¿Truco o trato?

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MINIFICCIÓN DE JABULIN 🎃🧡

Espero que os guste volver a ver a estos ragos en acción.


"Si Hilliwiin is di li mijir, yi virís" 

Y una mierda. 

Halloween es de lo peor que le podía haber pasado. 

Por lo menos, esta vez, no tiene que trabajar. Pero sí entregar un trabajo de la carrera que le está costando la vida, con el murmullo por los pasillos de su edificio y el timbre cada dos segundos, esperando un nuevo "¿¡Truco o trato!?" de niños y niñas disfrazados pretendiendo dar miedo. Y se agobia. Mucho. Quizás demasiado y quizás de una manera un poco exagerada, pero se agobia. 

Cuando el último caramelo de la cesta de la entrada se agota, decide que no va a abrir una sola puerta más. Y de verdad que es la intención, hasta que un par de golpes suenan en la puerta. 

—Que les jodan. —susurra. 

Pero diez segundos después vuelven a insistir. No abre. Y un timbre suena para terminar de sacarle de sus casillas. 

—Me cago en mi vida. —farfulla levantándose de la silla y dejando a un lado el ordenador y los miles de papeles esparcidos sobre la mesa. —Si total no tengo caramelos, tsk. —abre la puerta de golpe justo antes de decir la última frase. —¡¿NO OS HAN ENSEÑADO LO QUE ES LA PUTA EDUCACIÓN?! 

Abre mucho los ojos al ver quién se encuentra al otro lado de la puerta. Dos pares de ojos castaños y dos cabezas de rizos les miran anonadados. Raoul traga saliva y se sonroja mucho de golpe. 

—¿Agoney? ¿Qué haces aquí?

Agoney aguanta una carcajada y el pequeño de al lado forma un puchero triste. 

—Damion quería ir de truco o trato, así que he hablado con mi hermana y me lo he llevado conmigo. —sonríe con ilusión en los ojos. Su sobrino es la persona que más quiere en el mundo. — Pero míralo, le acabas de gritar y ahora va a llorar. 

El pequeño fuerza más el puchero y emite un pequeño ruido de rabia, a la vez que una lágrima silenciosa resbala por su mejilla. 

—AY, no, no no no, cariño ven, ven con el tito Raoul, venga. 

Damion niega con la cabeza y aprieta más fuerte la mano de Agoney. 

—Es que hay que ver como eres. 

—¡Agoney! No ayudas. 

—Siempre igual. 

—Ya estamos. 

—¡Chuches! —el grito es agudo e interrumpe la conversación de los mayores. 

—¿Perdona? —Raoul, apoyado en el marco de la puerta, se lleva una mano a la cintura. — ¿Así que te enfadas conmigo y ahora me pides chuches? —alza una ceja. —Que mal te enseña tu tito Ago, jovencito. 

—Solo una… —agacha la cabeza un segundo, y luego mira a Agoney. 

—A ver,¿quieres chuches? 

El pequeño asiente muy rápido y muchas veces con la cabeza. 

—¿Y como se dice? 

Damion suelta la mano de su tío y se acerca a Raoul, hasta agarrarse del pantalón y tirar un poco, haciendo que Raoul baje la cabeza y le mire con una sonrisa. 

—¿Truco o trato? 

El rubio le mira con el corazón encogido y se agacha hasta quedar a su altura. 

—Peque, no me quedan chuches… Pero podemos ver una peli y os hago palomitas, así tu tito se lleva el pantalón que se olvidó aquí el lunes, ¿te parece? — termina mirando a Agoney. 

Y este solo puede sentir porque sí, aunque sabe que Raoul tiene mucho trabajo, para él siempre tiene horas extra. Y le encanta. 

Horas extra • RAGONEY Donde viven las historias. Descúbrelo ahora