Saludos, querido lector. Este relato consta de un hecho real que creo que el mundo debe conocer. Si bien os parecerá imposible, creedme, sucedió realmente.
Preferiría dejar mi nombre en anonimato. Bien, dicho esto, pasaré a relataros qué sucedió.
Iba de camino a unas vacaciones, montado en un avión. Yo trabajaba de abogado. Pero hubo un accidente y acabé varado en una isla desierta.
Me "hospedé" por decirlo de alguna forma, en una pequeña cabaña de madera.
Todo estaba seco: no había agua ni comida, ni siquiera insectos. Nada. El sitio estaba sucio, pero libre de bichos... aquello me pareció muy raro. Cuando me adentré en la selva, vi algún jabalí y ciervo, pájaros... pero poco más. Pillé un par de manzanas y un puñado de plátanos, lo que pude llevar. Lo dejé en la cabaña y me puse a buscar agua. Encontré un pequeño arroyo. Bebí hasta saciarme y entonces pensé que me vendría genial algo donde guardar el agua. Una botella o algo. Pensé que no hallaría nada, pero una lata vacía de coca cola apareció. Eso me produjo la siguiente interrogante: ¿había o hubo alguien en la isla? Busqué, pero no hallé a nadie y como estaba oscureciendo, decidí volver. Además estaba muerto de hambre. Volví a beber hasta saciarme y luego rellené la lata tras lavarla bien. De vuelta a la cabaña, decidí colocar la mesa a modo de pestillo, por si acaso.
Como empecé a notar frío, encendí un fuego con un par de piedras y cené una manzana y plátano. No creáis que no comí nada durante el día, pues durante mi búsqueda de comida y agua, una naranja y una manzana acabaron en mi cuerpo. Otra cosa no, pero estaba comiendo más sano que en toda mi vida. Entonces escuché algo.
Por supervivencia, apagué el fuego y la estancia quedó a oscuras. Me escondí bajo una ventana y allí escuché otro ruido. Eran pisadas, pero no veía de quien. ¿Del tipo de las coca colas? Quizá quedó otro superviviente del avión.
Y le vi.
O más bien, vi "algo". Era un hombre, de pelo y barba desaliñados. Saltaba a la vista que hacía semanas que no se bañaba. Pero lo que me hizo encogerme de terror, no fue únicamente su andar tipo zombi, sino sus ojos.
No tenían iris.
La noche la pasé fatal. Al menos la mayor parte de esta no dormí y me levanté cerca de las once de la mañana. Supongo que os preguntaréis que sucedió con el ser que vi. Bueno, finalmente fue todo bien y él no me vio. Apenas un minuto después el se marchó, no sin antes mirar por una de las ventanas de la cabaña. Tuve suerte de estar bajo una. Así no me vio.
Pero ahora estaba aterrado. No sabía si ese ser reaparecería de nuevo o no, si habría más o no. Temía salir y encontrármelo. Pero necesitaba salir. Necesitaba escapar de ahí. No estaba seguro de poder sobrevivir más tiempo en aquella isla. De pequeño, mi padre me enseñó a hacer barcas. Hacía mucho que no practicaba, pero creo que podría hacer algo medianamente decente.
Desayuné y luego salí. Necesitaba un arma, pero no tenía nada con qué cortar. Lo único que pude coger fue un trozo de rama y un cristal procedente del avión. Eso era todo. Al menos, era algo. Continúe mi camino, más en silencio que nunca, temiendo encontrar al ser nuevamente. Lo que más temía era pasar una nueva noche. Decidí que si tenía que hacerlo, lo haría durmiendo bajo la puerta. Esperaba no roncar... Comí una manzana y bebí agua del arrollo. Busqué algún recipiente más donde llenar agua, pero no vi nada. Decepcionado, seguí mi camino adelante. Quería conocer la isla, saber que contenía. Tras varias horas, llegué por fin a lo que era mi destino: un poblado.
Me quedé sorprendido al verlo. Estaba derruido y se notaba que hacía varios años que nadie vivía ahí. Sin embargo, era algo. Podía haber comida, documentos de qué había sucedido y quizá alguna barca para regresar a casa.

ESTÁS LEYENDO
URBAN FANTASY
ParanormalConjunto de relatos de horror acerca de fantasías urbanas clásicas y otras nuevas. Aquí un conjunto de relatos que iré subiendo poco a poco.