Röku-Al se encontraba justo frente al arco que formaban las hayas; al otro lado del umbral una imagen invertida del mismo era reflejada en las cristalinas aguas de la laguna, formando una estampa casi perfectamente simétrica, de no ser por el tenue movimento que producía la suave brisa sobre la superficie, como si pretendiera acariciarla, provocando una leve distorsión en el reflejo.
Sacó el Pergamino para asegurarse, a pesar de que ya había leído cómo era el ritual para proceder a la apertura del Portal. Efectivamente, lo había memorizado bien:
" Pûmal Gür-Farlexa drexnia Altar tô Miltar Jör ik süra tane teyo krenulta-ra Kü-ra Miltar ik ossera Eron Kâr Uxater rependal Gür-ta ossera-ra. Drelom Gür-Farlexa süiner Altar tô Miltar Jör süra. " (1)
(" Cuando la Tierra sienta tu mano donde los Dos Grandes Hijos de la Tierra son abrazados por el Dios Sol, te escuchará. ")
Ahora tan sólo necesitaba comprender su significado. Había pensado que una vez se encontrara frente al Portal sabría fácilmente descifrar el acertijo. Pero su mente estaba en blanco. Además acababa de percatarse de otro detalle: "...abrazados por el Sol...". Si era necesario el sol para poder abrirlo, le iba a resultar bastante complicado hacerlo ahora ya que, aunque poco faltaba, aún no había amanecido.
Y de esta manera había llegado a la actual situación: frente a lo que creía era el 'Gran Portal'; sin estar seguro de haber comprendido bien el ritual a seguir descrito en el Pergamino para proceder a su apertura, pues parecía ser un acertijo; y perseguido por los cinco Guardianes del Pergamino, quienes darían con él en breve y le atraparían.
Röku comenzó a desesperar más y más a cada instante que transcurría. ¿Qué haría ahora? Si le llegasen a capturar, el Poder Oscuro devoraría toda Altharaxia. ¿Daría con alguien capaz de ayudarle? ¿Lograría abrir el 'Gran Portal' y pasar a través de él con el fin de encontrar al 'Poderoso Ser' para solicitarle su auxilio?
Así continuó inmerso en sus pensamientos por un buen rato. Tal era la evasión de la realidad que Röku-Al estaba sufriendo en esos momentos que ni siquiera se percató de la llegada del alba. El sol aparecía tímidamente sobre el horizonte occidental, como todas las mañanas. Y poco a poco, como si ya hubiera entrado en confianza con el mundo, comenzó su ininterrumpido alzamiento, bañando progresivamente todo el campo con su luz: primero los árboles del bosque, luego la pequeña laguna y finalmente las dos enormes hayas, instante en que, pasando por el umbral que formaban sendos troncos, llegó a los ojos de Röku, provocándole ceguera momentánea. Esto le hizo despertar de su embelesamiento y, todavía algo desorientado por el deslumbramiento que le ocasionó el amanecer, retrocedió unos pasos. Vio entonces las sombras que el sol formaba de las hayas. Pero pareciera que la parte superior de los descomunales árboles carecían de ellas; tan sólo las tenían los troncos, dibujando así sobre la verde hierba otro arco, con el borde de un intenso color negro. Desde su posición, la sombra se asemejaba una copa.
Observó aquel bello cuadro con detenimiento, y de pronto le invadió una gran emoción; Röku-Al por fin creyó descifrarlo: pareciera que el sol, la tierra y los dos grandes árboles se fundieran en un gran abrazo, y el punto donde convergían los tres elementos era la fresca hierba color esmeralda.
Algo desconcertado aún por lo que recién descubierto, Röku se acercó andando torpemente al lugar exacto en el que eran proyectadas las sombras de las colosales hayas. Resultaba sumamente cómico ver a alguien de su envergadura, con dos metros y un palmo de altura y alrededor de ciento veinticinco kilos de pura fibra muscular, caminar de aquella manera tan "pingüinesca".
Una vez hubo llegado, hincó su rodilla derecha sobre el verde manto que cubría el suelo, a la vez que apoyaba el antebrazo izquierdo sobre la otra. Miró entonces las sombras, justo donde se cortaban entre sí, formando un ángulo agudo; la parte más alejada de la laguna y por ende, más cercana a él.
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El Pergamino De Los Mundos
FantasyHace mucho tiempo, un gran héroe llamado Altharkû salvó a su Pueblo de la extinción absoluta, pero dicho acto le costó la vida. Ahora Röku-Al, su último descendiente con vida cree que su Mundo vuelve a estar en peligro, pero nadie le toma en serio...