Parte 22.

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Dure un par de minutos de ese modo, solo necesitaba abrazarla, sentirme acompañado, sentirme querido...

-Luke, me estoy congelando-Susurra con pena.

Al abrir los ojos y caer en cuenta que estaba en la entrada pude sentir el frío en mi rostro, habían caído lágrimas sin darme cuenta, levanto el rostro.

-Es verdad, lo siento.

-Imagino que no has comido, así que te traje café, café y más café; quizá necesitas más al café que a mí.

Ella sabía perfectamente cuanto amaba el café, cualquier tipo, ya hasta parecía un anciano porque podía distinguir calidad, intensidades, ya conocía todas las marcas. Río solo dentro de mi al pensarlo, papá, el también amaba el café...

Sin darme cuenta estoy perdido en mi pensamiento, bajo la mirada, solo al llevar su nombre a mi mente hace que el vacío en mi pecho sea asfixiante.

-¿Estás bien?- pregunta mientras coloca su mano en mi hombro y me da una mirada de compasión.

-¿Ya te había dicho que eres jodidamente hermosa Alana? Porque lo eres y he sido un estúpido si no te lo he dicho las veces suficientes.

Mirarla, tenerla ahí en frente de mi y que me demuestre cuan puro es su amor hace que sienta un poco de aire en este infierno que estoy viviendo.

Es tan adorable ver como sus mejillas se enrojecen y sus ojos se llenan de lágrimas, me mira unos segundos más y cuando ya van a caer las lágrimas se lanza sobre mi y entierra su rostro en mi pecho.

-Te amo.

Mis ojos se abren como dos platos, sabía que era sincero.

-Y yo a ti.

Estoy destruido, roto en mil pedazos, pero no quiero hacerle daño a ella, solo ella está acá conmigo... Ella no lo merece, así me este muriendo del dolor en mi pecho y mi mente me juegue mal para ella tendré una sonrisa, no merece más dolor, es una promesa que me exijo hacerme.

-Luke hoy es el entierro, debes alistarte. No quiero que conduzcas, mi padre vendrá por nosotros y luego nos llev....

-Alana y luego me traerá de nuevo a casa, necesito estar acá, con él.

-Me quedaré contigo, le diré a Claudia que me arme un bolso.

No pude hacer más que quedar ahí con mi mente divagando en pensamientos y ideas tontas de él regresará, me silvará desde la cocina para avisar que la lasaña está hecha y servida... Joder, no puedo con esto.

Cubro mis ojos con mis manos y me clavo en mis piernas a llorar, jamás había Sido tan frágil, nunca, el me hizo fuerte y siempre me preparo para cosas fuertes, pero ningun mal día se compara a esto, el siempre tuvo una sonrisa, después que mi madre nos hizo tanto daño, sabía que después de los días malos llegaría él a darme un abrazo y decirme que todo estaría bien ¿Por qué no vienes ahora papá? Dime que todo estará bien, que vendrás, me abrazaras y me perdonarás por todo lo que hice... O mejor dicho, por todo lo que no hice por tí.

Alana reposa sobre mi espalda, puedo sentir como sus lágrimas humedecen mi camisa, se cuan sencible es, no puede ver a alguien llorar, a un perrito herido, una persona mayor pidiendo dinero porque ya estaba llorando o haciendo todo por ayudar, yo también la hice llorar y tantas veces que solo cae culpa sobre mis hombros en estos momentos.

-Come algo, por favor.

No puedo resistirme a esa voz, así que saco lo que trajo para mí y comienzo a comer haciendo el mayor esfuerzo para que pueda pasarme, mi garganta parece que se había cerrado, no dejaba que pasara comida. Estaba haciendo el mayor intento.

Termino, agradezco y subo a cambiarme.

No tenía ánimos de nada ¿Que me colocaba para despedir un pedazo de mi vida? ¿Más dolor? Solo saco la prima t-shird que veo en mi closet. Papá lavaba, planchaba y colgaba mi ropa, él hacía todo en la casa....

Mi querido viejo, te extraño.

¿Cómo bajaré sin romperme en llanto cuando vea a dónde tenga que ir? ¿Cómo seguiré con mi vida? Maldita sea, este dolor me asfixia.

Cada segundo es peor que el anterior, aún siento que en cualquier momento momento despertaré y todo este dolor acabará cuando baje y vea a papá en la sala oyendo música, es que tod...

-¿Luke?- Alana interrumpe mis pensamientos tocando la puerta.

-Si, ya casi salgo.

Respiro profundamente y salgo, ella estaba afuera de mi habitación en las escaleras sentada como una niña.

Se levanta y me da una mirada, no puedo resistirme y le doy un beso en la frente, es tan pequeña, mi pequeña.

-vamos, papá está afuera. -se empina para poder acercase a mi rostro- Estoy contigo, no tienes que ser fuerte siempre.-besa mi mejilla.

No puedo evitar que mis ojos se cristalicen, pero me controlo, bajo las escaleras tomado de su mano.

Al abrir la puerta puedo ver al papá de Alana afuera del auto con Claudia a su lado, podía ver lo conjelados que estaban.

El señor adams abre sus brazos y me recibe con los brazos abiertos para un gran abrazo, le estaba agradeciendo tanto en ese momento por lo que estaba haciendo, sin importar que fue un maldito con Lanie... Está ahí.

-No estás solo hijo, debes ser fuerte. -Dijo y luego se soltó del abrazo.

Debía ser fuerte ¿Por qué?

26 de diciembre, voy en un auto a enterrar a mi padre el dolor se apodera de mi pecho, creo que jamás nadie podrá definir el dolor que se siente al perder a alguien tan cercano, el incontrolable, llega momento de resignación y de culpa, pero terminas agobiado y perdido en pensamientos y dolor.

Llegamos.

Bajarme del auto y tocar ese lugar tan horrible, mi papá odiaba estar solo no podia creer lo que le estaba haciendo, pero no podía hacer algo mejor por él, no tenía dinero para hacerlo. Tampoco molestaría a la familia de Lanie ni a más nadie, no quiero la lástima de nadie.

Siento un vacío en mi pecho al acercarme y ver a mi padre en un tumba, jamás podré describir el sentimiento tan jodido que me invade solo al verlo ahí, saber que pude hacer más, que pude darle más vida si solo hubiese estado pendiente de él.

Siento una mano temblorosa sobre mi hombro, miro sobre el hombro y era ella. Estaba ahí con los ojos hinchados.

Iba a comenzar a hacer un escándalo, cuando me mira y coloca algo en mis manos.

-Lo siento hijo, ahí tienes dos cosas que necesitas leer para entender muchas cosas. Por favor no me digas nada hoy, no vengo en busca de problemas. Tienes mi pleno apoyo, daría todo por darte un abrazo y decirte que no estás solo.

No dije nada, solo la miré y me di cuenta que tenía mucho tiempo sin oírla tan estable, sobria. Quedé impactado.

...

Comenzó la ceremonia, con mi rostro apuntando hacia el suelo. Mi mente estaba divagando. No estaba ni conciente de donde estaba.




Llegó élWhere stories live. Discover now