El fin parte 2

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- ¿Cómo? – decía Charles observando con miedo a Dafne.

- Simple, te dije que jurar en vano es un pecado muy grande – decía Dafne soltando a Mía, quien empezó a flotar por sí misma – tome a tu hija a la fuerza, pero no solo eso, te hice pasar tiempo de calidad con tu hija – decía Dafne con una gran sonrisa.

- ¿De qué hablas? – decía el rey confundido.

- Bueno, Alicia nunca tuvo amnesia para empezar – decía Dafne mirando a Mía, para después mirar a Charles – era Mía, quien ocupo el cuerpo de tu hija Alicia – decía Dafne con seriedad esta vez.

- No, eso no es posible – decía Charles riendo – ¡Estas mintiéndome zorra! – decía Charles en un arranque de ira.

En un chasqueo de dedos, él había sido jalado por una fuerza sobrenatural hacia Dafne, quien lo tomo de la cara con agresividad y lo miro seriamente. Él se puso a temblar de todo el cuerpo, miraba a Dafne con tanto terror, que ni siquiera se atrevía a romper la fuerza que lo obligaba a estar inmóvil.

- Nunca miento pedazo de porquería humana – decía Dafne con enojo y a la vez con pequeñas sonrisas – estuviste con Mía todo este tiempo

- ¿Qué? – decía Amelia levantándose del suelo, Henry ya no le estaba apuntando con la espada.

- Es hora de que me pagues – decía Victoria con una sonrisa. Él comenzó a negar nervioso – claro que si mi cielo – decía esta vez acariciando la mejilla del rey, con una mirada más tranquila – todo se paga en esta vida... lo bueno es que eres muy bueno en la cama como para desperdiciarte – decía Dafne dándole un pequeño beso en la mejilla – así que te perdonare la vida, a cambio de tu reino y tu cuerpo por supuesto

- No, por favor – decía el rey suplicando.

Esto era impresionante, no podíamos creerlo, él rey estaba suplicando misericordia a una chica, ¿Tan poderosa y temida es?

- Ya no quiero obstáculos, el momento ha llegado y no quiero que nadie interfiera en ello – decía Dafne seriamente separándose del rey y observando a un Alucard inconsciente – así que detenlos por mi corazón – con una mano toco la frente del rey, para después alejarse caminando por la puerta, con Mía flotando a su lado.

- ¡Que no se vaya! – decía Henry corriendo detrás de ella, pero en un segundo el rey con una mano lo lanzó lejos de la entrada del salón.

La fuerza era sobre humana, Henry había impactado con la pared del final del salón, cayó rendido al suelo.

- ¡Henry!, por dios – decía yo, corriendo hacia él rápidamente, poniéndome de rodillas para revisar como se encontraba.

Al parecer estaba bien, pero cuando se quiso levantar no pudo, estaba muy débil. Mi atención cambio cuando los quejidos del rey abarcaron todo el salón. Sus manos cubrieron sus ojos, sus dientes se comenzaron a transformar en dientes afilados, su cuerpo comenzó a crecer unos metros más y a llenarse de pelaje. En segundos se transformó en una bestia enorme y fuerte.

Me recordaba a una de las bestias que Alucard describía en su libro, un licántropo, un hombre lobo, solo que deformado. Este caminaba en dos patas, tenía garras enormes, además de músculos y el hocico de un lobo muy furioso.

Todos quedamos inmóviles cuando comenzó a aullar y después a rugir en dirección hacía Alucard, esto era una mala señal. Camino lentamente en dirección a Alucard, cada pisada que daba era tan pesada que retumbaban los suelos.

De la impresión no note el momento en que Henry se levantó, se aproximó hacía su espada con rapidez y luego se abalanzó contra el rey. Este logro rasgarle un poco el brazo para llamar su atención. El rey rugió con fuerza y se abalanzo contra Henry en el piso, lo único que lo separaba de sus enormes dientes y garras era la espada. La saliva del rey caía en la cara de Henry, por otro lado, Henry trataba de separarse de él, pero era inútil, el rey tenía más fuerza y si no salía de ahí, el rey terminaría comiéndole la cara.

Mi segunda vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora