Lágrimas se deslizaban por su rostro, un ardor que la torturaba sin piedad, solo podía quedarse mirando la estatua de su amado príncipe romperse ante ella.
No entendía por qué el destino la torturaba, había pasado 500 largos años esperándolo para perderlo en cuestión de minutos.
El pensamiento la derrumbo, hundió su cabeza hacia el suelo, tratando de callar sus propios sollozos.
Quería permanecer a su lado, ella tampoco pertenecía a esta época. Incluso aunque no pudiera decirle su sentir amoroso, le bastaba con aquel cariño que siguió creciendo dentro de ella.
Tomó su mano con fuerza. – Por favor, déjeme ir con usted – rogó.
No podría sellarlo, eso no sería justo, él no merecía una vida así. No sería egoísta al aferrarla así a ella.
Sintió la calidez de aquella mano posada sobre su mejilla, por inercia terminó por alzar la cabeza. – Secre, te agradezco por permanecer estos 500 años junto a mí, pero es hora de que puedas continuar tu vida.
No, no, no, no, no, no, no, no, no.
Negó con su cabeza, usando su antebrazo para limpiar sus lágrimas. – Pero, príncipe, yo no pertenezco a esta época – trató de razonar.
Hubiera deseado seguir viviendo, pero sin Lemiel aquí estaría sola. Simplemente no encajaría.
– No podemos seguir ocultando tu magia del mundo, estoy seguro que será útil en esta época – el tiempo se está acabando, pronto su adiós quedará en el aire si es que logra decirlo, Secre siempre temió eso y ahora debe enfrentarlo. – Quiero que vivas.
Su labio tiembla. – Lo entiendo – susurra. – Fue un honor servirle todo este tiempo – toma entre sus manos aquella cálida mano que se le extendió.
Su cara debe de arder en calor, e incluso si quizás debería de confesar su amor no lo hará. Entierra sus sentimientos en baúl dentro de sí, Lemiel no cargará con eso sobre sus hombros antes de poder partir.
Entonces decide sonreír, rompiéndose por dentro. – ¡Seguiré cuidando nuestros ideales, lo prometo! – grita al viento su promesa, deseando que su amor se lea entre líneas.
Sabe que amo cada segundo, desde que descifró su amor, estar junto a él, logró animarla y levantarla. Le dio voluntad, por eso no se arrepiente de enamorarse.
– Si en otra vida vuelvo a encontrarte, me agradaría poder quedarme a tu lado – esas palabras la reconfortan, y a pesar de que duele también le brindan calor.
Se rie suavemente. – A mí también, me gustaría mucho.
Finalmente, la estatua de Lemiel se dispersa en el viento. Y ella puede permitirse gritar su dolor, llora todo lo que puede para así poder avanzar.
*
*
*
Camina por los pasillos de su nueva academia, debe darse prisa o de lo contrario llegará tarde a su primera clase de este año.
Está segura de haber seguido correctamente todas las indicaciones, por lo que a la vuelta estaría aquel salón.
Lo hace, lo que la tranquiliza.
Se adentra con cuidado, sujetando con cuidado los libros que lleva entre sus brazos, divisa un asiento vació por lo que no duda en dirigirse ahí. Suspira con calma, antes de que el reloj anuncie las clases.
Una señora ingresa a la clase, supone es la maestra. – Buenos días alumnos, veo que tenemos un nuevo rostro por aquí – todos se enfocan en ella.
Parece ser la única nueva ahí, esto es peor de lo que imaginaba.
Con una seña sabe que debe pasar adelante y presentarse a todos. – Es un gusto conocerles, soy Swallowtail Secre – hizo una reverencia, luego se dirigió de nuevo a su asiento.
Una joven rubia a su izquierda le saludó. – Hola, soy Silvamillion Tetia, encantada de conocerte.
Sonrió, aunque no sabe por qué. – Igualmente – acomodó su cabello detrás de su oreja.
– ¿Te gustaría que te muestre la academia? – asintió a aquello, le convendría ayuda para no volver a perderse.
Escucharon el golpe en el pizarrón, llamando su atención entre el bullicio, ¿cómo es que no se había dado cuenta? – ¡Por favor clase, haced silencio o los enviaré a detención! – la amenaza de la maestra sonó y todos callaron. – Eso me agrada.
La clase continuó, nadie volvió a levantar la voz en alto.
*
*
*
Calculaba que había conocido por lo menos una parte de la academia, suspiró resignada a perderse el día de mañana. – No te preocupes, no es una amargada – aconsejó su compañera. – Pero a veces debe poner control sobre nosotros.
Asintió, a pesar que su preocupación no era esa. – Lo entiendo.
– ¡Ah! Mira, es mi hermano y un amigo – comentó la rubia a su lado. – ¡Hey! ¡Lemiel, Licht! – dos jóvenes voltearon hacia ellas, un rubio y un peliblanco se acercaron.
– Veo que tienes una nueva amiga, Tetia – comentó un rubio, que de cierta forma lejana le recordaba a la ya mencionada.
La joven rubia asintió ante esto con alegría. – Sí, ella es Secre.
Oh, sí, parece ser que es momento de presentarse. – Soy Swallowtail Secre.
El peliblanco sonrió. – Sólo llámame Licht – ofreció con calidez.
– ¡Ah, Licht es tan amigable con todos! – fangirleo Tetia, supuso que le admiraba mucho o estaba enamorado.
Cualquiera que fuera la opción.
Si suponía que ese era el amigo.
La joven Silvamillion tomó la mano de aquel chico. – ¡Vamos, quiero mostrarte algo! – se alejó un poco, dirigiéndole dentro de lo que es la cafetería.
El joven frente a ella suspiró con calma ante la acción de su nueva compañera. – ¿Te parece ir por un batido? – le ofreció.
Supone es de confianza, por alguna extraña razón que desconoce. – Sí, me gustaría mucho.
Empezaron a caminar juntos hacia la cafetería, en donde deberían encontrarse los otros dos. – Soy Lemiel, hermano de Tetia, un gusto – se presentó el rubio.
– Secre, igualmente – respondió.
Todo estaría bien ahora, ese era su presentimiento, le alegró esa corazonada, y sin darse cuenta estaba sonriendo inconscientemente.
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A través de los siglos [Secre x Lemiel]
FanfictionTomó su mano con fuerza. - Por favor, déjeme ir con usted - rogó. No podría sellarlo, eso no sería justo, él no merecía una vida así. Sintió la calidez de su mano posada sobre su mejilla, por inercia terminó por alzar la cabeza. - Secre, te agradezc...