Pasaron días y yo crecía poco a poco junto a mi querida mamá. Ella pas ana todo su tiempo en el prado comiendo y yo haciendo todo lo posible intentando que ella se mueva para que juegue conmigo. Mi madre prestaba mucha atencíon a lo que comía y me aprendió muchas cosas por ejemplo, las hierbas que tenía que comer y las hierbas que no podía comer...
Dos años pasaron después de mi nacimiento y todavía no me separaron de mi madre, pero sentía que estaban a punto de hacerlo. En effecto, unos días después de mi presentimiento tenían que separarme y me llevaron en un centro donde habían otros potros de mi edad y allí me pusieron hierros; pesaban mucho y tenía la impresión que me pusieron ladrillos enormes. A continuación, me pusieron algo en la boca; tenía un sabor amargo y era frío, pero al poco tiempo me adapté al sabor y no paraba de jugar con él con mi lengua; para termiar me pusieron una especie de manta que cubría poca parte de mi espalda y sobre ella una silla que pasaba debajo de mi barriga y me apretaba muchísimo
La etapa siguente era el adistramiento; me resultaba difícil andar sin dificultad con los hierros y me resultó aùn más difícil pararme cuando me lo pedían, accelerar con los hierros... , pero al fin y al cabo me adapté, como todo lo nuevo en mi vida.
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La vida de un caballo
RomanceMe llamo trueno un caballo un poquitín pequeño, mi vida merece ser contada y aquí la tenèis entre vuestras manos