¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
El sofá crujió bajo tu cuerpo cuando te moviste sobre él. Era una cosa vieja y en ruinas, que apenas se mantenía al día con los tiempos modernos y con sus constantes cambios. Estabas decidida a encontrar una posición cómoda, pero con ese sofá era simplemente imposible. Preocupada por esta pequeña y tediosa tarea durante la última hora, desde que te acostaste en el sofá, no pudiste dormir ni un minuto. Mirar el reloj en la pared a tu derecha solo empeoró tu ansiedad. Parpadeando exactamente a las 3 de la mañana, el reloj era un recordatorio constante de lo que te había llevado al sofá duro y frío en primer lugar.
Tu persistencia, te convenciste, lo había hecho. Pero las lágrimas que manchan tus mejillas, y los fragmentos de vidrios rotos en el piso debajo de ti, contaron una historia divergente. Hablaban de la peor discusión que tuviste con Wooseok. Aquella en el que él no cedería y tú tampoco. Fue un evento nuevo; uno que claramente podrías memorizar por siempre. Pero no importa cuántas veces lo hayas pensado, no tuvo sentido ninguna vez.
Había sido un día duro para ti; desde tareas pendientes hasta fechas límites que no pudiste cumplir. Podrías soportarlo, te dijiste a ti misma cuando llegaste a casa. Pero una llamada telefónica de tu amada madre, a través de la cual expresó que ya no cuidabas a tu familia, y que estabas cediendo lentamente a las demandas implacables del mundo, fue tu punto de ruptura.
Lo peor de la llamada ni siquiera fue tu madre llamándote por estar demasiado distante. Lo peor fue saber que lo que dijo fue la amarga verdad. Lo peor fue escupir todas esas palabras venenosas que dijiste en represalia por sus acusaciones, palabras que lamentabas en el momento en que salieron de tu boca. Pero ya era demasiado tarde para cambiar toda la situación. Ya colgaste, tirando el teléfono sobre la cama, y eso fue hace horas.
Te sentaste en una silla cerca del tocador, con la cabeza entre las manos y lágrimas frescas cayendo por tus mejillas. No estabas segura de cuánto tiempo estuviste sentada así, envuelto en culpa, no te importó el reloj, acercándose lentamente a la medianoche.
Lograste salir de tu trance solo cuando escuchaste la puerta de tu apartamento abrirse, seguido de pasos sigilosos. Sin molestarte en pararte y revisar el pasillo para ver quién era, ya que sabías muy bien exactamente quién era, simplemente esperaste la voz que más quería escuchar hoy.
Tu novio, la voz melodiosa y nostálgica de Wooseok resonó desde más allá del dormitorio, gritando tu nombre.
"¿T/N?"
No respondiste, temiendo que él notara lo rota que se esncontraba tu voz. La puerta de su habitación se abrió, revelando el rostro alegre y animado de Wooseok. Una cara que esperabas desvanecería todo los problemas del día.
