1989

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Los charquitos de lodo rodeaban el patio de su casa, de punta en punta. Ellos vestían unos bonitos trajes de príncipes y unas espadas de cartón que ellos mismos habían hecho la noche anterior.
A pesar de que una tormenta, muy fuerte para el gusto de JiMin, se había desembocado la noche pasada el día se había vuelto un día lindo y sin una pista de la tormenta anterior.

—¡Príncipe JiMinnie! —Un niño de diez años con sus cabellos negros desordenados y sus ropas manchadas en lodo corría en la dirección de otro niño de menor edad.

JiMin, que a penas tenía dos días de tener siete años, balanceaba sus pequeños pies manchados arriba de una silla más alta que él, veía como YoonGi aún seguía intentando salval a Holly del monstruo que vigilaba la casa de madera humeda. Por su parte el se había rendido hace un rato, le había dejadl a cargo al cabellero Min el trabajo, y ahora disfrutaba de las deliciosas galletas y el chocolate caliente que la señora Min había preparado para ellos.

—¡No puedo! El príncipe Park JiMin ya no puede confiar en mí. Fallé en mi misión —Se arrodilló frente a él y le extendió su espada de cartón, en su rostro se reflejaba la perfecta actuación de la desilusión y el rencor hacía la bestia invisible. Sentía el haber fracasado en el juego como si de verdad le hubiera fallado en vida a jimin.

Park sonrió y le extendió su manito, el mayor no dudo en sostenerla y ayudo a que el menor bajase de la silla y de su declaración al pueblo ——Invisible también ——, YoonGi esperaba las crudas palabras de la rechoncha boca de JiMin.

—Caballero Min, Yo, el príncipe de la casita declaro que no ha fallado en su misión. Pero, lo saco de ella. —YoonGi no entendía, él debía recibir un castigo, como mínimo esperaba que JiMin le quite dos de sus galletas. JiMin en cambio veía a los ojos del mayor con un rubor en sus mejillas.

Un día había estadl escuchando a sus padres hablar de algo llamado matrimonio, escuchó que solo debían hacerlo las personas que de verdad se amaban mucho y se respetaban, y que las personas que lo hacían por interés no más que ignorantes. Y aunque JiMin no entienda muchas de esas palabras entendía a la perfección el bonito afecto que sentía hacia YoonGi. Y creía que para sellar su bonito amor tenían que casarse.

—Caballero Min, con honor le encargo la nueva y linda misión de ser casarte conmigo —Sonrió, en realidad no entendía mucho lo que estaba haciendo.

YoonGi lo miro a los ojos otra vez, vio una vez en Disney como el príncipe de la película, que vestía de azul y usaba corona, le había pedido eso a la rubia mujer que usaba vestido y que había perdido su zapato de cristal. Pero él no había perdido su bota, ni tenía un vestido, de hecho vestía con un delantal que tenía colores azules y una espada de cartón en su mano, y a pesar de que JiMin vestía igual de azul que él y usaba corona de carton, también tenía unas botas y una espada.

—¿Quieres que sea tu princesa? —Preguntó entonces, JiMin negó con su cabeza.

—Quiero que seas mi esposo. —Entonces YoonGi recordo la plática de los esposos y esposas que había tenido con sus padres antes, y sabía que eso lo hacían las personas que se amaban mucho. En ese momento yoongi entendió que jimin debía amarlo mucho para pedirle aquello y con una sonrisa en su rostro respondió la encuesta.

—Entonces, seré tu esposo. Para amarte y respetarte por el resto de nuestras vidas.

—¡Perfecto! —Terminó JiMin, abrazándose al cuerpo más alto y dejando besos en su mejilla, YoonGi respondió a eso besando también la pomposa mejilla rosada del menor.

Entonces ambos sin saber lo que hacían sellaron su amor en un juego de bestian invisibles y príncipes sin princesas.

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