Desastre

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Himawari caminaba en busca de su padre, pero algunos invitados la detenían constantemente para conversar con ella. Mejor dicho, para alabarla y pedirle que se tomara fotos con ellos.

"Realmente me siento cansada." Pensó cuando logró liberarse de esos invitados.

"Papá ¿mamá quiere saber si vas a querer pastel?" Preguntó, acercándose a él.

Naruto estaba junto a Shikamaru discutiendo temas de la aldea y revisando documentos. Aunque se había tomado el tiempo para ir, no podía dejar de trabajar.

"Lo lamento, Hima; esto es muy importante." Se excusó Naruto. "Pero dile a Boruto."

"Ah, sí." Respondió la chica, ocultando el dolor que le provocaba la falta de atención de su padre.

"Vaya manera de celebrar en grande el cumpleaños de su hija." Se quejó mentalmente " Tal vez sí debí utilizar un clon de sombras."

Unas lágrimas se acumularon en la orilla de sus ojos. Se secó las lágrimas con el dorso de su mano.

"No debo pensar estas cosas. La gente de la aldea ha sido muy buena conmigo, no debo despreciarlos de esta manera." Se regaño nuevamente, pero en el fondo cada segundo le pesaba más estar en la fiesta.

Volvió a abrir el pergamino que le entregó Inojin para admirar su pintura.

"Creo que recibir esto hace que valga la pena." Sonrió para sí.


Unos pequeños chicos de la Academia estaban jugando con unos shuriken. Lo lanzaron cerca de Boruto, quien lo desvió con facilidad, demostrándoles a los niños sus grandes habilidades. Estos quedaron impresionados, hasta que se dieron cuenta de que había desviado el kunai a la dirección equivocada.

Entonces el kunai impactó en el pergamino que tenía Himawari, directamente a la mitad de la pintura, destruyéndolo por completo.

Himawari se quedó paralizada, no sabía cómo reaccionar.

Boruto, en cambio, sintió el miedo recorrer su cuerpo. Era como aquella ocasión hace tantos años, cuando rompió su peluche y activó el Byakugan por primera vez.

"H-Himechi" llamó Boruto, nervioso.

Finalmente, Himawari sintió algo explotar dentro de ella. Las lágrimas incontrolables, comenzaron a recorrer su rostro.

"Princesa, princesa, princesa" Escuchaba por todos lados. La cabeza le dolía, los oídos le palpitaban, no podía pensar en nada. Estaba harta, ese era su límite, ya no podía soportarlo. Sentía tanto dolor en el corazón, pero no podía expresarlo.

"Ya es suficiente" Exclamó irritada "Ya no puedo más" gimió con dificultad. Las palabras se le atoraban en la garganta. Las lágrimas, acumuladas en sus ojos, escaparon su prisión y descendieron pausadamente.

No quería que la vieran así, no después del esfuerzo que habían puesto en esa fiesta. No quería estar allí, pero todos estaban allí por ella; no tenía derecho a arruinarles ese día. Finalmente salió corriendo, escapó del lugar acosada por los ojos sorprendidos de los invitados.

"Hima." Gritó Boruto preocupado, intentando correr tras ella, pero fue detenido por Sarada. "¿Sarada?" cuestionó molesto por interferir. Ella negó con la cabeza, indicándole que no era buena idea ir tras ella.

"Tú no puedes hacer nada por ella ahora."

"Pero..." replicó el rubio.

"Himawari necesita a alguien que le ayude a calmarse." Intervino Mitsuki, poniendo una mano sobre el hombro de su amigo.

Hinata y Naruto se miraron a los ojos por unos instantes y asintieron, sabiendo qué debían hacer para ayudar a su hija. Hinata volvió hacia uno de los jóvenes:

"Inojin-kun, por favor" pidió.

Inojin asintió, entendiendo el pedido y salió de la fiesta al estilo ninja, buscando a la princesa, preocupado por ella.

Finalmente la encontró en el cementerio, frente a la lápida del héroe caído de la cuarta guerra ninja, Neji Hyuga. Tenía la frente recargada sobre las rodillas, tratando de esconder su rostro mientras sollozaba en silencio.

"Himawari-chan." La llamó, preocupado.

Himawari reconoció la voz inmediatamente y levantó la mirada hacia Inojin.

"I-Inojin-kun" balbuceó con el rastro de lágrimas en su rostro.

"Himawari-chan" Volvió a llamar Inojin, incrédulo de la imagen que tenía en frente.

Nunca en su vida había visto a Himawari llorar. La había visto triste, molesta, alegre, frustrada, pero jamás la había visto llorar.

"¿Cómo me llamaste?" Preguntó ella, confundida.

"Himawari." Respondió él, preocupado "Ese es tu nombre."

Himawari bajó la mirada y rió, decepcionada de sí misma.

"Es cierto, ese es mi nombre." Murmuró. "Todos me llaman Princesa desde hace tanto tiempo, que olvidé cuál era mi nombre." Admitió avergonzada.

Inojin se sentó junto a ella, instintivamente la rodeó con los brazos y la atrajo hacia él. Quería protegerla, quería evitar que la tristeza la golpeara de ese modo. La abrazó con fuerza, esperando reconfortarla, que sintiera su preocupación. Quería que se abriera con él, que le dijera sus sentimientos y que la pesadez la soltara.

Himawari se sorprendió en un principio por el abrazo, pero Inojin la hacía sentir segura. Se aferró a las ropas del chico y enterró su rostro en el pecho de este. Finalmente, soltó la tristeza que llevaba cargando por tanto tiempo y comenzó a llorar sin control, aferrándose aún más a Inojin.

"Ya no puedo más, Inojin-kun" Sollozó "Ya no puedo seguir con esta farsa. Ya no quiero seguir sonriendo." Se quejaba. "¡Odio este título! No quiero ser más la princesa de Konoha."

El llanto le lastimaba la garganta, sentía como si ese dolor la cortara por dentro mientras salía a través de los sollozos.

Inojin la abrazó más fuerte, aferrándose a ella. La sentía tan frágil, que temía que si la soltaba se rompiera. Se sentía impotente, odiaba verla llorar, pero necesitaba permanecer calmado por su bien. Debía ser el sostén de Himawari en estos momentos.

Siguió abrazándola, sin soltar el agarre ni un segundo, mientras Himawari lloraba todas sus penas. No supo cuánto tiempo pasó, hasta que finalmente dejó de llorar. La separó un poco de él, sin soltarla, para examinarla. Aún tenía rastros de lágrimas acumuladas en la parte baja de los ojos. Se las removió con el pulgar de una mano y volvió a pegarla a su pecho, protegiéndola.

Himawari estaba agotada, como si hubiera hecho un entrenamiento cien veces más fuerte que el del clan Hyuga. Escuchaba los latidos de Inojin y se dejó llevar por ellos hasta que se quedó dormida. El rubio, por su parte, sintió la respiración de Himawari regularizarse y notó que estaba durmiendo. La cargó por debajo y la llevó de regresó a la casa del clan Hyuga.

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