotaba nada bueno.

De detrás de su espalda sacó un par de brazaletes, en forma de esposas sin cadena.

El le puso los brazaletes en los brazos, cerrandolos haciendo que fuese imposible de sacar. Damian no oponía resistencia, era inútil.

Pulsando un botón, de los anchos brazaletes salieron afilados pinchos metálicos, incrustandose en la malherida piel del pequeño, haciendo que este soltaste un fuerte gemido de dolor.

Lágrimas de pánico brotaban de sus dulces ojos, ojos sin brillo aparente.

Por parte de Rotber solo se escuchaban risas, siniestras risas mostrando el placer que le otorgaba ver a ese asqueroso ser sufrir entre agonizantes dolores.

Y así empezó, un día más, de tortura.

Después de 5 horas, Damian logró salir de ahí, pues Rotber había caído rendido a pies del alcohol.

Fue hacia el sótano, arrastrándose, había sido la tortura más fuerte que había recibido hasta ahora.

Se fue su un rincón, a tratarse las heridas con el botiquín que el mismo había creado.

Tenía las orejas llenas de perforaciones chorreantes de sangre, múltiples cortes por todo el cuerpo, las marcas de los brazaletes y demás heridas.

Trató sus heridas como pudo, ya era de noche, así que con cuidado sacó el diario de su madre y se puso a leerlo, tapado con telas que había encontrado en el desván.

21 de septiembre de 1991

El embarazo avanza saludablemente, a pesar de los desgarradores intentos de evitarlo por parte de Rotber. Esto me empieza a dar miedo.

Temo por mi vida y por la de Damian.

Mi pequeño, puede que no me veas nunca, pues los intentos de aborto me sientan peor a mí que a tí...

Si algún día lees esto, quiero que sepas que te quiero, se muy feliz, mi pequeño Damian.

Esas palabras tocaron a nuestro protagonista.

¿Ella ya daba por supuesto que iba a fallecer? ¿Se llamaba Damian? ¿Habia alguien que le quería?

Esas simples letras, sucias y antiguas llegaron al corazón del azabache.

Se muy feliz...

Esas palabras le afectaron, el estaba arto, quería ser feliz de una vez por todas.

Días, meses... El tiempo seguía pasando, y Damian empezaba a perder la esperanza, la esperanza en vivir.

Quería terminar con todo, deseaba con todas sus fuerzas que alguna sesión de tortura terminase con el, para encontrarse con su madre, con el único ser humano que le quiere.

Preparó el desayuno para su padre más sus bebidas alcohólicas, y se escabullió al desván.

Leyó unas páginas más del diario y bajó de nuevo.

Unos desagradables ronquidos se apoderaban del salón, donde se encontraba Rotber, durmiendo plácidamente botella en mano.

Damian se fijó en algo, algo en el cuello de Rotber.

Este llevaba un collar, pero era diferente, tenía un óvalo grande y dorado colgando de el. Parecía que se pudiese abrir.

Con cuidado, Damian se puso encima de Rotber, quitándole el collar.

Intentó abrirlo, enfrascado en el, pero no lo consiguió.

Levantó la mirada de collar, encontrándose con una sádica y fría mirada.

Rotber estaba despierto.

El observaba como sujetaba el collar.

Entonces actuó.





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¡Aqui termina este capítulo!

Espero que te haya gustado, si es así deja tu estrellita y comenta
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Kiss—

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⏰ Última actualización: Nov 10, 2019 ⏰

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