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Seungcheol era un terrible novio, llegaba tarde a las citas, se le olvidaba la fecha de su aniversario y hasta un año se le olvidó el cumpleaños del más bajito.

Pero bien que recordaba cuando habían campeonatos de videojuegos, salidas con sus amigos y los cumpleaños de estos.

Es que él creía que Jihoon siempre iba a estar a su disposición, que iba a perdonarlo cada vez que cometía una falta.

Aquel nublado día, iban a cumplir su quinto año de relación, habían acordado asistir al parque, porque en aquel maravilloso y simple lugar había comenzado su historia.

Jihoon aún recordaba los detalles, Seungcheol había sido despedido de su empleo sin razón aparente, quería olvidarse por un momento de sus problemas, por lo que había optado ir a columpiarse en el parque.

Se encontraba con la cabeza agachada y sus ojitos estaban cristalizados, pero ahí fue en donde entró él.

Se acercó y le preguntó lo que le sucedía, e inevitablemente sintió esa extraña conexión, esa que te hace querer seguir conociendo a la persona y le pidió el número, después, con cada salida se fue dando cuenta de lo maravilloso que era. Meses después le había pedido noviazgo, todo era tan quimérico.

Pero los años pasaron y Seungcheol se fue distanciando de a poco, cancelando salidas e incluso ya no lo visitaba con frecuencia.

El bajito se sentó en el columpio que tantos recuerdos le traía, suspiró y comenzó a elevarse.

Los minutos pasaban con rapidez y el peli azabache ni señales de vida daba, Jihoon preocupado le mandó un mensaje de texto preguntándole en dónde estaba. Pero Seungcheol le dijo que tenía que trabajar hasta tarde, que no podría reunirse con él.

Sintiendo una mezcla de tristeza y melancolía, el más pálido se fue del lugar y ahora iba en dirección a su casa a paso lento, disfrutando la brisa de otoño.

Pasó por fuera de varias tiendas de videojuegos y sonreía al recordar a su amado, todo le recordaba a él, a sus gustos, su calidez.

Pero su sonrisa duró hasta que miró el interior de un local, un restaurante japonés. En su interior se encontraba Seungcheol con un par de sus amigos, bebiendo felizmente, chocando copas cada que lanzaban un comentario.

Cada risa hacía que el corazón del menor sintiera una punzada, ¿ya no era importante? ¿Qué había hecho mal?

Con un nudo en la garganta entró al local y tocó su hombro.

- Entonces esto es lo que llamas trabajo, ¿cómo pudiste hacerme esto justo en nuestro aniversario?

-No es lo que piensas, salí hace unos minutos y me dijeron que los acompañara por un ratito. Luego iba a ir contigo.

- Sabes bien que no te creo, en este último tiempo lo único que has hecho, es mentirme. Creo que ya no me amas, deberíamos darnos un tiempo.

- Deberías tener en claro que eres lo único que pienso en todo el día Jihoonnie.

- Claro, por eso te olvidaste de mi cumpleaños, nuestras salidas y nuestro aniversario.

Jihoon salió corriendo de ahí con el corazón en mil pedacitos.

Por su parte, Cheol se había quedado ahí - tranquilos, ya se le va a pasar-

Three times a day (Jicheol)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora