Capítulo 2: Izan

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— Sabías de sobra que no iba despertarse... — Jude me lanza una sonrisa para volver de nuevo su atención hacia el teléfono móvil.

Me relamo los labios recuperando la mirada perdida en el horizonte.

— Ya... — contesto a regañadientes haciéndome el digno. — Digamos que sigo teniendo la esperanza... ¡DE QUÉ ALGÚN MALDITO DÍA EN 3 AÑOS PODAMOS LLEGAR A TIEMPO A PRIMERA CLASE DE LA MAÑANA! — Redirijo mi furia hacia la puerta de la habitación de C, pero aquello no hace más que divertirla.

Desdeñosa, la escucho reír tras la puerta. Tomando aire para dominar mi frustración, dejo reposar mi frente contra la fría madero y respiro hondo.

Y es que solo Carlota consigue sacarme de mis casillas. Tiene un extraño poder para hacer lo que quiera conmigo, y lo peor de todo, es que es plena y totalmente consciente de ello. Nos conocemos como la propia palma de la mano... Y a pesar de saber de lo que es capaz, soy lo bastante imbécil como para dejar que juegue y haga conmigo a su antojo.

Tras tanto tiempo ya debería saber noquearla, pero nunca se cansa de sorprenderme. Supongo que cuenta con algo de ayuda para ello. Una sonrisa se pinta en mi rostro al pensar en Eva.

Mi reacción capta la atención de Jude. Se burla de nuevo y entonces, sus carcajadas me trasladan a los sucesos de anoche.

Me vuelvo malicioso examinando a querida vecina.

— Por cierto, Miss Daicy... — se le corta la risa de golpe al escuchar el apodo que inventé para ella. — ¿Es que acaso te quedaste sin llaves a noche? — ronroneo cruzándome de brazos abrigo y mochila puesta.

Jude palidece al analizar mi pregunta.

— ¿Qué...? — suelta parpadeando cuál mariposa con un grito nervioso. Parece que esto no se lo esperaba.

— Dormiste en nuestro piso anoche, ¿cierto? — parpadea buscando una excusa con la que no delatarse, pero mis paredes son demasiado finas para eso. — Creía que Tom y tú erais solo "amigos" — me incorporo hacia delante para descansar mi cabeza en el respaldo del sofá donde se encuentra sentada y mi actitud recriminatoria, la hace recular.

— No... No es lo que tú crees.

— No me digas... — sonrío picaron ante sus nervios. — ¿y qué es lo que tengo que creer... ?

Carlota sale por fin de su cuarto agarrando su casco y bolso del banco la entrada.

— ¿Qué es lo que tienes que creer de qué? — ensancho aún más la sonrisa al ver aparecer el pánico en el rostro de mi vecina. Parece que alguien no quiere que la descubran.

Me tomo mi tiempo para recular y buscar la mirada cómplice de mi mejor amiga, pero en el transcurso, me encuentro con el reloj del descansillo y efervesciendo al ver lo tarde que es, entro de nuevo en cólera.

— Creer... ¡qué algún día el universo me bendecira con el milagro de que seas puntual por una sola y única vez en todo tú vida!

Empezamos de nuevo a discutir pero consigo desviar la atención del evidente romance secreto de nuestros compañeros de piso.

Nos despedimos a empujones de Jude y corremos a toda prisa escaleras abajo para llegar lo antes posible al campus.

21 minutos después de un viaje de 30, saltamos de la moto y derrapamos en la clase de Economía III recibiendo la mirada de desaprobación del profesor de turno. Para la suerte de Carlota, conseguimos convencerle que nuestro retraso es debido al tráfico y haciendo una excepción, nos deja pasar.

Nos sentamos en la última fila saludando a Tina y Jared quienes se encuentran en la primera. Son los únicos de nuestro grupo que comparten clases con nosotros.

HOMIE [ + 18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora