Fiesta Espeluznante.

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Corrían los últimos días del mes de octubre y el otoño ya se hallaba presente en todo el hemisferio norte; el frío polar proveniente del ártico comenzaba a descender por Europa, bajando la temperatura considerablemente en la región de Baviera y su capital, la ciudad alemana de Múnich. Se acercaba el Día de Brujas y una de las más importantes compañías cerveceras del país, que además era patrocinadora oficial del equipo de fútbol Bayern Múnich, se preparaba para realizar un gran evento ese día, pues su representante Bernard Brunt, quien había vivido durante muchos años en los Estados Unidos, amaba con locura esta festividad, por lo que había organizado una enorme fiesta para celebrarla, teniendo como invitados VIP a diversas personalidades tanto del espectáculo, el deporte y la cultura, así como también del campo de la política y los negocios; además, se aseguró de que los jugadores del Bayern asistieran al ser invitados obligatoriamente gracias al contrato que el equipo tenía con la empresa.

Para Sho Shunkô, mediocampista del conjunto muniqués, quien no conocía muy bien esta tradicional festividad debido a que en su natal China la costumbre para ese día consistía únicamente en realizar ofrendas y regalos a los espíritus más que ser una celebración de diversión terrorífica, ésta era una nueva experiencia que esperaba con ansias pues muchos de sus compañeros ya le habían hablado sobre el tema por lo que se encontraba muy intrigado al respecto. Por su parte Stefan Levin, mediocampista también de la escuadra alemana, si bien conocía con antelación dicha festividad pues en su país sí se celebraba desde hacía más o menos unos veinte años atrás, al igual que sucedía en Alemania, no se consideraba muy partidario de la celebración pues consideraba que esto era algo infantil ya que en su país sólo los niños pequeños y los adolescentes solían disfrutarla, por lo que no le agradaba mucho la idea de tener que ir a un evento de este tipo.

Genzo Wakabayashi, portero titular del equipo, no asistiría a la dichosa fiesta gracias a que el japonés había solicitado un permiso especial para ausentarse durante algunos días de sus obligaciones laborales, ya que debía realizar un viaje exprés a su país natal pues tenía que resolver algunos asuntos de carácter personal, siendo que de ese modo el joven se había salvado de tener que asistir a un evento en el que claramente no le habría gustado estar; en cuanto a Karl Heinz Schneider, capitán y jugador estrella del conjunto muniqués, de ningún modo podría asistir al evento pues un accidente, ciertamente de consideración, lo mantenía delicado en cama por lo que no era ni pensable que acudiera, siendo además que el joven emperador no se lamentaba para nada el no poder hacerlo. Brunt al enterarse de estos inesperados inconvenientes, comentó con despecho que los jóvenes se perderían de una épica fiesta que todo mundo recordaría durante mucho tiempo, sin saber que sus palabras se harían realidad.

El día tan esperado por muchos finalmente llegó siendo que la fiesta se efectuó en la Haus der Kunst, o Casa de Arte, un antiguo museo de más de ochenta años de existencia y que fue construido durante el Tercer Reich, el cual se localiza en plena zona céntrica de la ciudad, en los limítrofes del Jardín Inglés, que es el parque más grande de Múnich. Gracias a los múltiples contactos que Brunt tenía, el hombre había logrado que le prestaran el museo para realizar su famosa fiesta, logrando además que ese día los invitados fueran recibidos por una enorme escultura del esqueleto de un caballo, la cual estaba iluminada de manera bastante espeluznante que ocasionaba uno que otro susto en la concurrencia; dicha figura era una obra de arte muy valiosa, siendo que la administración, a base de presiones políticas y en contra de su voluntad, se había visto obligada a tener que dejarla en el sitio durante la realización de la fiesta, demostrando así el poder que el hombre tenía.

La recepción transcurrió sin ningún contratiempo, siendo ésta muy extravagante y fastuosa, al a cual asistieron personalidades de todo tipo, desde políticos, intelectuales, cantantes y modelos, sin mencionar a los jugadores del Bayern, los cuales asistieron en su mayoría; los invitados tuvieron una velada muy divertida con excepción de cierta modelo que no vio realizado su deseo de pasar la noche al lado de una de las estrellas del equipo, por lo que en cierto punto del evento hizo un berrinche innecesario y le exigió a Brunt que la llevara a casa. Al hombre no le quedó más remedio que dejar por un rato su evento y partir con ella, pidiendo que por lo menos dos de los jugadores del Bayern se quedaran hasta el final para que fungieran como anfitriones sustitutos de la celebración, siendo que Sho Shunko y Stefan Levin habían sido los perdedores del sorteo que hicieron los jugadores para determinar quiénes serían los castigados.

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