Segundo capítulo. La vida de Don José

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                                                   SEGUNDO CAPITULO

                                              LA   VIDA   DE   DON   JOSE

  Allí  estaba, a las nueve menos diez de la mañana, Don José  lo vio desde dentro y le dijo que pasara,  el chico entro y se dirigió hacia la mesa del jardín, al parecer, aquel hombre hacia casi toda la vida en el jardín.

   _Buenos días Luichi ¿Quieres tomar un vaso de leche o un  zumo?

   _ No, gracias he desayunado con mi madre.

   _ ¿Qué le has comentado a tu madre con relación al trabajo?

   _ La verdad, que usted me había dado trabajo en el jardín.

   _ ¿Puso algún inconveniente?

   _  Me hizo prometer, que no le cobraría nada, yo le dije que usted me permitía usar la piscina, durante todo el verano, se que le he mentido, pero no me quedaba otra salida.

   _ No es una mentira, ya te comente ayer que podías usarla todas las veces que quisieras...

   _ ¿De verdad, puedo bañarme?

   _ Claro que puedes, eso si, recuerdas lo que te dije; que tenias que retirarte de la piscina cuando escuches la sirena.

   _ Si lo recuerdo, aunque no me dijo porque.

  El hombre lo miro un poco de reojo.

   _ Lo siento tenia que intentarlo: El hombre sonrió y siguió hablando.

   _ Eres bastante inteligente, por lo tanto no tendré que explicarte muchas veces las cosas, ven sígueme.

   Ambos se levantaron de la mesa y rodearon la piscina por el lado de la casa, el chico no podía dejar de mirar la piscina, era inmensa, el chico contó los pasos que iba dando, pasos cortos, no quería que el hombre se diera cuenta, cuando pararon, delante de una puerta de hierro, el chico llevaba 96 pasos y todavía quedaba un buen trozo de piscina, el chico pensó que a cincuenta centímetros el paso, era casi cincuenta metros, mas lo que quedaba podría medir casi sesenta metros de larga y casi la mitad de ancha.

   _ Esta puerta siempre esta abierta, pero te tengo que pedir un favor, cojas lo que cojas, debes devolverlo al mismo sitio, no debe haber nada fuera de lugar, eso es muy importante, y no me preguntes el porque, lo sabrás a su debido tiempo. En esa pared están las azadas los rastrillos y demás herramientas de mano, martillos, llaves, etc. Aquí en el rincón están las maquinas de cortar el césped y las de los filos de la piscina, con esa maquina, has de tener bastante cuidado, esos hilos gruesos, pueden cortar hasta la goma del agua, también esta el carrillo de mano, para recoger la hierba cortada. Hoy quiero que empieces arreglando los macizos de flores, tienen mucha mala hierba, toma las herramientas que necesites, las pones en el carrillo y te las llevas, recuerdas de donde las tomaste, tienes que volverlas a poner en su sitio. ¿De acuerdo?

   _ Si, lo recordare todo.

   _ Volveré un rato antes, para pagarte la deuda, si necesitas algo llamas a Dolores, ella te solucionara lo que necesites.

   Don Jose se marcho, dejando el chico en la habitación de las herramientas, el estuvo escogiendo las herramientas, que creía iba a necesitar y de camino inspeccionando la habitación, había un pared, la que estaba de frente que no tenia nada, ni herramientas, ni agujeros con clavos, nada, mientras las otras tres estaban atestadas de cosas, en el techo había unos aparatitos redondos, contó hasta veinte, parecían pequeñas ruedas con muchos cortes, no sabia para que servían, pero lo dejo bastante intrigado, los había visto en unos grandes supermercados al que fue una vez con su madre. Salio de la habitación y se fue derecho al primer macizo de flores, se hinco de rodillas y empezó arrancado con las manos, todas las malas hierbas, luego con una azada pequeña, cavo todo el lugar, se lo había visto hacer al jardinero del ayuntamiento, en los jardines del pueblo, paso toda la mañana de un sitio a otro, y tenia el carro lleno de hierbas, no sabia donde debía de tirarlo, fue hacia la puerta de la casa y llamo con los nudillos,

La casa del acantiladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora