Lucía iba de regreso a casa cuando de repente, se lo cruzó. Era un gato negro. Pero le pasaba algo. Lucía se fijó bien y de pronto, se alarmó. El gato estaba herido.— ¿Qué te ha pasado chiquitín? — dijo con dulzura y preocupación Lucía.
Lo acució entre sus brazos. Al mirarlo más de cerca, observó que tenía profundos cortes en las patas y el lomo superior. Además, había perdido una oreja. El gatito emitió un lastimoso maullido. Lucía lo acarició por donde no estaba herido, aunque era difícil saber donde no lo estaba, porque sangraba por todas partes y Lucía temió dañarlo sin querer.
Le dio un suave beso al gato y le dijo:
— Voy a llevarte al hospital.
Pero antes de que pudiera cumplir su promesa, el gato emitió un quejido maullido y cerró los ojos.
Lucía intentó despertarlo, sin éxito. El gato había muerto a causa de sus heridas.
No pudo evitar que un par de lágrimas le resbalaran por el rostro para acabar en el frío cemento de la acera.
A Lucía nunca le había hecho mucha gracia los gatos, pues soltaban mucho pelo y en la mayoría de los casos, les parecía ariscos. Pero ver un animal indefenso, fuese cual fuese, la ablandaba. No sabía si sus diecinueve años tenían algo que ver, o qué.
Al mirar hacia su derecha, vio de donde provenía el gato: de un asilo de ancianos, situado un par de calles de su casa.
¿Qué habrá pasado?
Lucía pensó que seguramente maltrato animal. O tal vez una pelea con otro gato. Decidió llamar a la policía por si acaso. Sin embargo, descubrió que su móvil no tenía señal.
Que raro
Decidió que ella misma averiguaría que había sucedido. Ya se lo decía su madre: "Lucía, eres demasiado curiosa".
Lo sé mamá. Pero un animal ha sido herido y como resultado, ha fallecido. Debo llegar al fondo de este asunto.
Y entró en el asilo.
La puerta ya estaba entreabierta, así que no tuvo problemas para acceder al patio.
Este se hallaba un poco descuidado.
No estaba así ayer
Extrañada, caminó hacia la puerta que daba al interior del asilo. El lugar se hallaba demasiado tranquilo. Y silencioso. La mesa donde los ancianos conversaban se hallaba vacía. Parecía como si hubieran abandonado aquel lugar... Todo era muy extraño.
Lucía abrió la puerta del asilo y entró.
La entrada estaba desierta. El conserje no estaba, los ancianos no estaban, y las cuidadoras no estaban. No había nadie. Pero lo que realmente inquietó a Lucía, fue las camillas manchadas de sangre roja.
Dios mío ¿qué ha pasado aquí?
Conforme caminaba, miró la hora de su reloj: eran las ocho de la tarde. Pronto oscurecería. Se prometió que echaría un vistazo rápido y luego avisaría a emergencias. Algo gordo había pasado allí.
En las habitaciones no vio nada. Subió unos escalones que la llevaron a la segunda planta y allí tampoco vio nada. En los servicios, vio espejos rotos, sangre negruzca y algo muy inquietante, escrito con sangre negra en la pared de uno de los baños:
EL INFIERNO A ESTADO AQUÍ
Aquello la convenció de que era suficiente y decidió marcharse.

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URBAN FANTASY
ParanormalConjunto de relatos de horror acerca de fantasías urbanas clásicas y otras nuevas. Aquí un conjunto de relatos que iré subiendo poco a poco.