¿Quién?

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{Jackbum & Pepigyeom}

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Sus intenciones no habían sido de ir y bailar al ritmo de personas que no distinguía. Sin embargo, cuando había empezado a cepillar sus dientes para ir a cama temprano esa noche, e ignorar de esa manera las constantes publicaciones de sus amigos sobre lo divertido que era, recibió una llamada de la persona que menos quería escuchar en esos momentos.

"Moomin".

Pero aun así respondió porque sabía que esa personita del mal adoraba beber y podía ponerse aún más estúpido, y como sus estupideces lo hacían reír, entonces no se perdería la oportunidad de reírse a su costa y echárselo en cara cuando se volvieran a encontrar.

− ¡Hyu-! – El agudo grito le hizo colgar el teléfono al instante. No estaba interesado en un dolor de cabeza.

Volvió a sonar. Cabía la posibilidad de poner el alta voz, pero aunque no lo pareciera, las paredes en esa casa eran delgadas y seguramente sus padres o alguna de sus hermanas escucharían a ese idiota gritando quién sabe qué. No quería arriesgarse.

Una vez hizo a un lado las cobijas para deslizarse por su cálida y reconfortante cama, escuchó el zumbido de su celular. Él tenía una política muy estricta que sus amigos sabían de memoria: "No responderé sus estúpidas llamas después de las nueve". Pero ahí estaba, con el reloj marcándole que habían pasado diez minutos desde la hora indicada y estaba abriendo el mensaje que aquel borracho había decidido enviarle.

"en tu aqi trsasror"

No, no quería ir.

Quería dormir y conseguir despertar temprano, de buen humor y poder aguantar así el temperamento de su padre por el resto de sus días.

"T ae flix"

Inconscientemente mordió su labio inferior y junto ambas rodillas, tratando de no comprender lo que decía ahí. Pero era imposible, comprendía lo que aquellas extrañas letras significaban, después de todo no distaba mucho de su escritura habitual y eso lo hacía sentir peor. ¿Cómo pudo si quiera verse involucrado con un sujeto de tan baja categoría?

Cerró los ojos e hizo a un lado el celular. Reprimiéndose mentalmente por pensar de tal manera, incluso podía escuchar la voz de su padre como la suya propia retumbando en su cabeza. De alguna manera parecía que iba a conseguir la migraña, hiciera lo que hiciera.

Volvió a tender la cama en lo que decidía si salir o no.

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No hacía tanto frío como en un principio creyó, aun así guardó sus manos en los bolsillos de su chaqueta mientras seguía su camino por la avenida. Había muchas personas yendo de un lado a otro y sinceramente Halloween no era una festividad que se soliera celebrar como en otros países. Nunca verías niños pidiendo dulces de casa en casa, aunque había una zona en particular, donde los extranjeros solían reunirse para pasar dicha fecha en compañía de disfraces y mucha diversión, por supuesto era una zona de vida nocturna.

En su camino debía pasar por un puente, se había cruzado ya con un par de personas disfrazadas y era ciertamente incómodo. Al menos para él. Pero admiraba de cierta manera el empeño que habían puesto en sus disfraces, parecían demasiado elaborados, quizá sólo los habían comprado.

Sin embargo, ninguno le asombro tanto como el que tenía el chico del puente. Pues si bien era algo sencillo, parecía tan real que incluso se detuvo unos momentos para examinarlo mejor. El chico, de cabello castaño al notarlo, le sonrió enormemente antes de presentarse.

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