Gwen.
Un gruñido que mi madre calificaría como "poco femenino" salió de mis labios cuando una alarma sonó cerca mío. Mis manos se fueron automáticamente a la almohada para cubrir mi cabeza y salvar mis oídos del sonido más molesto del mundo. ¿Sería más fácil apagar el aparato y terminar con mi sufrimiento? Probablemente, pero mi cerebro no funciona bien cuando debo madrugar.
De todas maneras, ¿quién tenía puesta una alarma a esta hora? Ah, ya lo recuerdo: yo.
La "yo" que ya era una adulta y que debería estar levantando su trasero de la cama para trabajar y ganarse el dinero necesario para sobrevivir.
Solía pensar que el último año de universidad había sido el más difícil, juntando la entrega de mi tesis con las horas de práctica y con mi fracaso amoroso, mi vida había sido un infierno. Bueno, solo el 99% de ese año. De todas maneras, cuando recibí mi titulo la vida se encargo de darme un golpe en la cara y me gritó que despertara.
Al parecer, desde que cumples la mayoría de edad la vida solo se hace... muy complicada.
Dejo escapar un suspiro y vuelvo al mundo real, apagando con un golpe el aparato. Hago una cuenta regresiva desde el 3 hasta el 1 y salto de la cama antes de que comience a parecer mucho más cómoda. Después de 30 minutos donde tal vez desperdicie 15 de ellos viendo memes -en vez de hacer algo productivo- por fin llego a mi coche. ¡Pero, hey! Tengo que aprovechar la poca juventud que me queda para ver memes antes de dejar de entenderlos y comenzar a compartir frases motivacionales con un Piolín de fondo en su lugar.
"Ride" de Twenty One Pilots suena en la radio mientras conduzco por las calles de la ciudad, canto la última parte mientras entro en el estacionamiento de la secundaria, saludando al guardia a través de mi ventana.
Salgo de mi coche y abro la puerta trasera para sacar mi bolso y los materiales necesarios para la clase, no es que vaya a necesitarlos de todas maneras, la primera semana de clase suele ser más tranquila, en especial si eres una nueva docente. Ellos serían los que estarían ocupados en evaluarme para decidir si me harían la vida imposible o no.
Uno de los alumnos estaba siendo reprendido en la entrada de la secundaria cuando pase por su lado, algo sobre que su cabello no era apropiado para el establecimiento y que no estaba usando el uniforme de la manera correcta. Cosas que no influenciaban en su educación.
Y ese pensamiento era el mismo que me obligaba a usar mangas largas en pleno verano, porque no importaba que mis calificaciones de la universidad fueran impecables, una profesora con tatuajes era indecentes.
A su lado estaba el que suponía que era su apoderado, vestido en un traje que parecía costoso. Al estar de espaldas a mi no podía ver su cara, pero si podía apreciar la vista trasera que me daba. Y sí era una buena vista trasera. Al pasarlos tuvo la tentación de darse la vuelta para ver si su delantera se le comparaba, pero se detuvo en el acto.
Tranquila Gwen, piensa en la biblia.
Ver tantos alumnos en el establecimiento me hizo pensar que quizá había tardado demasiado mientras fantaseaba que no era una adulta responsable destinada a madrugar, un vistazo a mi móvil me confirmó que solo tenía 5 minutos para firma mi ingreso y correr hacía el aula. Al menos había ido a conocer el recinto con anterioridad. Ajá, ya vez madre, soy una persona precavida. Esperaba que mi falta de cafeína y de desayuno en general me fuera a tener paciencia hasta el primer receso porque no tenía tiempo para correr al Starbucks de al lado. Si mi estómago sonaba en medio del incómodo silencio que habría en el salón cuando me presentara...
Sería suicidio social... o profesional, en este caso. Lo que sea.
Sonrío satisfecha cuando llego al aula sin que suene el timbre que da el inicio a clases. Los alumnos me miran con curiosidad cuando entro en su campo de visión, me siento aliviada al saber que ellos son igualmente nuevos por aquí, que mi primera clase fuera con un primer año había sido un golpe de suerte. Saludo con una sonrisa lo mejor que puedo a los que cruzan la puerta mientras instalo mis cosas en la mesa cuando el timbre suena. Estoy a punto de decir mis primeras palabras cuando la puerta se abre de par en par y choca con fuerza contra la pared haciéndome sobresaltar.
Ay, espero que los demás no hayan visto eso, que no huelan mi miedo.
El mismo alumno que estaba fuera del establecimiento con don gluteos-perfectos entra y murmura una disculpa que parece demasiado forzada para ser real. Se sienta al fondo de la clase y podría jurar que un aura negra lo rodea debido al mal humor que proyecta.
Bueno, de todas maneras nunca me dijeron que trabajar con adolescentes que pasan la mayor parte del tiempo odiando el aire sería fácil.
Intento mirar seriamente al alumno desconocido antes de acercarme y cerrar la puerta, sé que ya le llamaron demasiado la atención antes pero tampoco puedo darle la libertad de hacer lo que quiera.
— Bueno... — Qué hago con mis manos, qué hago con mis manos. ¡Rápido, ponlas en casualmente en la mesa! — Mi nombre es Gwen, y seré su profesora de Francés.
Y justo en ese momento, mi estómago suena.
Genial.
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Ahora y siempre (#1)
Teen FictionCuando su prometido traiciona su confianza, Gwen Smith decide terminar su compromiso y alejar a todos los hombres que podrían intentar entrar en su vida romántica. Son unos mentirosos y manipuladores después de todo. Pero su promesa casi se va a la...