Parte 3: ¿Nadie te echa porras?

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Cuando eres niño es más común que tus padres o guardianes te animen a seguir ante la adversidad, y más vale que así lo sea

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Cuando eres niño es más común que tus padres o guardianes te animen a seguir ante la adversidad, y más vale que así lo sea. Si no fue tu caso y ahora eres padre toma en cuenta que entre los regaños y llamadas de atención, tus hijos deben sentir que alguien se siente orgulloso de ellos, porque eso influenciará mucho su desarrollo. En el momento en que ellos te muestren un logro, asi parezca menor, está bien celebrarlo, porque además esos recuerdos se contarán entre los inolvidables. 

Ahora, al paso de los años, al crecer y encontrarnos con el ambiente laboral y en el estudiantil al ingresar a la universidad o estudios superiores, muchas veces ese apoyo no existirá. Al comienzo de darte cuenta que tal vez no hay alguien a tu alrededor para echarte porras. Que en los momentos que más lo necesitas no hay una palabra de aliento. Si tuviste una infancia que reforzó tu confianza quizá no tengas tanto problema, si no lo tuviste lo suficiente podrían desconcertarte. Pero aun con toda la confianza del mundo, hay hechos y momentos en los que estamos a punto de rendirnos. Y en esos casos no queda de otra más que seguir adelante.

En la etapa adulta nos damos cuenta que al final, aun con la familia o los amigos más cercanos, nadie luchará por tus intereses o nadie dará un extra tanto como tú mismo. Cada persona tiene asuntos con los cuales lidiar a diario, asi que no es sorprendente que eso pase. Hay que poner atención en el camino de la vida y evitar distracciones fatales, por así decirlo. Eso me ha pasado sobretodo en el area laboral, si bien hay proyectos en los que se conjuntan varias personas, aquella que lo concibió siempre será quien sude la gota gorda. 

Pasando el bachillerato tu responsabilidad en los estudios es aún más personal, sobretodo si como en mi caso y en el de muchos tuviste que estudiar y trabajar. Es cuando supiste más que nunca el valor del dinero y de tu tiempo, que parte de tu futuro recaía en tu propia responsabilidad. 

Entrando al ambiente laboral esto se agudizara y no nos daremos cuenta porque consientemente no esperamos el apoyo o las porras de nadie, pero en ocasiones sentiremos el peso de nuestras labores ante una estructura gerencial que busca tener feliz al empleador pero no al empleado en la mayoría de las compañías. Si ese es tu caso, si haces siempre tu mejor esfuerzo y a pesar de todo siempre eres ignorado o pasado por encima por tus empleadores o compañeros nunca hay que olvidar que nos tenemos a nosotros mismos.

Es inutil esperar que un jefe valore el trabajo de sus subordinados, no es que nunca pase, en mi caso he tenido la suerte de tener en la mayoría de los casos gente que te demuestra que le importa lo que haces por el equipo o la empresa, pero sobretodo en mis primeros años laborales tuve que lidiar con este tipo de jefes despotas y la solución se fue fraguando poco a poco: no queda de otra que echarse porras a uno mismo. 

Y no se trata de rendirse ante los jefes déspotas sino tomarlo, como reitero, de una manera más realista. Pocas empresas buscan tener a los empleados felices, sin saber que eso aumentaría más la productividad que las amenazas, los castigos, los horarios y demás. Toma en cuenta otra cosa cuando el jefe déspota te saque de quicio, también está propenso a ser despedido, todos lo estamos y eso no les excluye. Algunas veces te encontrarás a tus jefes despotas en el supermercado después de ser despedido y verás que su actitud hacia ti cambiará por completo, desafortunadamente muy tarde.

Si ya nadie se siente orgulloso de tus logros, rompe con lo establecido y sientete orgulloso de ti mismo. Es un sentimiento que no se promueve tanto porque hay gente que lo confunde con ser engreído, pero sin caer en ello es muy sano valorar tus logros, el camino llevado. Cuando te sientas débil, harto, toma respiro, escuchate y échate porras. 

La mayoría de las veces nadie creerá en tus proyectos y eso no significa que no debas hacerlos, porque recuerda que son necesarios, simplemente para ti, para tu crecimiento, para demostrarte de lo que eres capaz. Si acaso eres menospreciado no lo tomes personal, y sé feliz por tus logros.

Vivimos de manera tan abrumadora que no percibimos en ocasiones los grandes cambios en nuestra vida y si tú no lo percibes, el resto aun menos. Recuerda que ya eres un adulto, es más, sabes que no necesitas una ocasión social para comprar un pastel, asi que ve por uno y celebra. Desde lo más notorio como un ascenso o un nuevo trabajo hasta los pequeños cambios positivos en tu rutina, el lograr terminar un proyecto difícil, el haber tenido un cliente satisfecho, el haber conocido a alguien interesante, el haber reído hasta llorar con tus compañeros. Esos pequeños logros van sumando.  

Como recomendación busca algo ajeno al trabajo para distraerte, un hobbie, bien sea leer libros, coleccionar algo, hacer deporte en equipo, porque lo mejor de todo ello es que el estrés del trabajo no llega allá. Meter un gol con los cuates, leer una nueva novela, escribir algo, participar en un centro de ayuda comunitaria, cualquier cosa ajena al trabajo te recordará que eres alguien más allá de tu puesto, que puedes conocer más personas, que puedes ver otras sonrisas, sabrás de nuevo que la vida va más allá del trabajo.


Crónicas de un EstresaurioWhere stories live. Discover now